miércoles, 30 de mayo de 2007

Muerto en Navidad, Nueva Vida


Hacia el año 2004, el rock argentino under trataba nuevamente de recrearse luego de estar complemente agotadas muchas de las ideas, que durante un lustro atrás (1999-2003), habían utilizado la mayoría de la bandas integrantes de la escena, (la mayoría retomadas de la parte más digerible del rock de los 90’, tanto de bandas extrajeras como oriundas de aquí) y en menor medida elementos retros previsibles, como el kitsh escénico y musical de los 60’, (agogo, suferrock, beat), y de los 70’ (más que nada Glam-rock), sin olvidar el “maistream” del mil veces mencionado “rock barrial”. Más allá de todos estos detalles, lo principal era que todo estaba matizado de una falta de ímpetu que hacía de la escena argentina y de sus integrantes una gran constipación artística. Esto influye en gran modo, al rock, el cuál se define muchas veces por el nivel pusional básico de sus canciones (sinceras pero renovadoras y de rápida llegada), como esas mujeres que uno ve despeinadas y vestidas de joggin por la mañana e igualmente mantienen un fuerte “sex-appeal”. Lejos de la solemnidad frívola y calamitosa,(Interama, Polaris) y de la postura naif previsible (Lisa Casullo y seguidores), El mato a un Policia Motorizado, logra en el recorrido de las 7 canciones de su primer álbum “Navidad de Reserva” (2005), captar la atención de los ortodoxos del concepto instrumental de la música, como también de los adolescentes necesitados de una energía primal para calmar su ansiedad hormonal. Justamente el nombre del álbum “Navidad de Reserva”, refleja la dirección a la que apunta el disco. La Navidad es la fiesta más celebrada por el hombre en el mundo, poniendo en juego durante su celebración el proceso de intentar solemnizar nuestra salvación como seres humanos, invitándonos al arrepentimiento y a la reflexión, (a la vuelta a la forma primal de comunicación que es la conversación y el diálogo), y constituyéndose a la vez como un acontecimiento divino y actual mientras haya hombres en la tierra. La idea del álbum a través de su música y sus letras, apunta a salvaguardar todo ese hálito de ternura como escudo frente a las imprevistos trágicos de la vida. Es como si ese “gran sí”, de la Navidad, de repente se haga trágico a partir de la ejecución de las acciones del mismo ser humano, y todas esas promesas se vean rotas, transformándose todo en un doloroso “No”. El primer tema que compone el disco “Navidad en Reserva”, es admirable como cada integrante de la banda se va acoplando en forma sincronizada a la canción, (desde el bajo pasando las guitarras crudas y efectivas, hasta que empieza Santiago Motorizado a cantar), logrando actualizar de una manera sumamente acertada, el olvidado Kraut Rock , (término que en realidad significa Rock alemán y que se utilizó para denominar a las nuevas bandas alemanas de principios de los 70’, encabezadas por Kraftwerk y Neu, y que tenían como patrón de ejecución los instrumentos de uso electrónico como los sintetizadores moog), a través del fraseo prolongado del bajo, el tiempo constante de la batería y el uso de la guitarra distorsionada y reemplazando la habitual linealidad climática de los temas de “Kraut Rock”, por la emoción de los estribillos de corte Punk, pero sin pecar en el infantilismo del punk “nuevaolero”, sino llevando al mismo generó a una suerte de clima cósmico y festivamente épico a la vez. En la letra se ve un claro reflejo de cómo esa prometida fiesta, es interrumpida por una persecución y con la imposibilidad de lograr lo prometido, ya solo el cielo puede acobijarnos entre tanta frustración. En el “low-fi rocker”de “Viejo Ebrio y Perdido”, hay un uso adecuado de los acordes ascendentes de guitarra, decorado como al pasar por el estribillo de la misma canción, en dónde la Navidad ya es solo un feliz recuerdo, gastado con el paso de los años y luego de muchas copas en mano. El Borrachín que festeja la Navidad con las baldosas como almohada, añorando el “Si” de la Navidad, embriagando el “No” del presente actual. En la misma fórmula musical, le sigue “Héroe de la Navidad”, el cuál parece indicar una paródica mirada sobre el desenfreno de “los pibes tuerca”, que en su obsesión por convertirse en una especie de héroe mesiánico de la sociedad posmoderna, termina por lo general desangrado e impotente, mientras el mundo sigue girando alrededor como si nada hubiera pasado, y el “egocentrismo” es el motor de todos nosotros. La balada sónica “Noches Buenas”, es un mirada irónica hacia el mismo héroe “tuerca” e interrogándose si tanto vértigo vale la pena, cuándo en el fondo lo importante es apoyar la cabeza contra la almohada con el cuerpo intacto y la conciencia tranquila. Si ya la navidad como acto de comunión estaba cada vez más lejos, en la “dotación” de reserva de contención, queda aún menos cuando el cuerpo gastado sufre el estilazo del amor que se va. Así ocurre en el explosivo tema (y que hace honor al título del disco) “Navidad de Reserva”, en dónde las guitarras estallan furiosas por el amor que se va, y en dónde empieza a purgarse el dolor en la balada que le sigue “Villancico del final”, en dónde la noche triste, es el marco del replanteo de lo que no fue, y la tristeza por el magro destino, mientras el cuerpo quema de melancolía. Toda gran obra tiene por lo general un concepto circular y de vuelta en plan “krautock”, cierra el tema “Árbol de fuego”, en dónde en forma contundente a través del soliloquio por los malestares producidos en el día que justamente invitaba a la exhumación de todos estos, y a través de la palabra “muerto”, se da cuenta de que todo pasado triste, es siempre superable, y así como hay un renacimiento divino festejado, también siempre estamos a tiempo de poder a volver a construirnos como seres dignos en nuestro plano terrenal. Desde este concepto de “nueva vida”, se podría ubicar el álbum de EL Mato a un Policia Motorizado, tanto por el redescubrimiento de elementos olvidados dentro de la cultura rock, ( en lo que respecta a su música), como en las ideas mismas que aparecen en las letras de sus 7 canciones..

