lunes, 28 de enero de 2008

Mieles y asperezas de un poeta salvaje: Segunda Parte


Una dosis de elegancia, antes del “alunizaje final”.


En abril del año 2000, Elliot Smith, saca “Figure 8”, quizá el disco más elegante, compacto y prolijo del cantautor. Graba en Abbey Road, y cuenta en la producción con la misma gente que venía colaborando desde Either/Or (Tom Rothrock y Rob Schnaf). En la tapa y contratapa, aparece la figura de E.S., vestido de manera prolija e informal, sin ningún elemento o gorro, que le de un aspecto “Gaunt” (demacrado), rodeado de un arco iris, que pareciera enmarcar la esencia de “cool-britania” musical, que domino el último lustro del siglo pasado. Más allá de denotar en las canciones la desilusión de un supuesto gran amor que no fue (escuchar “Pretty Mary K”), la propuesta musical no se va realizar mediante el resentimiento o abatimiento, sino en forma elegante, visualizando que lo que no fue, siempre funciona como obertura de nuevas experiencias. La letra de “Easy way out”, puede servir de síntesis de todo esto, “Got stuck on a side you know I never chose, But it's all about taking the easy way out for you, I suppose, There's no escape for you except in someone else, Although you've already disappeared within yourself, The invisible man who's always changing clothes, It's all about taking the easy way out for you, I suppose, Well I watch you making mistakes, I wish you luck, I really do”. (“Conseguí quedarme en un lado que sabes que nunca elegí, Pero todo está en tomar la salida fácil para ti, supongo yo, No hay escape para ti excepto en algún otro, Aunque has desaparecido con todo lo tuyo, El hombre invisible que está siempre cambiando de ropa, todo esta en tomar la salida fácil para ti, supongo yo, bueno yo veo que estas cometiendo errores, te deseo suerte, de verdad”. El nivel de composiciones del disco es altísimo, logrando que el uso del multi-tracking vocal permita que la voz y sus armonías se adecuen puntillosamente a la instrumentación (ya sea pianos, cuerdas, guitarras), la cuál funciona como opereta, de las cuerdas vocales de E.S. Entonces el simbolismo del arco iris británico cobra sentido a través de las canciones que parecen seguir el catálogo de canción edulcorante y de fácil llegada iniciada en los 60’ por los Beatles y los Zombies y reactualizada con el tiempo, a través de bandas como Teenage FanClub.
De lúcido aspecto en público, y pese a una intensa gira promocional, el disco solo alcanza el puesto 99 entre los más vendidos, la aparente calma y aceptación consigo mismo que para ofrecer Figure 8, era solo eso, aparente.
Entrado el 2001, Elliot Smith inicia un “degradee” de su persona, que cumple con todos los requisitos para la sacralización del músico de rock, (dionisismo mediante) iniciado durante los años 60’. Así inicia una ruptura con la realidad circudante, que lo rodea de manera fulminante. Rompe con su manager, y antiguos productores. La recaída en la heroína, lo lleva a probar numerosos tipos de rehabilitación sin resultado alguno. En los conciertos, se suele olvidar a menudo los temas o las letras, y provoca la tristeza y desconcierto de sus fanáticos. Solo, roto, y sin la contención de la música, se vuelve lentamente paranoide y rehacio a todo afecto. La tragedia shakesperiana es cuestión de tiempo. Así, el 24 de Octubre del 2003, luego de apuñalarse en el pecho, E.S. acabo con su vida, convirtiendo en hecho fáctico el mito de leyenda que siempre pareció recortar de su figura y música.
Un año después se edita “From The Bassement on the Hill”, uno de esos discos en los cuáles parece notarse una inminente “alunización” del artista para escaparle a la tragedia terrenal (similar al que se denota en el “Closer” de Joy División, en “Barret” de Syd Barrett, o el “Pink Moon” de Nick Drake).
El disco suena contusivo y visceral, adredemente desprolijo, y cargado de una dramaturgia que pide clemencia frente al inminente final. Ya no hay “toreo”, “ni purgación”, ni siquiera añoranza o desesperación romántica, solo un enorme hiato de vacío sentimental, imposible de llenar y que una vez aceptado seca lentamente el alma.
La tapa es un claro reflejo de ello, con una foto que muestra su aspecto descuidado de los últimos años y en la parte trasera una ilustración de una casa negra rodeada de pingüinos y avestruces, como símbolo de que es hora de reposar y detenerse, cansado ya de tanto trajinar.
Los intermezzos musicales que decoran gran parte del disco, suenan según la ocasión a preludio fúnebre, a hibridación de nuevas formas de vida, o simplemente a caos mental. La síntesis clara esta en la conmovedora “King’s Crossing”,: “The king's crossing was the main attraction, Dominoes falling in a chain reaction, A scraping subject ruled by fear, Told me whiskey works better than beer, The judge is on vinyl, decisions are final, And nobody gets a reprieve, And every wave is tidal - if you hang around , You're going to get wet”, (La travesía del rey era la atracción principal, Fichas que bajan en una reacción en cadena, Un tema que raspaba gobernó por miedo, Dime que el whisky trabaja mejor que la cerveza, El juez está en el vinilo, las decisiones son finales, Y nadie consigue una suspensión temporal de un castigo, Y cada onda es marea, si cuelgas alrededor, Vas a seguir mojándote”.
Elliot Smith como todo ser humano no pudo escapar a la finitud misma de la vida, pero su arte deja un legado, el cuál al escucharlo (seamos de Londres o Buenos Aires, de China o París, del Bronx o Bervery Hills), se universalizan valores conflictuales eternos del ser humano, que dan cuenta de la lucha entre deseo y regla, entre amor y traición, entre nobleza y mezquindad, pero a través de los cuáles notamos, que en el mismo camino de la vida, debemos procurarnos dejar siempre un espacio para perdernos en las tinieblas y bondades del amor. Más allá de la probable desazón o decepción, porque si hay algo que todos tenemos claro, es que lo peor que nos puede pasar mientras la sangre caliente nuestros cuerpos, es terminar muriendo de tristeza y soledad.

Bernardo Damián Dimanmenendez











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