domingo, 31 de agosto de 2008

"Campeonato, competencia y petulancia"


En el marco del Turdera Fest. 3, se demostró que la competitividad, (sana y no tanto), es buena cuando de rock se trata. Así, entre las cinco bandas que se presentaron, la victoria dentro de este mini-torneo musical, fue para el regreso de los D-Champions, que brindaron un show corto y directo, en dónde su “neo-romantic suburbano”, le sacó brillo a cada rincón gastado y oxidado del Club Alumni.


El Turdera Fest. fue originado con la idea de que los festivales de música, vuelvan a respirar ciertos aires ideológicos de contracultura, y romper con toda hibridez o timidez actual, sin pensar en que las heridas emocionales, sean de complicada sutura y curación. En síntesis, el Turdera Fest., propone desde su humilde lugar, una vuelta a que el encuentro entre músicos y oyentes, dispare sensaciones de pertenencia, y que en la socialización de los mismos, el término escena y sueños nuevos, no parezca un cartel de alguna publicidad mercadotécnica para “púberes tvdependientes de Sonny Channel”.
La música y el rock más precisamente, necesitan recuperar ese “halo ideológico”, para separar, (incluso rozando la bravuconada beligerante y purgadora, que siempre marcó a emergentes escenas musicales), para que nuevamente tengamos una visión eficaz y clara, que haga distinguir fácilmente al público de rock, la paja productiva del polvo estéril e infecundo. En síntesis, para delimitar bien, lo que va de lo que no va.
Así, entendiendo desde un concepto contracultural y tomando lo ideológico, desde el concepto clásico que sirve para visualizar un marco de acción, y luego ir armando un plan para cambiar el status quo imperante, (en este caso sería el “mainstream musical”), el Turdera Fest., desde su marginalidad de medios y periferia simbólica, constituye de manera imprevista, un lugar de peregrinaje mágico para bandas que encuentran un lugar para cotejarse con pares en similares condiciones materiales y de medios en pos de que sus voces se escuchen.
Lejos del “ghettismo” filosófico que implica un “autoapartheid” para su arte, y aún más lejos de la “dietética actitudinal y disciplinaria” que implica, “la palermidad”, con Niceto como cónclave de todo, el Turdera Fest., sin querer y casi de manera espontánea, entre lo ridículo de su denominación y el misterio y lejanía que implica la localidad de Turdera (casi una comarca hobbit, en medio de zona sur), hace que el magnetismo y la fascinación (a veces exagerada), igualmente aporte a la leyenda de este Festival de Emergencia Musical (en el sentido de la necesidad expresiva que impera cada vez que toca alguna de las bandas).
Casi después de más de 8 meses, los Dchampions en apenas seis temas, se llevaron todos los aplausos a partir de esa voz de perversión misógina que exhala Santiago Rial, apoyado en el impecable trabajo de su bajista (Mauro) y baterista (Emiliano).
Es imposible que haya soul, en los Dchampions. Hay demasiada ideas permeadas bajo los paisajes neblinosos de la lisergia, y también del pictoricisimo agreste y decadente del conurbano, (no cosmopolita). Así, su música es una visión personal de romanticismo, entre lúdico, sexópata, candoroso y fastidioso, en síntesis, música “neo-romantic”, sin glamour de ropas, pero con la elegancia de lo que el alma y el corazón puede aportar, según la temperatura que dicten las venas.
