Cuando las cosas parecen ir en declive, es cuando se pone a prueba la capacidad de alpinistas en la vida de los hombres. El camino varía según el contexto y la naturalidad de cada persona, pero cuando la sensibilidad se traslada al plano de la música, como variante exhorcizante, por lo general, resulta un buen crucifijo frente a la creciente “vampirización” espiritual del ser humano del presente.
Nómades por elección y convicción, el postre musical que presenta Superflan en su primer Ep, titulado “Dejen los Problemas”, es fortuitamente digestible y, a través de una música que escapa a cualquier pretencionismo solemne sonoro o compositivo, produce la buena digestión del oyente.
El disco se compone de siete temas, y la banda se encuentra integrada por Guillermo Ingra (voz y guitarra rítmica), Esteban Gonda (voz y primera guitarra), Luis Roberti (bajo y voz) y Sebastián Zacher (batería).
La propuesta filosófica, que emana de sus líricas, da cuenta, de cómo ya todos sabemos de antemano, la vida por si misma, no es fácil, pero con buena voluntad y la dosis adecuada de entusiasmo, cualquier pozo ciego puede ser evitado fácilmente.
Así, esa especie de arco iris optimista y melancólico, cobra vitalidad a través de ese “funk new wave” que es el primer tema que abre el Ep: “Dejen los Problemas”, dónde la voz rasposa de Guillermo Ingra, funciona como oleoducto extractor de los sonidos de guitarra, que le otorgan ese swing, sugestivamente bailable y optimista, que emana dicha canción.
De cuidada prolijidad en los arreglos instrumentales y en las voces, Superflan, retrotrae ese espíritu juguetón y afable, que por los 80’, supieron llevar en buena medida, bandas como Los Orions. Si de los 80’, hablamos es innegable que fue una década de fuerte “transnacionalización” de géneros musicales de diversa parte del mundo, que dio como resultado, la denominada “World Music”, de notable auge hacia mediados de esa década y teniendo como padrinos espirituales y musicales principalmente a Brian Eno y David Byrne. Algo de esto, puede rastrearse en los arreglos vocales de “Tengo una esperanza”, como intentando que la línea melódica de la banda, de manera casera, adopte consciente o inconscientemente, parte de esa atmósfera vintage, que atañe al concepto sonoro del disco.
En una época plena de agnosticidad y excesiva violencia postural, una buena muestra de cómo la banda extrae una porción de la vapuleada, amenidad criolla mediática, que en otros tiempos podía sintonizarse en “El Club del Clan” o en “Badía y Cía.”, es el tema “No Pararé”. Plena de beat y ago-go a la vez, (escuchar la batería y el bajo), el tema narra en forma chispeante como a través del baile y la diversión, la parranda hormonal es el mejor psicólogo que hoy en día podemos encontrar.
La música como un elemento de satisfacción y de irreverencia, frente al caos y los sinsabores de la vida misma, así haciendo honor a su nombre Superflan, sirve su acaramelada música, la cuál si apareciera en algún menú a la carta, Mochín Marafiotti, (recordado musicalizador de los carnavales de antaño), desde el cielo jamás se negaría a degustar.
Bernardo Damián Dimanmenendez
Nómades por elección y convicción, el postre musical que presenta Superflan en su primer Ep, titulado “Dejen los Problemas”, es fortuitamente digestible y, a través de una música que escapa a cualquier pretencionismo solemne sonoro o compositivo, produce la buena digestión del oyente.
El disco se compone de siete temas, y la banda se encuentra integrada por Guillermo Ingra (voz y guitarra rítmica), Esteban Gonda (voz y primera guitarra), Luis Roberti (bajo y voz) y Sebastián Zacher (batería).
La propuesta filosófica, que emana de sus líricas, da cuenta, de cómo ya todos sabemos de antemano, la vida por si misma, no es fácil, pero con buena voluntad y la dosis adecuada de entusiasmo, cualquier pozo ciego puede ser evitado fácilmente.
Así, esa especie de arco iris optimista y melancólico, cobra vitalidad a través de ese “funk new wave” que es el primer tema que abre el Ep: “Dejen los Problemas”, dónde la voz rasposa de Guillermo Ingra, funciona como oleoducto extractor de los sonidos de guitarra, que le otorgan ese swing, sugestivamente bailable y optimista, que emana dicha canción.
De cuidada prolijidad en los arreglos instrumentales y en las voces, Superflan, retrotrae ese espíritu juguetón y afable, que por los 80’, supieron llevar en buena medida, bandas como Los Orions. Si de los 80’, hablamos es innegable que fue una década de fuerte “transnacionalización” de géneros musicales de diversa parte del mundo, que dio como resultado, la denominada “World Music”, de notable auge hacia mediados de esa década y teniendo como padrinos espirituales y musicales principalmente a Brian Eno y David Byrne. Algo de esto, puede rastrearse en los arreglos vocales de “Tengo una esperanza”, como intentando que la línea melódica de la banda, de manera casera, adopte consciente o inconscientemente, parte de esa atmósfera vintage, que atañe al concepto sonoro del disco.
En una época plena de agnosticidad y excesiva violencia postural, una buena muestra de cómo la banda extrae una porción de la vapuleada, amenidad criolla mediática, que en otros tiempos podía sintonizarse en “El Club del Clan” o en “Badía y Cía.”, es el tema “No Pararé”. Plena de beat y ago-go a la vez, (escuchar la batería y el bajo), el tema narra en forma chispeante como a través del baile y la diversión, la parranda hormonal es el mejor psicólogo que hoy en día podemos encontrar.
La música como un elemento de satisfacción y de irreverencia, frente al caos y los sinsabores de la vida misma, así haciendo honor a su nombre Superflan, sirve su acaramelada música, la cuál si apareciera en algún menú a la carta, Mochín Marafiotti, (recordado musicalizador de los carnavales de antaño), desde el cielo jamás se negaría a degustar.
Bernardo Damián Dimanmenendez
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