Bernardo Damián DimannMenendez

jueves, 24 de mayo de 2007

Ciclo en el Konex: El Mato a un "Nazi-bot"




Ciclo en el Konex

El Mato a un “Nazi-bot”.

El martes pasado, en la ex aceitera Nidera (ahora convertida en centro cultural) y con la participación de las bandas El mató a un policía Motorizado, Bicicletas y Los álamos, continuó el ciclo de música auspiciado por el gobierno de la Ciudad. El evento fue de mayor a menor, pero confirmó la diferencia que hay entre bandas que tienen el “timing” para hacer de su obra una totalidad divertida e incluyente, y bandas que hacen de su arte una simple obsesión ególatra.

Para dar cuenta de un parámetro de análisis, tomaré en consideración dos conceptos: el de obra de arte y el de secta.

Obra de arte: Relación de intercambio, de transmutación, por la que una finitud determinada (ya sea la escritura, la pintura o la música), en la concreción de su expresión, se convierte en lo justo y apropiado para el artista. Aparentando ser lo absoluto, luego se desvanece en algo incompleto. Transformándose en un posible y nuevo advenir de sentido, dado por el público, ya sea lector, escucha u observador.

Secta: Grupo o movimiento que exhibe una devoción excesiva hacia una persona, idea o cosa, y que emplea técnicas antiéticas de manipulación para persuadir y controlar (a sus adeptos); diseñadas para lograr las metas del líder del grupo. Trayendo como consecuencias, actuales o posibles, el daño a sus miembros, a los familiares de ellos o a la sociedad en general.

Alrededor de las 8 de la noche la gente comenzó a darle marco al evento. La mayoría de ellos vestidos de manera informal, más allá de alguna que otra chica lookeada a lo vintage o a-gogó. El clima era frío y tranquilo. Se podía observar a varias parejitas copeteando algo y besándose de vez en cuando, los porro arty de siempre y algún que otro cuarentón curioso. La mayoría de la gente deambulaba entre el patio abierto y el stand de biblioteca (que de manera equivocada no puso a la venta los discos de las agrupaciones que tocaban y de manera más errada vendía más televisores rosas de plástico para decoración que libros interesantes). El murmullo aumentaba hasta que, alrededor de las 20 y 30, la agrupación platense El mató a un policía motorizado comenzó su set.