Así, abren con “Invasión Divina”, haciendo “medley” con “La Chica más linda de Adrogué”. Le siguen “Free Pop”, “El Aguijón del Escorpión” y cierran con “Drogada Legal”.
La Copa de Oro, de este Turdera fue para ellos, a través de la capacidad simple escénica de Santiago Rial, para contar sus secretos galácticos tercermundistas, de una manera que lo emocional se dispara hacia dimensiones de fantasía y emoción, reconocibles para cualquier persona que haya podido superar los “fileteos” del corazón, y seguir pese a todo, creyendo en algún tipo de sentimiento profundo, ya sea el amor, la amistad, el perdón y la reconversión.
El segundo lugar, fue para los Mármol R. En su mejor actuación, del año, y haciendo que la densidad de ciertos temas, que por momentos se estaba volviendo pasmosa, a partir de un mayor vigor en los mismos recupere una elasticidad mucho más pegadiza para el oído, sobretodo en temas como “Me Molestan” o “Así no se mata a un Criollo”, para en la diversidad de sonidos (pianika, guitarras y teclados), encontrar que su sonidismo logre abrochar conceptos de canción de rock, claros y simples, como ocurrió con la nueva “Así Como Estas”.
Los demás participantes fueron parejos. Viva Elástico, no estuvo en la mejor de sus noches, con excesivas pausas entre tema y tema, y una tendencia a hacer un manifiesto de cada tema, que termina restándole sorpresa musical a la banda.
Los PerroDiablo, empezaron con todo su repertorio de dardos musicales venenosos, como “Todos los No” o “Malas Preguntas”, pero lo excesivamente largo de su repertorio, hizo que por momentos toda su furia, se pierda en pasajes de cierta densitud actitudinal, restándole a la sorpresa a esa ola de furia y toreo, que normalmente resulta la banda.
Los últimos en participar fueron los 107 Faunos. Comandados por Gato, empezaron a destilar sus hits, de euforia y anfetamínica, como son esas visiones oculares estroboscópicas que resultan “Calamar Gigante Nº8”, “Pequeña Honduras”, y también la gragea sonora pequeña pero potente que es “Muchacho Lobo” y el himno, hacia un espíritu más jovial y actual, para todo lo que acuño el “indie” históricamente que narra la canción “Días Dorados”. Finalmente entre el amontonamiento de la gente arriba del escenario, su show dio por concluido, antes de que la nube de excesos toxicológicos, (que recubría a gran parte de la audiencia) termine por abrir la manguera de alguna de las venas de los concurrentes.
Así, paso la tercera edición del Turdera Fest. En dónde Festival de música, significa que este debe ser, (más allá de excesos ideológicos o de praxis), un lugar dónde los sonidos de las bandas y músicos ejerzan su propia dictadura, para que todo lo que regodea para mal los oídos sea desplazado. Sin abrazos de “judas hippies”, sin cadenas constipantes de mercadotecnia, sino solo música. Sólo música, que siempre en realidad fue lo que importó. Lo demás es decorado o narcoticismo de “tosca ilusión”, y eso lo sabemos hace rato todos, con el repertorio de festivales de celulares, con el que han robotizado, nuestra alegría, ira, miedos y virtudes.
Bernardo Damián Dimanmenendez

