viernes, 25 de enero de 2008

Mieles y asperezas de un poeta salvaje Primera parte


La historia de Elliot Smith pareciera ser la de esas épicas “tragedias románticas”, dónde el precio de la frustración existencial se contrasta con un arte profundamente sensible y natural, la cuál incomprendida en su momento y exorcización mediante del artista, lleva al mismo a un reconocimiento eterno y atemporal.
“Border” y sinuoso, caminando siempre en la “otredad” de lo que podría denominarse felicidad, y a la cuál parecería, (canciones mediante) abrazar y empapar de esta, a sus oyentes.
Su música destila la dualidad, de la seducción que se transforma en violación, del amor que se convierte en decepción, del suspiro de algarabía, que pronto es ahogada en un mar de tristeza, de la afabilidad de querer compartir, que choca contra un mundo de egoísmo, transformando el abrazo y la mueca de sonrisa, en un puñetazo de bronca e impotencia; en síntesis, de la esencia “agridulce”, con la que confrontamos a lo largo de toda nuestra existencia.
Pero por encima de esto, Elliot Smith fue un artesano excelso de la canción, que le canto a los hombres de estrellas y “estrellados”, y que como dejo de esa constelación mágica y trágica, hizo honor al mito del poeta salvaje, que muere de soledad.


Estados unidos 1994, tras los escombros del bramido grunge

1994, pareciera ser una año bisagra para la música norteamericana. El 8 de Abril, Kurt Cobain, haciendo honor a la letra de Neil Young, decidió extinguir su alma por siempre, para acabar con los fantasmas que lo cercaban desde hacía tiempo. La famosa revolución sonora encabezada por la denominada movida alternativa G-4 (Nirvana, Alice in Chains, Pearl Jam y Soundgarden), perdía a su líder artística y espiritualmente más talentoso y carismático. Ya nada olía a adolescente, las aguas quisieron ser revueltas, y el océano musical era calmo nuevamente. El Doom Rock que emanaban sus depresivas letras, a través de guitarras distorsionadas, ya era una hoja seca, y el legado era recogido por unos Smashing Pumpkins, cuyo mayor pretencionismo instrumental generaba una sofisticada política sonora , dejando de lado cualquier intento de vibra punk, que Cobain y los suyos habían construido. La “zacarina” volvía al rock, así, Sheryl Crow acaparaba las radios norteamericanas, haciendo añicos la promesa de los “grungers” de que nunca más en la radio sonarían a escala masiva artistas de la calaña de “Huey Lewis and the news”. Beck daba sus primeros pasos, pero no inmiscuía por detrás una escena homogénea, sino más bien la elegancia universal que todo buen “crooner” detenta. Para colmo de males, se decide organizar, (contextual y conceptualmente de manera errónea), un Woodstock que conmemore el 25º aniversario del utópico sueño hippie. Así, el barro mítico volvió, pero esta vez no había amor, sino virulencia en la tierra mojada que dejo como saldo 4 muertos por asfixia en la ya legendaria pelea de barro entre Green Day y sus fans, que sirvió como despegue para que el nuevo punk californiano, (Green Day, Offspring, entre otros) llevara adelante una movida musical plagada de excesos estéticos fetichistas y carente de una dialéctica musical visceral que conllevará algún tipo de replanteamiento ideológico en el joven escucha.
La brújula de comando del rock internacional, iba a pasar nuevamente a Gran Bretaña.
Festejando el fin del tacherismo, y con los laboristas de nuevo en el Parlamento después de casi 20 años, los británicos no quieren saber nada con la depresión y (hedonismo musical mediante) solo quieren festejar.
En septiembre Oasis saca “Definitive Maybe”, y rompe records de ventas para un álbum debut, y lo “Cool British”, legado iniciado por los Beatles en los 60’, vuelve a concentrar la atención del mundo entero.
Consciente o inconscientemente la música de Elliot Smith se iba a mixturizar de algo de todo esto. Por un lado de la contusión de los sueños rotos, que emano el Grunge, y por otro, de la canción perfecta, sugestiva y emocional que el Brit-Pop construyo durante esos años, pero para entender el motor creativo natural del cautator, debemos, repasar el modo en el cuál se fue inscribiendo en el mundo y ubicarnos en el lugar que transitaba en el mundo hacia inicios de esa década.