En el camino

El mató a un policía motorizado se formó en el 2004, está compuesto según sus nombres artísticos por: Santiago Motorizado (en voz y bajo), Niño Elefante (en guitarra), Pantro Puto (también en guitarra) y Doctora Muerte (en batería), además, de contar en vivo con la participación de un tecladista invitado. Llevan editados un EP “Tormenta Roja”, y dos LP “Navidad en Reserva” (2005) y un “Millón de euros”. Estos últimos son parte de una trilogía, aún inconclusa, donde se habla de las contusiones y desilusiones de la vida del siglo XXI. Sobretodo, de aquellas promesas que se rompen producto del vértigo de la vida misma (como si se tratara de una ‘road movie’ de entre fines de los 60’ y principios de los 70’), mostrando un paisaje en el cuál acciones y personajes conspiran para hacer de la tristeza su motor de acción.
Pese a los problemas de sonido, especialmente, respecto de las guitarras (había una excesiva saturación del volumen de las mismas que impedía que los acordes ascendentes y crudos, característicos de ellos, se apreciaran con claridad en la explosión de los estribillos; el motor de ésta banda platense). De cualquier forma, se destacaron “Viejo ebrio y perdido”, “El héroe de la Navidad” y “Navidad de reserva”. Temas rockers indies donde, a través del ritmo de la batería y la distorsión de las guitarras, se rinde un pequeño homenaje al indie rock norteamericano de los 90’, construido por Sonic Youth y Dinosaurio Jr hacia fines de los 80’, para que Pavement le diera forma definitiva durante los 90’. Lejos del exceso de pretencionismo conllevado por muchas de las bandas nuevas de esta década, “El mato” tiene una concepción de la música sumamente clara e inclusiva que invita a la comunión con el público oyente quien muchas veces termina participando y bailando (en esta ocasión duende de plástico en mano), durante sus temas arriba del escenario o incluso (como ocurrió hacia el final) con un “alterno-miope” tocando a la par de ellos el bajo . Sus letras son una clara elocuencia de ese querer huir a la velocidad de la luz por la primera carretera a mano cuando las cosas a uno lo abruman, pero siempre desde el plano en que el optimismo no esta muy lejos, sino al contrario, tal vez en la próxima estación de servicio. Lejos del pretencionismo sónico de muchas bandas de los 90’ - escapando a clichés estéticos que se han estandarizado en lo que respecta al under local desde que Babásonicos sacó su disco “Jessico” en el 2001-, con letras esperanzadoramente crudas y un re-descubrimiento del uso ascendente de los acordes de guitarras distorsionadas (que llevan a la banda en muchas ocasiones a una especie de “climax espacial”), “El mato a un policía motorizado” se posiciona como una de las principales bandas que forman parte de una real renovación del rock argentino. Distanciándose de comodities-culturales, como los numerosos fetiches de producción audiovisual “palermistas” (donde la languidez y el exceso hedonista llevaron a que bandas sin ideas copiaran, burdamente, cosas de afuera: Interama o Polaris se posicionaron arriba, en lo que refería a la nueva escena local), o el “rock barrial” (que debido a la insistencia en su ortodoxia, se ha “derechizado” al punto que se encuentra más cerca de hacerle un disco homenaje al “Rafa” Di Zeo que de consumar alguna obra fresca y creíble). De esta manera, “los motorizados”, evitan el sectarismo que solo crea “gheto musical” y aisla la posibilidad de que la música se vuelva un elemento popular y disparador de nuevas propuestas culturales. Logrando efectivizar, a través de su música y de sus letras, que la buena música se hace con garra, inteligencia y corazón; arriesgándose, siempre, sin temor al ridículo. El futuro es suyo.


A medio andar.