"Buenos días rock, y hasta mañana"


Soundblazter se presentó en el local de Pura Vida, el pasado sábado. En un show dónde el manejo del “timing” escénico junto con la mecánica “tecnovilla” de la banda, dieron lugar a un show, dónde se pone de manifiesto que modernismo sonoro=gorilismo artístico, es un eufemismo vacuo, mientras la dosis de intuición y práctica artística de los músicos sepan convivir y estilizarse con el contexto en el cuál se crearon.



En el local de Pura Vida siempre brilla la armonía (más allá de lo naif y obviamente prosaico de la frase). Con el sonido a cargo del local, el no cobro de alquiler, sumado a la excelsa atención a los músicos, solo es cuestión de que los músicos traigan los equipos y enchufen en un clima de relax que ayuda al desarrollo artístico. Esto es de suma atención para los dueños de la Capital Federal “xenófobos inconscientes de la contracultura” que implica estar embaucados en la cultura rock ( integrada entre otros, por músicos, periodistas, managers, groupies, dueños de locales, etc) y que en el post-cromagñón en el intento de querer hacer de las bandas del under un lugar monetario redituable, han cercenado las posibilidades de proyección de los músicos, y ni que hablar de llegar a crear un imaginario de escena para los mismos.
Pero por suerte, la década más estéril del rock como elemento de gatillo cultural para separar la paja del polvo artístico, esta cursando sus dos últimos años, y esperemos que los 10’, sean un lugar más creíble y real para el mismo.
Soundblazter con casi 10 años de carrera, demuestra en sus shows, todo lo que la asepticidad del rock de comienzo de siglo XXI, dejo de lado.
Desde el inicio del show, la presencia de Soundblazter, conjuga un desafío corporal y de sonidos. Denomínese “Tecno-Villa” o “Rock Sample Collage”, los blazter, consiguen que su música suene bailable y hormonal a la vez.
Comandados por Cristián, acobijado bajo un look de pintor de cielo raso, los dibujos corporales y melodías que expulsa su voz, (que suena a “punkitud rapera” altivamente desafiante), nos demuestran que aún es posible gente que sepa conjugar la palabra rock de manera correcta, actual y práctica.
Arrancan con “Los Olvidados”, luego le sigue la bailable “Radio Studio Dance”y cierran esta primera parte del show con “Shannon Tweed”.
Luego les sigue, un tema clave para entender la indiosincracia musical de Soundblazter: “Wild Wilde”. Los samples musicales, se van escalonando, con ese lunfardo irónico y pegadizo, que rastrea en parte la alternatividad de los 90’, pero desde un lado que reclama auxilio en plena emergencia de valores y chances para los artistas, fuera de todo aire de hedonismo que tiñeron a los músicos alternativos o sónicos durante los 90’. Wilde paraje de zona sur, aparece descrito como un lugar salvaje, suburbano y sin necesidad de caer en repetidas fórmulas, para narrar la pesadumbre y monotonía del barrio suburbano, al que nos han acostumbrado las bandas del ya casi, extinto “rock chabón” (purista y regresivo para el escucha medio argentino de música)
Luego le sigue, esa especie de carnavalito tecno que resulta “Amanecer de los Valles”, dónde los arreglos de teclados y voces, hacen de dicha canción, una suerte de confesión de arrabal actual, modernista y surrealista a la vez.
Soundblazter, reúne todos los condimentos, para llegar a un público masivo. Primero por presencia escénica desafiante, segundo por la capacidad de metamorfosis musical de la banda, y tercero por la “bailable crudeza” de su música. Capaces de otorgar la adrenalina que necesitan para mover el cuerpo los adictos al rock, y también la vitamina que hace despertar, a los que se encuentran en un show, de manera fortuita o casual. En síntesis, ni tan lánguidos como muchos de la camada actual pos-sónica, ni tampoco, religiosos “ghetistas”, faltos de sensibilidad para hacer del rock un elemento de comunión popular, más allá del rango social de cada individuo.
Finalmente cierran con la cabalgata que sirve como flash fotográfico de estos tiempos alienantes (donde irónicamente evangelistas, te salvan de la fruta del pecado, que hay en cada zócalo del conurbano, aunque sea por un rato), titulada “Vía Circuito”.
El tema en cuestión refleja esa “bandera guerrillera” tecno, modernista, grotesca y kitsch, que se podría sintetizarse perfectamente en la frase de la canción que dice: “Y yo soy del conurbano, y vos sos controlado”. Demarcación clara, (General Paz mediante), que en Capital, algo paso con el rock, y la manera en que se quiere concebir a la música y los músicos también y que desde hace años, las propuestas más desafiantes pasan por otros lares, como zona sur (Adrogué, Turdera, Temperley, Lanús, Longchamps o la Ciudad de La Plata). El rock es revolución en el sentido que demarca concepciones filosóficas que separan lo que va de lo que no, de las personas con las cuáles compartiste y alimentaste desde chico miedos, ilusiones y fantasías, a través de una canción.
Delimita que tipo de verdad buscas para tu vida, (aunque en el fondo mande el color del billete), siempre hay modos y formas más válidas y desafiantes de conseguirlo, no es lo mismo un rugbier jugando a ser rockero, que un chico construido bajo un hálito artístico, dónde la comodidad doméstica, sexual y sentimental, siempre escaseo.
Quizá esa búsqueda de Soundblazter arriesgada, que no tuvo lugar en esta década acéfala y de ideología dietética encuentre un reconocimiento en los tiempos que vienen. Parodiando la frase de “Amanecer de los Valles”, estaría bueno que bandas eclécticas, dinámicas y pegadizas para el oído, logren desplazar al cúmulo maisntream del rock, (sea pop, chabón, etc), más que nada porque los oyentes, se podrían subir a una “sensación de crecer”, que no ocurre desde hace años en un rock argentino, que a nivel masivo, pareciera caminar con muletas y muñón.

Bernardo Damián Dimanmenendez

"Obrero psicodélico del amor S.A."


El pasado martes los Dchampions, brindaron su segundo show del año, luego de su vuelta a los escenarios en el Turdera Fest III. A punto de cumplir una década de vida, la agrupación de Santi Rial, luego de algunos cambios en su formación, se muestra potente y en un senda sonora de gratificante energía. Así, son los Dchampions, campeones morales eternos a la hora del reconocimiento, pero vencedores lapidarios en contarle al mundo historias teñidas de arrabal posmoderno y suburbano dónde arrebatos de misoginia y arrepentimiento romántico.


