Poseedores de una música que mezcla la desolación cotidiana, con la fantasía que fluye por nuestras mentes, Prietto viaja al Cosmos con Mariano, emprenden su vuelo rumbo a tierras mexicanas, dónde serán soportes de Cansei de Ser Sexy, en el DF.
El sueño roto y el viaje más allá del inconsciente como almohada frente al dolor, pareciera ser las dos herramientas fundamentales con las que Maxi y Mariano, construyen la identidad artística de su banda.
Luego de sacar su último Ep (titulado homónimamente), y a partir de temas como “Verano Fatal” y “Avenida Corrientes”, las historias tangueras que narraban estados de insatisfacción permanente parecieran actualizarse en las letras de Maxi Prietto.
Por otro lado, no es un bandoneón, como ocurre con el tango, el que acompaña las historias, sino una guitarra y batería, que se mueven dentro de un espectro artístico escapista. Así, en la fuga, aparecen descripciones urbanas, simples y profundas a la vez, como narra Avenida Corrientes: “Noche de sábado en capital, fui a enterrar lo que seré, caminando por corrientes los tontos se mordían los dientes, y yo en soledad”. El día y la calle del festejo típico argentino, narrado desde el otro lado. El de la soledad, el desamor y la congoja por no poder ser parte de la fiesta. Las miradas urbanas de Maxi, actualizan las visiones que Manal, realizó con “Avenida Rivadavia”. Ya no hay felicidad hippie, “ni tiempo para “dormir al amanecer” como narró Cerati en los 80’, sino una voraz incomunicación que describe la profunda desolación posmoderna.
Respecto a la Ciudad como lugar de hábitat y fuente de inspiración Maxi cuenta: “Las letras no son buscadas, ni pensadas. Avenida Corrientes, la escribí en 5 minutos apenas cerré la puerta de mi casa. Lo que esta en los ojos influye y obviamente de algún modo eso se nota en la música. A la vez, que no es lo mismo, la ciudad para un pibe de 20 años, en los 70’ u 80’, que hoy en día.”
El tango reflexionó mucho acerca del paso del tiempo, esa mirada desgarradora sobre el paso del tiempo y el efecto destructivo que genera sobre las relaciones, las cosas o la vida misma, es claramente apropiada por Maxi, como manera de manifestar cierta impotencia contextual y expresar el “dolor de ya no ser”. Un ejemplo de esto podría ser la letra de “Verano Fatal”: “Los días duraban años, las noches duraban siglos, entre tus gritos y el mar, fue un verano fatal, con las resacas y borracheras, y yo me enamore de vos” o en quizá uno de los mejores temas de la banda denominado, “Divagando en el Salón Cosmico” que contiene la contundente frase: “Ahora me drogo con gente que no conozco, ni soporto, ahora me drogo pero no con vos”.
A la vez, la música que acompaña las letras, se construye a partir de un cierto “vuelo natural instrumental” de los dos músicos, sin que allá alguna forma astronómica predeterminada en sus sonidos. Esto se diferencia claramente, en la manera que tenía de cotejar sus miedos e inseguridades la vieja guardia de sónica de los 90’, en dónde constantemente se hacía referencia a geometrías surrealistas, “Cabeza de medusa, su boca es invisible” o superficies etéreas, “Yo siempre pude ver un mundo en que no estoy, son pájaros de miel”.
La transición que uno escucha en los escapes musicales de la música de Maxi y Mariano se acompaña de balbuceos que no representan ningún idioma, ni tampoco ponen en juego, situaciones o personas descriptibles, sino solo su cosmovisión personal, como manera de auto escape de ellos mismos y la realidad que la rodea.
En síntesis, entre la crudeza de la realidad, y la fantasía de elevarse a través de su música, Prietto viaja al Cosmos con Mariano, parecen comandantes de una nave musical que planea por terrenos musicales que podrían ser una suerte de “tango espacial”, renovando con sensible picardía, los parámetros para abordar al rock y tomando como musa inspiradora al arrabal de la vida misma.