Alrededor de las 10 de la noche comenzó el set de Bicicletas, quinteto liderado por Julio Cesar (en guitarra y voz,), y secundado por Federico (a secas, y como primera guitarra), el bajista Ruki, el baterista Diano y en teclados por Nacho.
Formados en el 2003 Bicicletas cuenta con dos EP editados: “Deslizate Naranja” y “Discover” y un LP “Bicicletas” editado en el 2006. En los últimos meses se ha transformado en la banda más prolífica en lo que respecta a actuaciones en vivo, llegando a ser inclusive soporte del legendario Roger Waters, el pasado marzo. Con un sonido que mezcla el Progresive-wave de los primeros discos de Inxs (sobretodo los discos “Shaboo Shobaa” y “The Swing”) a través de los colchones sonoros del sintetizador, y los discos más poperos de los “archirecurridos” The Cure (sobretodo, su época más pop como el disco “The Top”) con el “Rock-Sónico” de principios de los 90’ (a través el uso de acordes partidos sumamente melódicos en la guitarra). Los Bicicletas, cuentan con buenos temas, sobretodo, cuando se pone al comando de las canciones su baterista Diano (como ocurre en los temas “Ojos” y “El Sol”) permitiéndose la banda aprovechar más el rol de cada uno sin caer en excesos abrumadores para el oyente. En esos dos temas, que fueron los más enérgicos, Julio César (fiel al estilo de aquel emperador romano) no cae en el exceso mesiánico y de veborragia que a veces lo excede, respeta más los silencios que la música debe tener. Logrando que las canciones se proyecten más libremente, y la banda alcance una dimensión músical más que interesante. En el recorrido de los temas, puede verse como Bicicletas, en algún sentido, presenta una propuesta un poco más astuta que muchas de las bandas del under que tuvieron cierta repercusión mediática. Sin embargo, por momentos, en un intento por abarcarlo todo, y rodeados de cierta “auto-egolatría” barata, algunas de sus canciones terminan en un “maistream” compositivo ya acotado, corriendo el riesgo de embotarse artísticamente y pasar rápidamente a ser una banda más del montón. Respetables y con el deseo de que se vuelvan más salvajes.

Fuera de foco

El cierre del evento, estaría a cargo de Los álamos, banda liderada por Pedro López (en guitarra acústica y voz), y secundada por Ezequiel Safatle (en guitarra eléctrica), Jonah Schwartz (en mandolina y armónica), Matías Campo (en bajo) y Gabriel Sanabria (acordeón y trompeta). Cuentan con dos LP editados, “No se menciona la soga en casa de ahorcado)” y “Emboscada”. En el recorrido de su show, pocas veces se observó en la historia de la música una misoginia artística tan previsible y contraproducente. Tema tras tema, el mismo público que antes había saltado durante “El Mato” y en menor medida con los Bicicletas, se fue, lentamente, durmiendo. Su cantante, Pedro, permitiéndose todos los clichés fetichistas a nivel estético, y queriendo imitar fácilmente a Marc Bolan (ex líder de T-Rex), lo único que hace es aumentar la ironía del público concurrente. Su show es lineal y no hay diálogo posible. Él vive su “ghetismo” a pleno, se toma el permiso de cantar en ese fonético inglés académico donde el “slang” y el “cokney” que hacen a la idiosincracia del verdaderamente anglosajón es imposible de adquirir (licencia que sólo puede tomarse Luca Prodán, hijo de madre escocesa y que vivió el “swing” diario británico durante más de 15 años. O sea, a lo que voy, Luca se cagó a trompadas, tuvo su primera experiencia sexual y con las drogas rodeado de léxico británico, y no precisamente del que enseñan los Firts Institutes por estos lugares). Con un público mayoritario de habla hispana, y -lo peor- siendo hispano él también, su música anodina, suena como si a Russ Mayer (creador del genero de películas “sex-plotation”) le hubieran hecho una lobotomía y, de vuelta en su casa, con el cerebro “crakeado”, le diese por tocar la guitarra tratando de imitar algo del “country –folk” de Crosby, Still, Nash and Young. Este exceso de solemnidad y “auto-apharteid” al cantar en otro idioma del nativo sólo me trae el recuerdo de la “coolmania barata” que tuvo lugar en los 90’ a través de “Willie Crook and the Funky Torinos” como uno de sus máximos exponentes. Tal vez tenga la solución para Pedro: ¿por qué no se contacta con algún sobrino punk de Bergara Leuman, y junto con Willie Crook, pone una “Boutique del Cool Argento”? Seguro que (“bigotes ideológicos” mediante), Canal 9 le da un espacio en su programación. Desde “Harvest Moon” a “Lost Alamo”, su arte no quiere aparentar una lectura absoluta, peor aún es un “Unicato absolutista” de la expresión artística. ¡Heil a Pedro! y a sus integrantes, que no pueden mirar dos centímetros más allá de su ombligo. En fin, capaz alguna de las groupies que los esperan a la salida los haga reflexionar.