Cuando corrían los últimos tiempos de bienestar para la clase media argentina (mediados de los 80’), cualquier integrante prototipo de dicha clase, te apretujaba y te decía: ¡Vamos pibe que vas a ser un campeón!.
Con el correr del tiempo, la vara de valores que el mismo modifica, produjo que la manera de sensibilizar a los hijos de la histórica clase social argentina, fueran en su mayoría lapidados por la falta de inserción social, el estancamiento en lo que respecta a su movilidad social, y recortados hacia un autismo sentimental, convirtiendo el augurio de ese abrazo que nos daban de chicos, en eterna promesa.
¿En que lugar de todo esto entran a jugar la filosofía y praxis musical de los Dchampions?.
Sintéticamente Santiago Rial, construye micro-mundos domésticos, posmodernos, utilizando mitos clásicos argentinos, ya sea para definir estirpes sociales, sexuales e ideológicas.
Así, en la catarsis musical, la furia sentimental es descripta con milimétricas dosis de romanticismo esperanzador o alaridos de misoginia resentida, según lo sugiera la ocasión.
Entendiendo que lo “Heavy del Amor”, es en realidad, creer una y vez, en este, más allá de lo ridículo, frágil y afligidamente adictivo que dicha sensación implica.
Su romanticismo, aparece como identidad y forma de emergencia para narrar la desesperación y ansiedad por devorar pedazos de imágenes fotográficas que lo curtieron como hombre
Ni tan ganador, ni tan perdedor, o en todo caso, que la derrota sentimental sea colorida y casi mitológica, (tal vez, con esta descripción encuentre un sentido más certero el nombre de su anterior banda, “Perdedores Pop”).
Así, embaucado de lleno en la cultura rock, y con un concepto claro de “background” social y latiguillos verbales extraídos de la universidad de la calle, abraza una postura de “voyeaur” psicodélico de las imágenes del mundo que lo rodea, a las cuáles constantemente recurre en sus canciones.
Así, repasan entre otras canciones, “Alta onda”, “Heavy del Amor” y “Para leo”
Comunista de su propia religión, narcisista por decepción y guerrillero léxico, conceptualiza, que en el cambalache de la vida misma y el rock, “del dicho al hecho hay un trecho”, y que el poder de la palabra, siempre marca la diferencia, ya sea para aportar, como también decepcionar.
Ideológicamente toxicológico y kamikaze, parecieran ser la mayoría de las frases de sus canciones “free pop” (música para que vuelen a las masas, y no para las mismas). En síntesis queda claro que para Santi Rial, la estela de la caída debe ser gloriosa, o en todo caso, estar anestesiada por alguna que otra sustancia “non sancta”.
Uno de los temas ejecutados durante el show en Circa “Invasión Divina”, da cuenta de un “neo romantic”, (entre la promesa del amor eterno y la escatología del peor sexo casual), de alguien que entrado por la ventana, le otorgamos seducidos el trofeo de nuestro corazón, para luego darnos cuenta que una vez más, le entregamos la preciada medalla a la persona equivocada.
El “free pop”, sugestivo y gustoso al oído en temas como “Alta Onda”, denso y bailable como en “Virgen de Monserrat”, y también más directo y visceral, como en la canción “Iluminación de Emergencia”, es en realidad una interpretación, personal, actual y de vernáculo contexto, de cómo jugar a ser romántico, puede ser mostrado ofreciendo gusto por la canción pegadiza.
Su praxis musical utiliza de manera ácida la parodia, para desplegar metáforas del corazón como bandera para describir historias, que rozan la pasión, la adicción y obviamente su “yang”, la desesperanza.
En síntesis, en un formato, más plano y directo, (la formación cuenta con solo dos guitarras, bajo y batería) los Dchampions, nos siguen contando historias desde una visión dónde lo común y rupestre, aparece descrito desde una vara lisérgica y anarquista a la vez, (recordar la frase de la canción “Amamé”: “El fascismo en las pistas, en Al-Qaeda hay artistas”) logrando que el arrabal intrincado, dulce y violento, que implica hablar de amor y las consecuencias que este conlleva, navegue por aguas cristalinas y creíbles, y no derrape en el fango de egoísmo y pose “yoísta”, al que la cultura cosmopolita, nos ha acostumbrado en el presente.
Así, lo entendieron los concurrentes de Circa, que vieron como la baja temperatura, fue elevada con la ventilada eléctrica de “neo-romantic” de los Dchampions, que con canciones que recorren la temática que envolvió a los artistas, desde tiempos milenarios, y alguien alguna vez simplemente lo denomino amor, aún sirve como escudo para los que no cayeron en la trampa totalitarista de la “cultura shopping” y el “Polstergeist de la silicona”.
Bernardo Damián Dimanmenendez

miércoles, 27 de agosto de 2008

"El Mono Gattica toca la guitarra"


En el local platense de Pura Vida se presentaron las agrupaciones Viva Elástico, Mármol R y 107 Faunos. Nutridos en clima de fervorosa algarabía y auténtica comunión, los aplausos más fuertes se los llevo Viva Elástico de la mano de un Alejandro Schuster inspiradísimo, mostrando que la corona de ángeles, puede transformarse en cuestión de segundos en dolorosa corona de espinas. Aquí va la crónica de los sucesos entre realistamente etéreos y también surrealísticamente caóticos.

