El ciclo de música en el teatro Victorial, comenzó con la participación de las agrupaciones, Ul, Travesti y Hacia dos veranos.
En un día de tormentas eléctricas, la energía eléctrica y caótica a la vez, de las mismas pareció trasladarse a las bandas, que haciendo gala de su perturbante y endilgante musicalidad, demostraron que no solamente el cielo puede conmovernos, cuando descarga su furia.
Miércoles, quizá el peor día de la semana. En el medio de todo, y aún lejos del descanso pos-viernes, sumado al clima adverso imperante, hizo que el nombre de dicho día, sonara plenamente ideal.
UL, abrió la jornada alrededor de las 21 y 30. De entrada los ex – Reynolds, demostraron a través de una formación compuesta solamente por 3 guitarras, que la génesis de sonidos vanguardistas, parece quedarles fuera de cualquier testamento o dogma musical. Así llevaron a la audiencia a través de acordes disonantes, feedback, efectos de guitarra, o a través de uso del cello de violín sobre las cuerdas, a una especie de tempestad sonora, donde los mismos parecían presagiar un diluvio universal y apocalíptico. Así, en medio del diluvio, su show fue continuo sin jamás atinar a un respiro, sino que de acuerdo a la parte practicada subían o bajaban la intensidad de la música que encandilaba a los oyentes sentados dentro del teatro, y lo más importante, jamás hubo un repertorio o tema en juego, sino solo arte espontánea, y valiosamente vanguardista.
Más tarde, llegó el turno de los sureños Travesti. De entrada, el juego de teclados y los extensos feedbacks de guitarra, parecían ser como centelleantes relámpagos, de esos que se notan en la parte más intensa de una tormenta. Así en medio de los latigazos encandilantes, (como si cada tema fuera esa luz de la soldadura que ciega en cuestión de instantes), pasaron “Bloody Marie”, “Juventud Residual”, “ADN”, “Poder Florecer”. Luego cerraron apelando a su talentosa capacidad para el grotesco e ironía musical con “ILOVEROLLINGSTONE”, ofreciendo un constante fraseo de “Satisfacción” de los Rolling Stones, para finalmente pasar a “Filo Perverso” y sobre la base de esta canción, llevar al extremo todo doctrina o teoría del rock, cantando sobre el mismo tema “El hada violada” de los Ratones Paranoicos, uniendo en forma acertada el mejor legado de los ratones, con formas totalmente disímiles de su música, como puede ser el tecno industrial, que recorre la factoría musical de los “travas”.
El cierre, casi como epílogo del diluvio sonoro y musical, estuvo a cargo de “Hacia dos Veranos”. Banda de cierta musicalidad onírica y que busca a través de la composición de su música, una especie de aureola boreal infinita. Los espectadores empiezan a sentir que los relámpagos sonoros musicales crudos y duros, que antes ofrecieron UL y Travesti, son reemplazados por un viaje dinámico, como si vieran las mismas luces y nuevas vidas que avisora el protagonista de Odisea en el espacio 2001.
A cada nota de guitarra, los acordes de Farfisa que se van superponiendo, dan la sensación de una “atemporalidad”, en dónde hay sueños de infanticidio y renacimiento existencial, para luego a través de estallidos estruendosos, enfocar hacia el infinito al oyente y más allá de este también. Así pasaron “Preludio”, “Sueño”, “Despertar” y “De los valles y volcanes”, entre otras.
La noche arengaba viento y más lluvia, casi como decorado perfecto de la capacidad de llevar a un estado volátil, caótico y esplendoroso a la vez, a los concurrentes, que las tres bandas a su manera, supieron llevar a estos. Una pequeña muestra de que el rock o la misma música a través de sus sonidos, pueden reflejar la misma fuerza de la naturaleza, y trasladar a los oyentes a un mundo vibrante, construido a través de plena creatividad, como si la Tierra en lugar de árboles, valles y montañas, estuviera plagada de cuerdas, teclas y platillos.