El ciclo termina. Voy caminando despacio a tomar el 124 que, como siempre ocurre, pasa cada 124 minutos, mientras lo espero, una chica de unos 20 años se pone impaciente porque, aparentemente, hace ya varios minutos que estaba esperando el colectivo, llama a la madre por celular dice que ya llega a la casa, le comenta que se fue antes porque estaba cansada y aburrida. Sin embargo, una vez que terminó su conversación telefónica, sacó repentinamente un disco del bolsillo de su campera: es el último disco de “El mato”, y mientras lo observa, el brillo de su mirada y los rasgos hoscos de su cara empezaron a cambiar, quizá todo un reflejo de la noche vivida.


Bernardo Damián Diman Menéndez

lunes, 14 de mayo de 2007

Tierra adolescente, todos se pierden


Una vez consumado el fracaso filosófico de la cultura hippie, a principios de los años 70', la mayoría de sus jóvenes integrantes, se encontraban ante la encrucijada de tener que volver a sus hogares. Esto implicaba salirse de los alrededores suburbanos a los que se habían marchado, para regresar a la selva asfáltica y en el corto o mediano plazo obtener un empleo, para de alguna manera tratar de sobreponerse al fiasco de " todo lo que necesitas es amor", y en forma resignada proseguir con la misma vida que sus padres, abuelos y padres de éstos habían tenido. Estos "downpies" (se cambia el "hip" de su connatacion por el "down", ya que para estos individuos el hedonismo y alegría habían pasado de largo hacía ya rato), veían como las drogas duras empezaban a realizar estragos en sus mentes, como la basura de la urbe los envolvía lentamente y como la mirada de ceño fruncido de los empleadores a la que tanto habían escapado, los colocaría sin ningún tipo de compasión dentro de la "picadora de carne". Se creyeron unidos por siempre, y en solo un par de años, se dieron cuenta de que las aparentes flores que se comulgaban entre si, las diferentes etnias y subculturas, solo era una tregua, que silenciosamente se iba apagando, para finalmente obtener su certificado de defunción , el día que Mick Jagger y Cía, no pudieron hacer nada para detener el derramamiento de sangre en el concierto de Altamont . Este evento marca el fin del "flower power" (simbología de los tiempos de felicidad hippie) por el Black Power (que marca el advenimiento de los sectores ya no tan marginados pero aún en pie de lucha como lo eran por ese entonces los negros, el feminismo y los movimientos juveniles de izquierda en America Latina). "Who´s Next?", es el quinto albúm de la formación británica editado en 1971 e integrada por Roger Daltrey en voz, Pete Towshend en guitarra, Jhon Enwistle en bajo y Keith Moon en batería y que contó con los aportes del histórico Nicky Hopkins (colaboró en numerosos ocasiones con los Rolling Stones y otros históricos del rock britñanico) en teclados y piano; y de Dave Arbus en lo que respecta a los arreglos de cuerdas. El productor sin embargo esta vez no fue Kid Lambert como había ocurrido en toda la carrera de los Who, ya que debido a entredichos entre esté y Pete Townshend, luego del fracaso de la no concretada opera futurista denominada "Lifehouse" (de la que sin embargo se encuentran restos en este disco), asumió por primera vez el antiguo rol de Lambert, Glyn Jhons. Whó's Next? o "Quién sigue" en castellano, es la respuesta musical al repentino vacío panóramico que se le presenta al "downpie" de principios de los 70'. La tapa del albúm es todo un manifiesto de esto, en donde se muestra a los cuatro integrantes como terminando de orinar alrededor de un monolito enclavado en la herrumbre, como si en la tierra devastada, solo se permitan acciones biológicas básicas, ya que no queda mucho más por hacer, solo el monolito enclavando la angustia y devastación por los siglos de los siglos. Con un sonido renovador para la epóca en lo que respecta al uso de sintetizadores análogos, que permiten crear pistas que según la nota que se toque pueden bifurcarse en varios sonidos o por el contrario concentrar toda esa variedad de sonidos en un único acorde. Colaborando con esto para acentuar los arreglos de violines, pianos y teclados, la batería aparece menos sobrecargada que en los anteriores discos de los Who. El primer tema "Baba O`Riley" comienza con el uso de una de las pistas de sintetizador que Pete Townshed había compuesto para "LifeHouse", y si bien la letra es un homenaje a su padrino filosófico de él, (Sai Baba), se da cuenta a través de la voz de Roger Daltrey (cruda como nunca), que si bien hubo una vez, (mejor dicho quizás un par de años), en que los jóvenes podían correr libres por los campos y que con el solo hecho de agarrarse de la mano de alguien que los haga plenos podían jugar a ser felices. En cambio, hoy ya bien despiertos de su útopico sueño , ven que no queda nada de eso y que sumado a esto, no hay nadie para deparar la chance del perdón y mucho menos para otorgar la fuerza de la