Pura Vida, es un pub boliche, de la Ciudad de La Plata, que si sabe tratar a los músicos. Tal como se desprende en su cristalino concepto de entender a la vie’, los músicos son agasajados con pizzas y cervezas, y el sonido corre por cuenta del lugar. Solo hay que llevar los equipos y enchufar, lo demás es todo gratis. En síntesis como debería ser para que la tocata para los músicos sea un lugar redituable y armónico para expresarse.
Vamos por partes: Bien los Mármol R, intensificando y delimitando en sus canciones, el “groove tropi madchester” que los recorre. Así destacaron, dentro del manual lírico de resentimiento e iracunda sexualidad, “Siempre Hay rincones”, “Me Molestan”, y el que pareciera por emocionalidad y fuerza musical, el hit de la banda: “Así no se mata a un Criollo”.
Los 107 Faunos comandados por el Gato en guitarra y voz, brindaron un show “ultrapunk”, demarcando claramente esa manera festiva, realista y pulsional, que intenta brindar nuevas maneras de filosofía emocional para el “indie” rock vernáculo. Así destacaron “Muchacho Lobo”, “Calamar Gigante Nº8” y la añoranza fina y agradable de “Días Dorados”.
Antes que los Mármol y el cierre de los 107 Faunos, la apertura de la jornada fue realizada por cuenta de Viva Elástico. Dueños de una poesía, dónde las imágenes nutridas de posmodernismo son descriptas como si se hablase desde un plano voyeaur o de eterno caminante que se pierde en las tinieblas y bondades del amor. Alejandro Schuster, alma y voz de la filosofía de los Viva y con apenas 21 años, es capaz de ofrecer retratos fotográficos de los tiempos actuales, como si cada canción fuera una expedición “hemingwayna” (en referencia al escritor norteamericano), y al mismo tiempo una manera de brindar paisajes de acción y hábitat de manera plena y real, a diferencia de las narraciones actuales de hoy, repletas de exabruptos fácticos que narran la mayoría de los grupos de hoy.
Así, es la poesía de Alejandro Schuster, un romántico y un trágico a la vez, en síntesis.
Así pasaron “Imágenes de Amor”, “Somos tan Felices”, “Volvió a Casa”, entre otros, con un manejo de escenario, claro y contundente, (sin caer en esas pausas etílicas y prolongadas entre tema y tema que a veces nos acostumbran para mal los Viva’).
Todo un repertorio musical comparable al de esos boxeadores que saben deslumbrar a puro justeza de “punch”, y teniendo la cintura para poder darle pie a emociones profundas al espectador.
El show de Viva recortó toda una manera trágica, profunda y de vibra magnánimamente fina, a la vez que entre el ardor etílico post-show, toda esa capacidad que tiene para enamorar a propios y ajenos, también mostró que no siempre los románticos, detentan los modales de cabal “Don Juan”.
Pero esto no hace más que contribuir al mito de los talentosos, (bipolares, sensibles, fastidiosos, educados y también violentos por doquier). Capaces de generar la tipología mitológica de antihéroes de la vida, y generar toda una hipnosis, que para los que las pueden vivir en tiempo real, parecerían encontrarse imprevistamente en un film de Buñuel.
Así como el Mono Gattica era capaz de generar alabanzas, amores y devoción con sus puños, y también caer en la pos-cruxifixión del exceso de mujeres, drogas y alcohol., Alejandro Schuster recorre esas sendas de toboganes ilustrados y ciénagas profundas, mezclando canciones de plena y autentica emoción, con escapadas hacia lo más profundo del descontrol. Así como al Mono Gattica lo aplaudían en el Luna Park y a los dos horas no lo dejaba entrar por sus excesos, a Alejandro Schuster, (parodiando el nombre de su banda), lo vivaron en Pura Vida como luchador romano, para luego negarle la entrada para evitar que el lugar se venga abajo.
En síntesis, en una época dónde el concepto de “Adonis o Mesías del Rock”, pareciera una rídiculez, es bueno que existan personas como Alejandro Schuster. Dueño de una juventud y un talento a explotar y pulir, y también arrastrado en la marea de “jaqueca humana espiritual”, que a todos nos recorre. Así era el Mono Gattica con sus guantes, así es Alejandro Schuster con su guitarra. Personajes talentosos, contradictorios, al borde de la gloria y del barranco también, pero sobre todas las cosas, capaces de mostrarnos fantasía carnal y práctica, de esa que solo los elegidos pueden otorgar al resto de los mortales.