Afección Nómade

El arte siempre funciona como catarsis liberadora de traumas familiares, afectivos o físicos. Siempre las huellas de fantasmas existenciales que rodean una mente sensible en la música son expuestos desnudamente a través de las canciones.
Elliot Smith cumplía varios de estos requisitos, desde su penosa disfuncionalidad familiar, (abusos sexuales incluidos), pasando por una adolescencia nómade que jamás lo llevo a anclar en un contexto afectivo y visual conocido, desidia adolescente que lo llevó a probar todo tipo de sustancias narcóticas, y la desazón por tener la convicción interior de poseer mucho para dar, y pocos que lo quieran comprender o escuchar.
No obstante su capacidad de intuición, curiosidad, sensibilidad e inteligencia le otorgó siempre un interesante dinamismo social. Egresado en 1991de la facultad de Massachussets en Filosofía y ciencia política, algo que realizo más por inercia que por propia convicción, forma su primer banda Heatminster (banda que mezcla influencias del hardcore de Fugazi con el renovador sonido grunge de ese entonces). A todo esto, los contrastes ridículos de la vida misma, no le daban un espacio de anclaje para desarrollarse su alma en armonía. Así como en Buenos Aires, nos encontramos con numerosos arquitectos manejando taxis, Elliot pese a su título universitario y mientras armaba su primera banda, se ganaba algunos dólares trabajando en una panadería.
Así los años pasaban, y su banda no terminaba de lograr un lugar de cierto reconocimiento, por lo que en diciembre de 1994, decide, (más por insistencia de su novia de ese entoncs, que por “motus” propio), lanzar su primer disco solista.