lucha. Los acordes pesados de Townshend enmarcan esta canción, en dónde la bronca y resignación del "downpie", se hacen presente en cada frase del tema. La furiosa y rockera "Bargain", y el country acústico "Love ain´t for Keeping", son quejidos del ex-hippie que inmerso en los 70', se encuentra resignado porque no puede hacer nada para retener a su amor, por más que lo quiera guardar de la mejor manera. Su chica a tomado otros lares, y el sabe que en la formúla del dos hacen uno, hace rato el dejo de tener su lugar. Solitario desde la ventana de una ciudad, únicamente puede ver como lo mejor que tenía se la fue para siempre, ya sea convertida en "yunkie" terminal o en secretaria corporativa en plan vegetariano. La rockera e irónica "My wife", es una fotografía de como los ex-hippies que antes se prometían jamás tener los vicios de la institución del matrimonio, no pueden evitar encontrarse en la misma situación de sus padres, y ante cada reproche de sus prometidas o ahora esposas, no saben como explicarle que solo llegan tarde porque tiene que hacer horas extras en sus magros trabajos, en vez de haber estado con otra mujer, aunque a éstas, ya sólo un tanque o una metralleta las calle. Los notables arreglos de piano dan forma a dos de las canciones más conmovedoras del disco "The song is Over", y la balada "Getting in Tune". Ambas intentan dar cuenta de como en la cabeza del "downpie", sobrevienen los recuerdos de los dorados años 60', en dónde para muchos la vida era una canción en cada momento del día, y que lamentándose por las malas decisiones que tomó se encuentra muy lejos de todo lo que el soñó para su vida. Solo la añoranza de lo que fue y probablemente nunca más lo sea. Es de destacar el final del tema "The song is over", donde se usa una de las líneas melódicas que Townshend habia compuesto para "Life-house", y que más tarde editaría en el disco "Odds and Sods", retomando esa melodía final, en la canción llamada "Pure and Easy". En el country-rock "Goin Mobile", que luego se vuelve, a partir de sus arreglos de teclados, un tema de índole progresiva, se narra sobre que si bien el "downpie", ya dejo de lado sus ideales sobre los problemas ecológicos del mundo, sobre la guerra, aún tiene los fines de semana para salir a despejarse, aunque sea solo por un rato, aunque en el fondo se parezca más a un gitano exiliado de hungría que a una persona con serios problemas existenciales, aún puede hacerse pasar en algunos momentos por un típico hombre moderno de occidente que disfruta de su fin de semana, como si el aire acondicionado de una casa rodante, hubiera sido lo que siempre deseo . En la balada más épica de todo el disco, llamada "Behind Blue Eyes", la pesadilla del desarraigado "downppie", se hace presente cuando reconoce entre esos ojos celestes que en otro momento le tendían la mano, cada vez que lo veía en algún festival, o cuando iba marchando entre las multitudes de protesta, hoy solo se ha vuelto un puño cerrado, tenso y apretado que nada tiene para dar, rompiendo la antigua comunión que se daba entre él y esos ojos azules. El fracaso de la cultura de amor, que por un tiempo junto a personas de diferentes estratos sociales, produce que el resentimiento y la fría venganza sea el remedio para tantas promesas vanas y utópicas. El embrión del yuppie (que se consolidaría a principios de los 80), se hace presenta en las alienantes urbes de los 70', y los nuevos empleadores, cortados sus "sixties" barbas y cabellos, no tienen escrúpulos para nadie, menos aún para aquellos que no se terminaron de adaptar. El cierre del disco "Won´t Get Fooled Again", empieza con otra de las construcciones musicales realizadas a traves de sintetizadores analógicos que Townshend habia ideado para la ópera futurista"Lifehouse", y deja como mueca irónica a través de la rugiente voz de Daltrey, que todo lo que supuestamente se había pensado como izquierda en verdad siempre fue parte de una derecha encubierta y una vez que se standarizan los valores culturales (desde los condimentos estéticos hasta la misma música), que lo hacían funcionar como contracultura, todo vuelve a ser como antes y la rebeldía solo una moda pasajera. En el fondo todos estamos medio doblados y resignados , pero casi por instinto animal más que por convicción sabemos que aún nos queda algo dentro que podría transformarse en un alarido de liberación, si aunque sea con un arco, una flecha o en mejor de los casos un escopetazo, lograríamos que la misma sonrisa hipòcrita de los nuevos jefes, no logre jamás parecerse a las de los antiguos, que tanta angustia y desolación nos causaron. Por más que al "downppie" de aquél entonces, y a nosotros mismos de hoy en día, nos sigan engañando, la esperanza de que una vez por todas esta sea la última, jamás ni nunca debe perderse y prepararse para gritar en el momento oportuno e indicado, el "yeah" final de Roger Daltrey.
Bernardo Damián DimanMenendez