Bernardo Damián Dimanmenendez

"Contexto, tiempo y arquitecturas sonoras"


En Adrogué el pasado sábado se presentaron las agrupaciones Top Manta y Viva Elástico. Capitalinos los primeros y del conurbano los segundos, la música de cada agrupación muestra claramente, como el contexto dónde se criaron, influye en la dinámica musical de cada uno de los conjuntos.


La noche era fría en Adrogué y las cepas invisibles de gripe, flotaban peligrosamente para quiénes se habían animado a desafiar la baja temperatura invernal.
Muchas veces uno se pregunta si el contexto, hace a la producción artística o esta es independiente del mismo. La respuesta es que ineludiblemente el contexto influye de manera directa y plena en toda arte practicada.
De hecho si hacemos un trabajo de principiantes antropólogos musicales, vamos a sacar como conclusión que no es lo mismo el rock, que se respira, en la parte sur del conurbano, que en la parte norte, u oeste de la provincia de Buenos Aires. Tampoco es similar la forma de inmiscuirse en el mundo de la música, para los jóvenes de la Capital Federal que de otros lugares.
Como ejemplo vale, que es más probable que bandas como Victoria Mil o Travesti, salgan de Adrogué, Turdera o Temperley, que de Laferrere o Mataderos, (más propensos a producir una tipología de bandas que tienen más que ver con el clasicismo de estas tierras, llámese La Renga o denomínese Los Piojos).
Así en la noche del sábado, el telón fue abierto por los cosmopolitas Top Manta. Adictos al rock de guitarras norteamericano de la costa oeste, (Queen of the Stones Age, Stone Temple Pilots), plantean a partir de un muy vistoso trabajado dueto de guitarras (a cargo de los hermanos Matías y Nicolás Gómez), como parte de ese frenesí que se respira en la Ciudad, es inconscientemente o no absorbido por la banda.
Las canciones van a adquirir una velocidad frenética, en dónde la ganancia para el espectador se va a dar por esas sudestadas eléctricas de guitarras, ( especialmente, en temas como un “Chasquido por La Paz” o “Como la Gente). También aprovechando la ductilidad instrumental, su maniobralidad se va a dar apoyada fuertemente en dicha virtud, para darle formas personales a su arte, como se noto en las “tarantelas rockeras”, “Chau” y a “Prueba de Muerte”).
Así puede verse como la agrupación capitalina, si bien tiene devoción por la canción, flota de manera pareja y auténtica cuando pueden poner los volúmenes a todo motor, casi como si estuvieran musicalizando en esos bramidos de guitarra, bajo y batería, toda esa postal furiosa y acelerada que resulta ser la Ciudad de Buenos Aires.
Viva Elástico, por su parte, confluye con la música buscando la sintonía de la canción melancólica, sutil y de milimétrica construcción. Así, a través de diferentes temas como “Las Motos”, “Imágenes de Amor” o “Somos Tan Felices”, guiados por la voz, purgadora de su cantante, ofrecen canciones que narran, la espiritualidad antigua de bonhomía y esperanza, que tiñió históricamente al trabajador ya sea de aquí, de Londres o China también. Ofreciendo en las canciones una sensación de “voces” de héroes anónimos y atemporales, como en otros tiempos lo eran las manos de Menocchio, o la lapicera vigorosa de Gonzalez Tuñón, y su lupanar de poesía urbana y mágica.
Viva tiene otra conducta, más displicente, (quizá por inexperiencia y falta de pulido aún de su repertorio musical), pero así y todo, su arte, resulta en otro ritmo y forma de expresión, válida como la de los capitalinos Top Manta.
Así, como por x motivo, (no sabemos si será la comida, las mujeres, el clima o el mismo aire), los mejores jugadores de fútbol, son históricamente argentinos o brasileños, resulta claro que el aire, comida, paisajes y mujeres, que nutre la góndola artística de Top Manta y Viva Elástico, esta compuesta de estructuras y paladares diferentes, mostrándonos, (esta vez en un lado positivo), que las diferencias, dentro de las actual cultura globalizada e híbrida, muchas veces son interesantes, para mostrarnos con que grados de relevancia los artistas van a diseñar la arquitectura de arte, de acuerdo al lugar y tiempo, en el cuál están inscriptos desde pequeños. Sino pregúntense, ¿Por qué un rústico como Schillaci, jamás sería el 10 de Argentina, y porque Italia nunca pudo ni va a tener un talento de la talla de Maradona?. En fin, comida, mujeres, olores, clima, el contexto siempre, pero siempre influye para bien y para mal también.

