jueves, 14 de junio de 2007

La Misa Negra de las 4:00 AM



El viernes 8 de junio, la agrupación bonaerense Travesti se presento junto con Coco y Placer. En el marco del show brindado, se pudo observar como “los Travestis” se constituyen desde hace largo tiempo como una de las mejores bandas del under nacional, a partir de un manejo de elementos simbólicos de la cultura rock, que hacen
de sus shows una especie de “liturgia de la música”, a través de una original performance que lleva a la conmoción emocional, en dónde el principal beneficiado es el mismo rock.

La fría humedad se hacía más intensa dentro del sótano ubicado en la calle Estados Unidos al 200, y mientras el reloj marcaba que ya buena parte de la noche había transcurrido, los concurrentes matizaban la espera del plato principal de la noche, decorando el lugar con una densa niebla de humo de cigarrillo y vapores etílicos.
Luego de las correctas presentaciones de Coco, (un trío que mezcla influencias del movimiento denominado “rock divertido”, encabezado en los 80’, por Los Twist y Viudas e hijas de Roque Enroll, con el “low-fi” ameno de Suarez, sobretodo el que se encuentra en sus discos “Hora de no Ver” (1994) y “Horrible” (1995)) y de Placer (grupo que traslada su indiosincracia de vida a su música, creando una especie de género musical que podría denominarse “Rock Abatido”), salió a escena el dueto encabezado por “Floxon” en guitarra y secundado por Alejandro Torres en sintetizadores y teclados.
El líder de Travesti, toma en forma cansina su guitarra, y se para frente al público con un look que hace recordar, a los grandes héroes mitológicos del rock de fines de los 60’, superada ya estos su etapa dionisíaca y dando cuenta a través de un desprolijo pelo largo y rala barba, que el reviente de sexo, drogas y rock’n’roll, había estado con ellos. “Floxon”, no se deja ver como un estético cliché arcaico, sino que se readapta todo esa impronta y la mimetiza con un sonido más moderno, es como si de repente Jim Morrison o Brian Wilson, se encontrarían tocando al frente de Jesús and Mary Chain o Sonic Youth.
4:00 AM los golpes de sintetizador de Alejandro Torres, dan comienzo al ritual, a través del tema “Juventud Residual”, mientras “Floxon” empieza a narrar la desidia a la que esta sometida la juventud del siglo XXI, mezclando una ironía que lo para al borde del cinismo perfecto, todo matizado a través de las capas de sonido de su guitarra, y llevando al público a una especie de viaje denso e infinito, como si se encontrara en una procesión religiosa donde la misma música es el elemento a ser purgado. A continuación le sigue “Efedrina”, y Travesti comienza a jugar con la estructura misma de sus temas llevándolos a un extremo, que los hace casi irreconocibles por momentos, pero en dónde parecería que el caos catártico y alienante de su sonido, es el patrón que sirve como “modus operandi”, de sus presentaciones en vivo, retrotrayendo de una manera actualizada, conceptos olvidados de la cultura rock, como el “Happening” y con el objetivo de intentar lograr que el público, no se quede con el mero concepto o idea lograda en los temas grabados en sus albúms, sino por el contrario, que trate de ampliar la lectura de los mismos a partir de la catarata de sonidos que parece inundar a las canciones. Así la performance corporal e instrumental, tanto de Alejandro Torres y Floxon, se vuelve mitológica, y correspondiente al patrón sonoro de los temas, (de repente puede verse a Floxon caminar letárgicamente alrededor del amplificador logrando una especie de “noise” orgiástico), mientras Alejandro Torres termina tocando de manera particular sus sintetizadores, (realizando braceos aleatorios sobre las teclas como si estuviese tocando una guitarra en una banda de “soft metal” de los 80’.) La gente empieza a perder su timidez, y de a poco se empieza a expresar corporalmente a partir de la hipnosis causada por la música que emana del escenario. El ritual empieza a generar la exaltación en los fieles devotos y reconversión en aquellos aún primerizos.
El show continúa y “Floxon” irónicamente anuncia: “Para Jimi Page”, pues la obviedad y previsibilidad, es algo que por suerte escatima en Travesti. Así, da comienzo “I love Rolling Stone”, (un tema homenaje al fallecido fundador de los Rolling Stones, Brian Jones), a través de la guitarra de “Floxon”, que al principio toca los acordes de “Sing this all together”, un tema de los Stones que se encuentra en el disco “Sus Majestades Satánicas”(1967), y que quizá represente la quintaesencia maldita que los Rolling Stones supieron tener al principio de su carrera. Luego, el éxtasis sonoro de más de 10 minutos, en dónde, ya nada parece tener un significado concreto, ni los mismos músicos, ni la canción que esta sonando, ni el marco mismo que los contiene, solo importa la imagen acústica que se genera y que cada espectador puede apropiarla o recortarla a su manera, (como si estuviéramos en una película de David Lynch en dónde el no sentido forja el sentido mismo). El tema sigue sonando, solo falta que un momento aparezca Brian Jones caminando con una cerveza en mano, por el escenario (capaz paso y no lo vi). A esta le sigue, “Poder Florecer”, un oscuro “dance” intimista, pegadizo y melancólico a la vez, que sirve a la banda, para poder congratular al público a través de un ritmo que hace mover sus cuerpos, buscando la sensualidad en la desesperanza misma que narra su letra. El show acaricia su único punto de relax, antes de retomar la procesión anteriormente iniciada, como si fuera el beso engañoso y largamente deseado de alguna “femme-fatale”, que nos alegra por algunos segundos, para que minutos después nos vuelva a despertar a la realidad, al verla arropada entre un panal de hombres sedientos de ella.
Le sigue una versión implacable de “Cuidate”, en dónde, el colchón sonoro sirve como banda de sonido perfecta para narrar una historia de desamor, en dónde la palabra “cuidate”, solo sirve como trasfondo de la resignación del ser humano desorientado ante el ser deseado que se va. La procesión de los Travesti va llegando a su fin, mientras el público ya completamente absorto se prepara para saborear las “ostias” finales, del ritual al que ha asistido. A puro ritmo salvaje, suena el “Tecno-beat” deforme “The Face”, para finalmente cerrar el show con “Filo Perverso”, ese mismo filo que deposito Travesti en nuestras mentes y oídos, al estar del lado idóneo que debe corresponder a todo artista, el cuál es el lado salvaje. Ese mismo que lleva al artista a una búsqueda profunda y personal, logrando que todo patrón, forma o concepto reconocido, como método seguro del accionar humano quede a un lado, logrando que el artista en su proyección artística llegue a nuevas formas, creando de este modo un mundo nuevo y fresco, que revitaliza el espíritu de los oyentes.
La misa termina mientras Alejandro Torres,de manera ninfómana, pasa su teclado por todo su cuerpo, mientras “Floxon” absorto y con la mirada fija en un punto cualquiera del lugar, saca gotitas de cerveza de su vaso, y bendice a su público en el nombre del padre, del hijo y obviamente del rock. Amén.

Bernardo Damián DimanMenendez

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