Las estrellas brillan, arden de milonga


Hacia el año 2001, el terrorismo artístico del menemato había dejado la huella imborrable de la decadencia cultural en la mayoría de los jóvenes argentinos que a base de cumbia tropical, berrinches latinos y rock barrial construyeron su patrón de movilidad sociocultural durante años, a lo largo del territorio nacional. A su vez en los 90', la mass-media dió a conocer como alternativo todo aquello que este por fuera de lo anteriormente mencionado, desde el flúo de los colores en el pelo, hasta diversos collares, pasando por bandas tan dísimiles entre si, (entre otras) como lo fueron Nirvana y Radiohead. Dentro del espectro de público escucha de dichas bandas se encontraban los denominados "Borders", (personas que se encuentran siempre en el abismo de la inserción social producto de su formación psicológica y propensas a la neurosis). Aquellas personas que no encajaban en la "groncholandia" de los 90', ven con desconfianza, desconcierto y sobretodo impotencia, esta aparente fiesta de fin de siglo y cuando la misma empieza a decaer al terminar la década, se mantiene en pie y errante frente al desconcierto general, pues como siempre previó (y en el fondo deseo), nada de todo lo que sucedía por aquellos días podia deparar algo bueno. Demasiados pensantes para la "joda" argenta y a la vez, demasiados errantes para estabilizarse y buscar progreso laboral, se conforman con laburos de medio tiempo, que les da lo justo y necesario para ir de vez en cuando a alguna que otra fiesta los fines de semana y aprovechar el reviente de discos importados que se daban en los quebrados Musimundos de ese entonces. Siempre se consideraron nada mas que mugre, pero no de esa que esta por impotencia sino más que nada por elección. Pues sus capas de pelusa, están revestidas de cierta contracultura, que les sirve para manejarse con el timming exacto para poder eludir el derrotero general de la población, y mirarlo hasta con cierto placer. A el retrato de este paisaje quijotesco y posmoderno a la vez, parecen apuntar las canciones del disco de DIOS editado en el 2001. Compuesto por Javier Aldana en batería y percusión, Pedro Amodio en voz y Tomás Nochteff en bajo y de la mano de Fabio Suarez (cerebro y alma mater de la ex-banda de Rosario Bléfari), el disco consta de 19 canciones que apunta al minimalismo instituido por los Velvet Underground, con una fuerte presencia de los fraseos de bajo , que son explotados al no haber guitarras a través del uso de diversas pedaleras, y la batería que honda en los contratiempos de bombo para dar un sonido low-fi pero sumamente abrasivo y asfixiante . Todo esto es decorado por algún que otro "scratch" de producción y por cada palabra que sale de la voz, de de uno de los últimos grandes poetas efectivamente realista de nuestro siglo como lo es Pedro Amodio. El disco empieza con "No sé", en dónde se ve el destino tristemente circular del habitante del Gran Buenos Aires desde que entra el sol por la rendija de su ventana, hasta la noche en donde se empapa del hedor de la cumbia, pues nunca le alcanzó para ir a otros tipos de fiestas en los últimos tiempos. En el vértigo de "Una vuelta de tuerca", se discuten los valores morales del argento tipico que basa la construcción de su indiosicracia en el trabajo, de un modo tal que no hay pecado que no quede purgado al cobrar su jornal mensual , aunque en el fondo cobre en negro el aguinaldo y explote de vez en cuando a alguno otro que el considere que no puede purgar sus tentaciones de ninguna manera, (reciba en dicho caso el nombre de "bolita" o "peruca"). "El campeón", es un retrato del Gattica de fin de siglo que se quedo sin sueños, sin novia y sin familia y que solapado en sus parrandeadas hace divertir a la gente a través de su "bos' " callejero. En "La comparsa" y "Capitán fiebre" se muestra las ganas de salir con lo que se puede y aunque la fiesta te de un poco, un "pasa nada" invisble, simboliza hasta el extremo el