Toreo purgatorio

En la historia de los cantautores del rock no reconocidos, se puede rastrear el origen de esa atemporalidad que enmarca a la música de Elliot Smith, en el fallecido Nick Drake. Claro que en la distancia que separa a uno del otro, pasaron más de veinte años. Entonces el naturalismo de Nick Drake, desarrolla historias de melancolía tortuosa que se decoran de árboles, ríos, campos y lunas, como reflejo del aura de ensoñación hippie romántica que enmarcaba su arte. Elliot se inscribe en un contexto de posmodernismo, de fin de ideologías y del pesimismo y embotamiento que asfixia a las almas sensibles perdidas en las urbes. No le canta al suspiro del amor que se va, sino a la impotencia desoladora que genera el rechazo o la incomunicación afectiva y sincera.
No hay flores, ni lunas, sino paseos “dantescos” en Obdsmobiles, llamadas telefónicas desesperadas que no encuentran respuestas, y el amor es descripto como una llaga infectada e inmune a todo tipo de antibióticos.
El primer tema “Roman Candle”, no solamente sirve de título al álbum, sino en algún sentido para entender el concepto estético de la portada y del contenido musical del mismo. La “Vela Romana”, es un elemento de pirotecnia, pero traspolado al universo artístico y estético del álbum, sirve como metáfora descriptiva de una explosión que haga acabar con la herrumbre misma del “border” o “outsider” de la megapolis moderna, y que en la catarata de chispas que caiga se alumbre una vida nueva o comienzo, ya que nadie puede recomponer la “vela romana”, una vez quemada.
En dicho tema, (lejos el mejor del álbum), se define la quintaesencia de su primera etapa compositiva. Cuando uno escucha los acordes inciales de “Roman Candle”, pareciera encontrarse en un lugar de profunda descarga emocional, similar a la que se produce en el mismo momento, que el toro va al encuentro del torero.
Elliot Smith asume un papel desafiante, vertiginoso, en dónde toda la bronca contenida es expulsada a través de la misma música, que se resuelve con éxito a través del uso en ciertas partes de efectos de “overdrive”, (como si el aspa del toro pasara de largo y el triunfo sea para el torero). La letra clarifica esa postura descarnadamente “retadora” en la parte que narra, “He could be cool and cruel to you and me, Knew we'd put up with anything, I want to hurt him, I want to give him pain, I'm a roman candle, My head is full of flames” (“Él podría ser fresco y cruel a ti y a mí , sabría que toleraríamos cualquier cosa, Deseo lastimarlo, Deseo darle dolor, Soy una vela romana, mi cabeza esta llena de llamas”. Todo ese “ruidismo” hosco, que no permite una comunicación real afectiva y resulta generadora de dolor, parece ser el patrón a seguir en el disco, de hecho muchos temas se autotitulan “sin nombre”, y esa atmósfera fatalista cobra una dimensión más notoria en la épica “Last Call”.
Un año después lanza su segundo Lp que lleva su nombre “Elliot Smith”. Con una leve mayor producción en las guitarras que logra una mayor expresividad sonora. Pero lo más importante es el uso del multi-tracking (técnica que desde entonces no abandonará hasta el final de sus días), que le permite superponer varias capas de su impresionante caudal vocal y destacar en forma precisa las armonías vocales.
El disco desde su misma portada, parece mostrar el abismo tensionante que envolvía al cantautor a partir de su marcada adicción a las drogas. Hay tirantez en la atmósfera musical del disco, que parecería mostrar un panorama desolador, y de flagelo corporal, como demarcando explícitamente un abismo existencial (de hecho la tapa muestra un par de cuerpos cayendo al vacío y la contratapa muestra una sensación similar mostrando una foto en contrapicado del puente Brooklin).
La tensión se hace claramente presente desde el inicio. En el primer tema “Needle in the Hay”, (tema que el director de cine Wes Anderson, haría mundialmente popular, en el intento de suicidio de uno de los personajes de “Los excéntricos Teneubam”), la propuesta es marcadamente confesional y purgatoria a la vez. La letra dice: “I can't be myself, And I don't want to talk, I'm taking the cure, So I can be quiet, Whenever I want, So leave me alone, You ought to be proud that I'm getting good marks, Needle in the hay, Needle in the hay” (No puedo ser yo mismo, y no quiero hablar, Estoy tomando la curación, solo quiero permanecer tranquilo, Como yo lo deseo, estoy orgulloso de estar consiguiendo buenas marcas, Aguja en el heno, Aguja en el heno”). El disco también muestra a E.S. nuevamente en su papel de torero musical, en la frenética “Southern Belle”, aunque el mejor tema del álbum, resulta ser “St. Ides Heaven”. Una pieza musical, de una compleja sucesión de acordes en donde pareciera musicalizarse, el paisaje mental del “yonkie”, paranoico por las miradas ajenas y la vergüenza propia.
Estos discos de escasa difusión y venta, parecen sintetizar el E.S., más rupestre, (en ninguno de los dos discos hay baterías, pianos, o bajo, las canciones son decoradas solo con guitarras peladas,mayormente acústicas) y empapado de toda la influencia musical del indie-folk, teñido de ese discurso melancólico, depresivo y opresivo, que enmarco a la escena grunge y su lírica “Doom rock” (o sea, de tristeza y melancolía). En síntesis, estos dos primeros trabajos, definen explícitamente la naturaleza musical de Elliot Smith y la cuál nunca abandonaría, pero como todo gran artista que hila fino, siempre va a tratar de buscar una vuelta para no terminar repitiéndose en fórmulas musicales, pero sin perder su particular esencia de “poeta trágico” y visiblemente alienado, que lo hace peculiar y único a la vez.