Bernardo Damián Dimanmenendez
El sueño roto y el viaje más allá del inconsciente como almohada frente al dolor, pareciera ser las dos herramientas fundamentales con las que Maxi y Mariano, construyen la identidad artística de su banda.
Luego de sacar su último Ep (titulado homónimamente), y a partir de temas como “Verano Fatal” y “Avenida Corrientes”, las historias tangueras que narraban estados de insatisfacción permanente parecieran actualizarse en las letras de Maxi Prietto.
Por otro lado, no es un bandoneón, como ocurre con el tango, el que acompaña las historias, sino una guitarra y batería, que se mueven dentro de un espectro artístico escapista. Así, en la fuga, aparecen descripciones urbanas, simples y profundas a la vez, como narra Avenida Corrientes: “Noche de sábado en capital, fui a enterrar lo que seré, caminando por corrientes los tontos se mordían los dientes, y yo en soledad”. El día y la calle del festejo típico argentino, narrado desde el otro lado. El de la soledad, el desamor y la congoja por no poder ser parte de la fiesta. Las miradas urbanas de Maxi, actualizan las visiones que Manal, realizó con “Avenida Rivadavia”. Ya no hay felicidad hippie, “ni tiempo para “dormir al amanecer” como narró Cerati en los 80’, sino una voraz incomunicación que describe la profunda desolación posmoderna.
Respecto a la Ciudad como lugar de hábitat y fuente de inspiración Maxi cuenta: “Las letras no son buscadas, ni pensadas. Avenida Corrientes, la escribí en 5 minutos apenas cerré la puerta de mi casa. Lo que esta en los ojos influye y obviamente de algún modo eso se nota en la música. A la vez, que no es lo mismo, la ciudad para un pibe de 20 años, en los 70’ u 80’, que hoy en día.”
El tango reflexionó mucho acerca del paso del tiempo, esa mirada desgarradora sobre el paso del tiempo y el efecto destructivo que genera sobre las relaciones, las cosas o la vida misma, es claramente apropiada por Maxi, como manera de manifestar cierta impotencia contextual y expresar el “dolor de ya no ser”. Un ejemplo de esto podría ser la letra de “Verano Fatal”: “Los días duraban años, las noches duraban siglos, entre tus gritos y el mar, fue un verano fatal, con las resacas y borracheras, y yo me enamore de vos” o en quizá uno de los mejores temas de la banda denominado, “Divagando en el Salón Cosmico” que contiene la contundente frase: “Ahora me drogo con gente que no conozco, ni soporto, ahora me drogo pero no con vos”.
A la vez, la música que acompaña las letras, se construye a partir de un cierto “vuelo natural instrumental” de los dos músicos, sin que allá alguna forma astronómica predeterminada en sus sonidos. Esto se diferencia claramente, en la manera que tenía de cotejar sus miedos e inseguridades la vieja guardia de sónica de los 90’, en dónde constantemente se hacía referencia a geometrías surrealistas, “Cabeza de medusa, su boca es invisible” o superficies etéreas, “Yo siempre pude ver un mundo en que no estoy, son pájaros de miel”.
La transición que uno escucha en los escapes musicales de la música de Maxi y Mariano se acompaña de balbuceos que no representan ningún idioma, ni tampoco ponen en juego, situaciones o personas descriptibles, sino solo su cosmovisión personal, como manera de auto escape de ellos mismos y la realidad que la rodea.
En síntesis, entre la crudeza de la realidad, y la fantasía de elevarse a través de su música, Prietto viaja al Cosmos con Mariano, parecen comandantes de una nave musical que planea por terrenos musicales que podrían ser una suerte de “tango espacial”, renovando con sensible picardía, los parámetros para abordar al rock y tomando como musa inspiradora al arrabal de la vida misma.
Bernardo Damián Dimanmenendez