espiritú de anomia espiritual de la noche que antes era sinónimo de fiesta. En "El Mal" , a través un fraseo de bajeo exquisito en plan "james bondyesco", se muestra como la cocaína amplía su franja etaria, al punto de pensar si la marcha de los miércoles de los jubilados por el aumento de la jubilación no sería tan solo un medio de aumentar las chances de conseguir algo de "papita" por parte de la tercera edad, con el simple objetivo de soportar el dolor de tantos años. Para Amodio la rama esta podrida aunque desaparezca todo tan fácil, como el barro de un parabrisas. Agnóstica y efusiva, y retrato del perfil border es "subiendo la cuesta", que mientras siente que las estrellas tendrian que bailar o "arder de milonga", solo puede encontrar felicidad en el acto coital y el vino caliente (recordar lo fácil que era estar puesto a fines de los 90', ya que un porro no pasaba el valor de un peso y cualquier vino de cartón no costaba mas de 50 centavos). "Choquemos", "El Carnaval" y "Salir de noche" dan cuenta de como muchas veces la modorra es mejor que el futuro dolor de cabeza por el solo hecho de vivir. Mejor es chocar contra el cuerpo mas próximo que tengamos al lado, cuando el solo hecho de que pasen los días unas tras otro no deparan nada, solamente una mala fotocopia que termina dando sordera de escuchar sentado el ruido de la heladera, mientras las lagañas siguen inmutables en el borde de los ojos. El ritmo del bajo de nochteff, toma el pulso de un corazón, que de repente, se siente enamorado, y ya frente a los abismos del mundo exterior surge como caparazón frente a la alienación, y asoma la luz. En "Cuando el amor nace", los borders tienen su "Belle epoque", y se muestran como Romeos que solo pueden escapar de la mano de princesas posmodernas, auqne en el fondo solo sea por un rato. A puro ritmo festivo, como si fuera una variete de arte callejero, le sigue "Núcleo duro", que continúa la tematica del border que aún se siente enamorado y construye con la "julieta" que el adopto, su cuevita de refugio frente al mundo exterior. Es que aún hay amor del puro, del primerizo, de ese que vale la pena. El post-punk se hace presente en "Los Campesinos" y "Dulcinea", que muestra las primeras dudas y la impotencia del border, al darse cuenta de que ni el amor lo salvará en este mundo posmoderno, ya que por más que lo intente, sus propios miedos terminan devorándoselo. Su alma esta contaminada y nada lo puede salvar. El papel de Romeo, lentamente le va dejando lugar a un Quijote, borracho y falto de palabra, que ya no le importa cuidar lo único bueno que poseía. La espiral descendente lleva al rídiculo y grotesco, obviamente todo adornado por la paranoia del consumo de cocaína. Así se denota en la explosiva "Aprendiendo a comer vidrieras", y la minimalista "La princesa", en dónde los oasis de placer, ya son solo charcos de vómitos, los abrazos quemaduras de cigarros, y el dulce hogar un maltrecho cine cualquiera. Resaca de una aurora y las mañanas que pesan cada vez más, el pseudo-funky de "Las Ranitas"y la circense "Río Paraná", muestra al border que se da cuenta de que en verdad esta enamorado y que sabe que no va a poder jamás dejar de estar perdido, pero mejor acompañado que solo para enfrentarlo, aunque se resigne en sus sueños, aunque en el fondo la fiesta y la alegría duren muy poco. Como coda final del disco, el punk "Planeta Reebok", da una radiografía del "gronchonauta" (persona de mal gusto para vestirse, divertirse y realizar su consumo diario, que gusta de usar zapatillas con suelas que los separan 20 cm del piso, y ropas infladas como si fuera un astronauta soportando el efecto de la gravedad urbana), que unos años más tarde conseguiría el refugio de las computadoras deviniéndo en "cyber-chabón", y creyendo con fácil atisbo que el poder simbólico está en la posesión de ropa de marca, aunque en el fondo las corporaciones nos sigan cogiendo a todos, a toda hora y en todo lugar.
Bernardo Damián DimannMenendez