Crema de estrellado
Antiguamente la electricidad en el folk era sinónimo de traición. Sin embargo, en el álbum Either/or (1997) no hay deslealtad, sino ganas de evolucionar artísticamente. Entonces el primerizo indie-folk de los dos primeros discos, se convierte en indie rock, y el disco constituye un paso hacia delante en cuánto calidad y planteamiento musical. Por esos tiempos, el Brit-pop, alcanzaba el sumún a nivel mundial, encabezado por Gallagher y cía. y hay un claro acercamiento al formato canción brit-popero de ese entonces. Las estrofas y estribillos van a sonar sumamente compactos, que sumado a la inclusión de baterías, bajo, poderosas guitarras eléctricas (escuchar el estruendoso solo de “Punch and july”, en la línea power-pop de “Big-Star”), y teclados, dejan atrás las súplicas intimistas acústicas de los dos primeros dos discos. En la tapa del disco por primera vez aparece él, mostrando su impronta neurasténica y en la contratapa se ve un candelabro. Es como que la evolución de formas musicales planteadas en este disco, denoten que más allá de las dudas existenciales, (de hecho Either/or, es el título de un ensayo del filósofo danés Soren Kiekeergard), que lo siguen persiguiendo, encuentra en la música cierta luz para darse un respiro. Quizá el ejemplo más claro esta en la delicada balada “Ballad of Big Nothing” en la parte que la letra narra: “You can do what you want to whenever you want to, , there's no one to stop you, Now you can do what you want to whenever you want to, Do what you want to whenever you want to, Do what you want to whenever you want, to though it doesn't mean a thing, Big nothing”, (Puedes hacer lo que desees siempre que lo quieras, puedes hacer lo que quieras, eso es lo que no va a detenerte, Ahora puedes hacer lo que deseas siempre que quieras, Puedes hacer lo que desees, siempre que lo que quieras, Hacer lo que deseas siempre que quieras, aunque pienses que no signifique nada, una gran nada”.)En 1997, el director de cine Gus Van de Sant, lo invita a participar de la banda sonora de “Good Will Hunting”, (una versión más precisa y realista de la por entonces “Generación X” norteamericana, al contrario de la minúsvalida “Generation X”, protagonizada por Ethan Hawke). Elliot aporta varios temas para el soundtrack de la película, y uno de ellos, “Miss Misery”, le vale la nominación para los Oscar.
Esto, le da la chance de mostrar su música en medios de difusión masiva. Así a principios de 1998, debuta en la televisión norteamericana, interpretando en vivo “Miss Misery”, en el programa de Conan O’Brian, unas semanas antes de presentarse en los Oscars y que el mundo entero lo descubra físicamente y artísticamente. Como queriendo contrastar con toda esa gala maniqueísta e histérica que son dichos eventos, E.S. se presento de traje blanco y ofreció lejos el mejor tema y la mejor interpretación musical de la noche. Pero como bien sabemos, en Hollywood el buen gusto tiene paladar corporativo, y el premio se lo llevó “My Heart Will Gold on”, de Celine Dion.
No obstante, su aparición en la crema del espectáculo le repara ciertos réditos. Sus tres primeros discos son reeditados por Domino records y firma contrato con la Dream-works de Steven Spielberg, que le permite disponer de recursos de producción inimaginables años atrás. Así se convierte en un año de intensa actividad, presentándose continuamente en vivo (participio incluso del celebre “Saturday Night Live”, y colaboró también en la banda sonora de “American Beauty” (su tema es una re-versión del “Because” de los Beatles, que aparece en los créditos del final).
No obstante en la aparente felicidad por la dicha inesperada, E.S., se siente presionado y a la vez oprimido. X/0, es un claro reflejo del fatalismo sentimental que invadía a Elliot Smith por ese entonces, sumado a su dificultad para poder deslindarse de su adicción a sustancias peligrosas. En la tapa aparece fuminada la imagen de el jugando con un tocadiscos, y sobre el fondo se ven varios afiches-agenda, en la contratapa una silla vacía. Todo un cuadro pictórico, de lo que le sucedía por aquel tiempo. En el aparente reconocimiento masivo, en el cuadro aparente que decodifica la audiencia, de facilidades y gracia, es solo una pintura fingida. E.S., sigue vagando por aguas tempestuosas de complicado timoneo. Entonces, toda ese marco de reconocimiento, parece desvanecerse frente a su naturaleza inestable.
El disco a través de un adecuado uso de vientos y una marcada presencia del piano, intenta edulcorar el paisaje desolador que las letras ofrecían. Hay desenfreno eufórico que sirven de catarsis como “Amity”, irónica resignación en “Oh well ok” y añoranza de romance en “I didn`t understand”, que repasa la mejor tradición pop de los Kinks, Beatles y Brian Wilson, respectivamente.
Sin embargo lo paradojal del estado de ánimo del E.S.,( pese al reconocimiento masivo y las casi medio millón de copias vendidas), se encuentra en la descarnada “Everybody cares, Every understand”, en dónde canta, “ Everybody cares, everybody understands, Yes everybody cares about you, Yeah, and whether or not you want them to, It's a chemical embrace that kicks you in the head, To a pure synthetic sympathy that infuriates you totally, And a quiet lie that makes you want to scream and shout” (“Todos cuidan, todos entiende, si todos cuidan sobre tiTodos cuida sí sobre ti, Sí, y así aunque no los deseas, Es un producto químico que te patea en la cabeza, A una condolencia sintética pura que te enfurece totalmenteY una mentira reservada que marcas que deseas congelarte y gritar”
Bernardo Damián Dimanmenendez

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