lunes, 19 de noviembre de 2007

Entre Trapito y Winnie Poe




El pasado Martes en el marco del ciclo “Mr and Mrs Rock ”, se presentaron las agrupaciones Poseidótica, El Mato a un Policía Motorizado y Los Peyotes. En los shows, brindados por las 3 agrupaciones, se asemejo un esqueleto musical que pareciera hacer las veces, de las principales cualidades del ser humano, como lo son el cerebro, su corazón y la vitalidad que aproveche de estos para `poder hacer de la vida algo medianamente estimulante.


La humedad hacia las 8 de la noche, había menguado un poco, así entre copetines y alguna que otra empanada, los escuchas esperaban el inicio del ciclo musical, para calmar el trajín de un día pleno de “fiebre laboral”, como lo son por lo general los martes.
Alrededor de las 20 y 30, Poseidótica abre el show, con “Tantra”, un tema que a través de su musicalidad parece enmarcarse en la ola sonora del Pink Floyd de Meddle, en dónde la psicodelia progresiva, busca un eco de resonancia, a través de los arpegios de guitarra, para que después de los redobles de batería se pase a acordes extensos, que decoren un paisaje que podría relacionarse, con una especie de espiritualidad “orgánica” sonora. A partir del concepto de título, la banda estructura una música que pareciera seguir sonidos que den una sensación como de “fotosíntesis musical” (en una línea mas “shoegaze” podría situarse (para guiar al lector), dentro del concepto de rock orgánico el primer disco The Verve, “A Storm in Heaven”).
Cada nota construye una topografía en donde la forma estará dada por los “clímax” que la banda inspeccionara. “Tantra” busca una cierta línea de armonía, que es cerrada a través de sutiles arpegios al final del tema.
La banda también busca contenidos musicales que tengan que ver con el “Stoner”, a partir de la ductilidad instrumental que sus 4 integrantes poseen. En este plano, la exploración sonora se hace mas intensiva y abrasiva, recorriendo lugares del hard-rock progresivo (como pueden ser los primeros discos de Deep Purple).
Aquí la geografía musical se asemejará a una erupción volcánica, en dónde la lava despedida, no deja ningún recóndito para salvaguardar el oído al fuego sonoro que la banda propone. En esta línea pasan, temas como “La Nave”, “Tiempo y Espacio”, “Anfibio” y cierran finalmente con “Aquatalan”.
Poseidótica es una banda consciente de sus ductilidades instrumentales, y a través de la musicalidad desplegada se siente felizmente culpable de ello, tratando siempre de recrear a través de las canciones, atmósferas sonoras que recorren desde la tranquilidad más amena hasta el desequilibrio más contusivo por pánico existencial.
A continuación fue el turno de “El Mato a un Policía Motorizado”, banda que desde hace ya un par de años, da para hablar largo y tendido.
Recuperadores de la veta punk del “Kraut” de la banda alemana “Neu” y de la corrosión “noise” de bandas de los 80, como Sonic Youth o Dinosaurio Jr, la febrilidad punk de sus canciones, no están por ello exentas de ductilidad y frescura.
Así con un despliegue descarnadamente potente, pasan temas como “Amigo Piedra”, “Viejo Ebrio y Perdido”, “Chica Rutera”, y la balada “Vienen Bajando”.
Después llego el turno de “Navidad en los Santos”, tema sublime en emoción y virulento en adicción emotiva, que define el concepto “kraut-punk”, con que la banda inició su triología que cerrara el año entrante y que comenzó con “Navidad de Reserva” (2005) y continúo con “Un Millón de Euros” (2006).
Si el corazón es un lugar donde se ubican los sentimientos y de ahí se despliegan las pasiones y deseos, nada mejor que depositar al líder de “El Mato”, para reflejar la devoción que con su perfomance siente por el rock.
Santiago es clave a través de la entonación vocal y desempeña a partir de esta, (cuando el tema lo amérita), toda una ola de alegría incluyente, en dónde el escucha se siente partícipe de un fiesta dónde el elemento a degustar y compartir es el mismo rock.
Bien seguido por sus compañeros, (“Willi”, con su batería aceitada y su particular uso del redoblante, y “Pantro” y el “Niño Elefante”, disparando la dosis de electricidad necesaria en las guitarras,) para que con el correr de los temas los oyentes se sientan transportados en un frenético y emocionante viaje musical, donde la meta de llegada, determina de antemano, un grato paraje, tanto para los que la construyen, como para los que los disfrutan escuchándolos.

El cierre estuvo a cargo de Los Peyotes. Banda que a partir de su estética parece extraída de alguna fauna surrealista australiana o polinésica, y en la cuál el Garage, ago-ago y Tex-Mex (género nacido en el Estado de Texas, y que mezcla la música norteña mexicana con el country norteamericana) de sus temas, parece acertadamente “aggiornado”, al contexto nacional.
La bada parece sonorizar algún film ácido de Roger Corman, y mediante la guitarra fuzz y los sonidos del Farfisa, logra una cierta atmósfera sonora, “Inca-apunizante” que pareciera evitar caer en el arquetípico cliché del anglo “ago-ago” musical, para mimetizarlo en una especie de “aju-aju” musical, que se recorta principalmente en la figura de su cantante “David Peyote”, (como si el burrito Ortega, se hubiera ido de trasnoche a puro peyote y de repente se encuentre al comando de una banda de tijuana).
El frenesí de su música es estertóreo, sin dar ningún tipo de respiro, así pasan temas notables como “Vampiro”, “El Humo te hace Mal”, “Psycosis”, “Chacalón”, para después ironizar todo tipo de intento de moralidad estética o musical, con el tema “Cumbia”.
La noche cierra a puro vigor , con los temas “Brotherhood” y “Vos no sos mi amigo”. Toda una óptica estrosbóscopica de música, donde con el correr de los temas, un halo ácido y psicodélico, pareció abrazar a banda y espectadores.
Así cerro una nueva fecha del ciclo Konex, en la cuál la diversidad de las propuestas ofrecidas fue interesante recorriendo todo tipo de elementos y géneros que atañen al rock desde hace más de 40 años, y que hacen a la vida y vigencia del mismo. Casi como los orgános e impulsos vitales que el cuerpo humano necesita para poder recrearse y renovarse, desde el mismo intelecto, hasta las pulsiones que determinan el flujo sanguíneo.
La pregunta surge entonces, frente a la diatriba constante de entender el rock nacional en patrones de modernidad según la actualidad rock británico o norteamericano, (los cuáles desde hace ya un par de años, han declinado ostensiblemente su nivel, al punto que del “maistream” reciente solo se destaca la frescura y vitalidad de los Artic Monkeys entonces: , ¿Hace falta pagar 100 pesos para tener que ir a buscar rock supuestamente serio y actual, escuchando bandas foráneas que hacen covers de Pink Floyd, teniendo siempre como espejo de idoneidad creativa todo elemento exterior, cuando con una sola oreja, cualquier persona sabe que “Navidad de Reserva” (disco de el Mato del 2005), suena conceptualmente mucho más renovador que cualquiera de los Kaiser Chiefs o The Fratellis?.
Bernardo Damián DimanMenendez

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