Bernardo Damián Dimanmenendez
En un día de tormentas eléctricas, la energía eléctrica y caótica a la vez, de las mismas pareció trasladarse a las bandas, que haciendo gala de su perturbante y endilgante musicalidad, demostraron que no solamente el cielo puede conmovernos, cuando descarga su furia.
Miércoles, quizá el peor día de la semana. En el medio de todo, y aún lejos del descanso pos-viernes, sumado al clima adverso imperante, hizo que el nombre de dicho día, sonara plenamente ideal.
UL, abrió la jornada alrededor de las 21 y 30. De entrada los ex – Reynolds, demostraron a través de una formación compuesta solamente por 3 guitarras, que la génesis de sonidos vanguardistas, parece quedarles fuera de cualquier testamento o dogma musical. Así llevaron a la audiencia a través de acordes disonantes, feedback, efectos de guitarra, o a través de uso del cello de violín sobre las cuerdas, a una especie de tempestad sonora, donde los mismos parecían presagiar un diluvio universal y apocalíptico. Así, en medio del diluvio, su show fue continuo sin jamás atinar a un respiro, sino que de acuerdo a la parte practicada subían o bajaban la intensidad de la música que encandilaba a los oyentes sentados dentro del teatro, y lo más importante, jamás hubo un repertorio o tema en juego, sino solo arte espontánea, y valiosamente vanguardista.
Más tarde, llegó el turno de los sureños Travesti. De entrada, el juego de teclados y los extensos feedbacks de guitarra, parecían ser como centelleantes relámpagos, de esos que se notan en la parte más intensa de una tormenta. Así en medio de los latigazos encandilantes, (como si cada tema fuera esa luz de la soldadura que ciega en cuestión de instantes), pasaron “Bloody Marie”, “Juventud Residual”, “ADN”, “Poder Florecer”. Luego cerraron apelando a su talentosa capacidad para el grotesco e ironía musical con “ILOVEROLLINGSTONE”, ofreciendo un constante fraseo de “Satisfacción” de los Rolling Stones, para finalmente pasar a “Filo Perverso” y sobre la base de esta canción, llevar al extremo todo doctrina o teoría del rock, cantando sobre el mismo tema “El hada violada” de los Ratones Paranoicos, uniendo en forma acertada el mejor legado de los ratones, con formas totalmente disímiles de su música, como puede ser el tecno industrial, que recorre la factoría musical de los “travas”.
El cierre, casi como epílogo del diluvio sonoro y musical, estuvo a cargo de “Hacia dos Veranos”. Banda de cierta musicalidad onírica y que busca a través de la composición de su música, una especie de aureola boreal infinita. Los espectadores empiezan a sentir que los relámpagos sonoros musicales crudos y duros, que antes ofrecieron UL y Travesti, son reemplazados por un viaje dinámico, como si vieran las mismas luces y nuevas vidas que avisora el protagonista de Odisea en el espacio 2001.
A cada nota de guitarra, los acordes de Farfisa que se van superponiendo, dan la sensación de una “atemporalidad”, en dónde hay sueños de infanticidio y renacimiento existencial, para luego a través de estallidos estruendosos, enfocar hacia el infinito al oyente y más allá de este también. Así pasaron “Preludio”, “Sueño”, “Despertar” y “De los valles y volcanes”, entre otras.
La noche arengaba viento y más lluvia, casi como decorado perfecto de la capacidad de llevar a un estado volátil, caótico y esplendoroso a la vez, a los concurrentes, que las tres bandas a su manera, supieron llevar a estos. Una pequeña muestra de que el rock o la misma música a través de sus sonidos, pueden reflejar la misma fuerza de la naturaleza, y trasladar a los oyentes a un mundo vibrante, construido a través de plena creatividad, como si la Tierra en lugar de árboles, valles y montañas, estuviera plagada de cuerdas, teclas y platillos.
Bernardo Damián Dimanmenendez