Bernardo Damián Dimanmenendez

martes, 19 de agosto de 2008

"La eterna Enfant"


La carrera de Rosario Bléfari pareciera ser una pequeña muestra del sueño cándido que vivió lo genéricamente denominado alternativo en los 90’, hasta su olvido, y luego metamorfosis, en algo aséptico contra-culturalmente y redituable mercantilmente, “vintage” mediante, de anteojos de sol, del “flúo”, y de la falaz “cool-manía” de lo figurativo por sobre el contenido.


Ya desde su primer disco y junto con su banda Suárez, Rosario Bléfari se para en un costado particular y valioso de lo alternativo. No parece haber ningún tipo de febrilidad generacional, “En Hora de no ver”, a diferencia de lo que pasaba con bandas como Babásonicos, Los Brujos o Peligrosos Gorriones.
Rosario rondaba ya casi los 30 años (exactamente tenía 29), y más allá de la influencia sónica epócal, su marco de referencia creativa, se construye a través de su particular mirada sobre el mundo y obvio, su voz. Dueña de unos agudos, cuál grito de ángel, pareciera buscar a través de una paisajista y edénica poesía minimalista, una manera de ascender al cosmos, fuera de todo abismo terrenal (escuchar en el Lp debut, “Morirían). Así en “Hora de no ver”, hay referencias a fenómenos atmosféricos, (lluvias, niebla matinal), momentos temporales o cuerpos celestes. Así trasladado a un plano filosófico, parecerían ser estados de transición personales afectivos, frente a al menospáusico tracto diario. De hecho “la niebla matinal”, encontrará un “ionizante” punto de encuentro, cuatro años más tarde, en “La niebla”, canción alojada en “Excursiones”, un tema dónde la agrupación cocina geométricamente su pop experimental, en el molde de la canción épica y catárticamente pegadiza.
Pero no nos adelantemos, al año siguiente sale “Horrible”. Un disco que define, la quintaesencia de “low-fi” alternativo argentino de aquellos años. Ya desde su denominación pareciera filtrarse el concepto nieztcheano (en el sentido de lo feo, como forma de reconversión existencial). “Horrible”, esta construido en un universo contextual paralelo, al que se vivía por ese entoncs, en la Argentina. Consumo compulsivo del uno a uno, los desposeídos estéticamente y culturalmente, quieren lo mismo que el “argento solvente y ganador” (“pizza con champagne”), nadie quería el tilde de “feo”, en lo que respecta a su aspecto.
Quizá aquí aparece lo genial de dicho disco, que representa toda esa “otredad” de las fauces menemistas; Músicos y público daban forma a la camada del nuevo rock argentino de ese entonces, conjugando más allá de los matices económicos que lo separen, “un universo de escena”, dónde lo espiritual simbólico de pertenencia, eliminaba toda posibilidad de vínculos por fuera de la experiencia concreta, ya sea a través de discos o recitales, (internet no existía aún) y generando un lugar de digna representación y originalidad creativa.
Al mismo tiempo, ambos dos, eran condenados al anonimato o ridículo demagógico, que sentaba las bases del “rock chabón”, y miraba incrédulo todo lo que se genere por fuera de su patrón de reconocimiento. Así, a través de canciones de trazo fino y volátil, (plenas de viajes y saludos desde el más allá),como “Algo difícil” ( en colaboración con María Fernanda Aldana, bajista de “El Otro Yo”), o “Saludos en la Nieve”, u otras como “Porvenir”,(canción cansina y de genial resolución, dónde el intermezzo esta musicalizado por el tema que abre y cierra la película “Taxi Driver”) o“Falso ladrido”, plena de pudoroso repliegue sentimental
En síntesis Horrible, sienta las bases de una estética y concepto artístico que con el correr de los años se irá auto-fagocitando a sí mismo, inclinando la balanza hacia el lado del cliché, más que de lo meritorio artísticamente, terminando atracada dicha ideas por la MTV latina, la falta de recursos y obviamente la decadencia cultural vernácula).
En Galope, tal como lo indica el nombre, la cosa viene más al “palo”, ya sea desde la musicalidad de los temas, y por el histrionismo neurótico de las letras. Así la poesía de Rosario Blefari se tiñe de extravangantes imágenes de urbanidad cosmopolita, (“Camión Regador”, “Asesina”, o “Natación”). Incluso en su desplazamiento en las letras hacia etéreos encuentros con los astros, la música suena febril y más cruda, como lo puede ser “Estrella Solitaria”.
Desde el inicio con el “adiós, adiós”, y el “cambió, cambió”, que se escucha en “Río Paraná”, Excursiones pareciera marcar el fin de una etapa en la carrera de Rosario Bléfari. En un recorrido de plena poesía “litoraleña”, la banda simplifica fórmulas de armado de los temas, y la voz de Bléfari toma ganancia en el formato de la canción simple y agradable. Así entre “hondanadas”, “ánguilas” y río, la poesía de sus letras, busca una geografía más descriptiva, y en “La Niebla”, dónde parecieran volver ese desplazamiento a sensaciones volátiles, los estados de transición espiritual de la cantante, parecen superados. La niebla, (como dice el tema se disipa), a través de “construcciones multicolores” positivas, y todos los “inviernos sentimentales”, parecieran definitivamente cerrados.
Así cierra su participación con Suárez, dejando un legado único y fortuito. Primeramente redefine la inscripción de la mujer dentro del rock argentino, fuera de todo ironía paródica, (Fabiana Cantilo, “Viudas e Hijas de Roque Enrroll”, o mesianismo, (Patricia Sosa, entre otras). A la vez, que en su particular poesía, jamás hay un dejo de jactancia, solo sensaciones de “eterna-enfant”, agridulces, que en su intento por plasmarlas al mundo deja la sensación de que, para el legado de lo bello, siempre es mejor la insinuación que la trivial fanfanorrería de lo explícito.
Disuelto Suárez, maternidad de por medio, y luego de exorcizar, todo eso de alguna manera, a través de un disco “ambient”, (Caras), Rosario Bléfari pareciera dar cuenta a través de sus otros discos “Estaciones”, “Misterio Relámpago” y “Versiones Relámpago” (reversiones más eléctricas de canciones de los dos discos antes mencionados, más un tema de Suarez, “La Copa”), que para ella ya no hay ningún excursión o paseo, por fuera del “habitáculo de la cotidianeidad”, sino por el contrario temporadas definitivas que hacen referencias a imágenes de redención sentimental (“Lobo”), transeúntes perdidos en toscas realidades filosóficas, (“Vidrieras”) o pertenencia identitaria perdida (“Cuaderno”).
Luego del encuentro (“argento”-“groncho”), cuya metáfora perfecta sería Araceli Gonzalez, rindiéndose a los pies de Chayenne. Los pudientes económicamente purgan sus fantasmas de que quedar mal parados socio-dinámicamente, a través de la electrónica y luego buscan, (flogs, internet y ringtones mediante), cierto interés por fetiches de la “cultura pop”, (Warholianos, cinéfilos y musicales), que en concreto son anoréxicos cayendo más en las formas que en el contenido. Así, surge “la moderna Palermidad”, y Rosario Bléfari, es adoptada como madrina de todo eso, y sus vórtices también.
En la vorágine, aparece “El Buen Día”, que vendría a ser una especie de “Woodstoock del consumo vintage”, en dónde el acceso simbólico se festeja como un lugar, de pertenencia, sin intento de cotejar o desbordar la realidad contextual, (a diferencia de lo que ocurrió con el sueño “despedazado por mil partes”, de la ya lejana “alternatividad” de los 90’), generando un discurso fariseo y excluyente, o en todo caso un “ring-tone” de ideales rotos.
Más allá de cierto “guiño”, a todo esto, que se denota en la tapa de “Estaciones”, (su cuerpo aparece sugerentemente, ostentando cierta mirada altiva), para luego abortarlo rápidamente con la mirada cabizbaja, que aparece en la portada de “Misterio Relámpago”,queda bien en claro, que su papel en todo esto es referencial, y no como “ideóloga inconsciente”, dando cuenta de que el real problema es la mala lectura del legado inmortal y único, que construyó con Suarez, durante los 90’.
Algo de esto parece teñir a bandas que intentan seguir sus pasos, (como “Rosal”, entre otros), olvidando que la música de R.B., más allá de que tienda a filtrarse en un público de necesario “back-ground cultural”, nunca hizo “vana gloria”, de esto, ni levanto bandera sobre algún tipo de “educación sentimental o pedagogía creativa”, de hecho, en las letras que recorren toda su carrera, jamás hay referencia alguna a conceptos o fetiches de la cultura contemporánea, sino sólo imágenes de la construcción de su verdad y sensibilidad en el planeta tierra.
Pero en fin, como dice la letra de su tema, “Cuadernos”: “Las ideas son vueltos perdidos, que jamás quedan en los bolsillos. Que no digan nada después.”


Bernardo Damián Dimanmenendez