domingo, 27 de julio de 2008

"Colonos de una nueva religión"


En Adrogué y a pleno candor musical se presentaron las agrupaciones Mármol R y Soundblazter. Con la capacidad de otorgarle a su música una dosis personal que apunta a visualizar gemas emocionales de visiones diarias, palpables y febriles, la cáscara de cómo se descubrió al barrio y el conventillo que el mismo genera en los 90’, cambia de forma y color a través de sonidos y narraciones más contemporáneos.


El rock es un género musical, y como todo arte expresada, esta tiene mayor o menor validez según como sus practicantes puedan ostear horizontes no esperados. Así, como Cólon descubrió América, hoy en día, parecen pocos los músicos que detenten una actitud colónica a la hora de conquistar nuevas tierras musicales.
Si bien todo pareciera estar hecho en el rock, siempre hay margen y nunca se debe perder la esperanza desde un plano de “retroacción”.
Así, dentro de la situación de emergencia que vive un país cada vez, más sumido en la tosquedad de tacto e imaginación, (producto de la pauperización económica y cultural), por lo general se termina recayendo, en dos posturas en la música: la demagogia purista de la repetición de formas, o en la indulgencia que termina generando agentes encubiertos de la SS, sonora, lejos de lograr un producto que mixturize la “picaresca” criolla, con atrayentes universos sonoros foráneos.
Mármol R y Soundblazter rompen con todo este presupuesto de blanco o negro, comprendiendo que en la música, la poliformidad creativa debe tener primacía.
Si hace tan sólo 7 años atrás el grito de Cristián Aldana: “La Cumbia es una mierda”, quizá ofuscado por no poder marcar el nuevo rock argentino noventero, a toda una generación que termino levantando banderas laxas y populismo de bajo calibre, era un caballito de batalla digno para la post alternatividad, hoy las cosas han cambiado rotundamente.
Primeramente, si la alternatividad se nutre de cierto background musical anglófilo, es de tener en cuenta para los músicos locales, que muchos de los “song-writers” británicos, forman parte del típico inglés que no replantea mucho su existencia filosófica, ni sus consumos culturales, sino solo hace música porque es lo que más atrapa en la vida, (tenemos el caso de los Happy Mondays, Stones Roses en los 80’ y de Oasis en los 90’).
Entonces la dicotomía cumbia o popular, igual retrógrado o grasa, queda nulificado porque cada expresión tiene un contexto para decodificarse. Así, si uno abre la imaginación, no pareciera haber mucha diferencia entre la manera de sentir la vida de un integrante de Flor de Piedra y un mientro de los Happy Mondays o Stones Roses.
Utilizando ese concepto de que lo popular forma parte de una manera auténtica de expresar un estado de cosas, pero llevando al magma de su corazón de sonidos y vivencias personales, Mármol R, lapida todo cipayismo foráneo y todo chauvinismo nacionalista, a través de un “Tropi-Madchester”, que narra, canciones de furioso desencanto sentimental como “Así no se mata a un Criollo”, serenatas entre densidad e ironía como “Rita” o “Siempre hay rincones”, y también hay lugar para la canción “Beach” (siempre en la clave ochentera madchester de orientar sus ondas sonoras), como “Me Molestan” o “Qué Otra Función del tiempo”.
La electrónica con las raves de inicios de los 90’, y su evolución en trip-hop, o Drum and bass, logró que la energía de “punkitud” del grunge también pueda practicarse sin necesidad de tantas guitarras. Así, Prodigy, evolucionó y en sus primeros Lps como “Experience” o “Music for the Jilted Generation”, ya definía un universo cyber punk.
Soundblazter, oriundos de Lomas, platenses por adopción, pareciera gestar, a través, de una relectura del dub electrónico, del regio rock experimental y porque no también del Drum and Bass, una patología creativa dónde ser periférico y del conurbano, es expresada a través de energéticos samples collages musicales.
Así, orientados a que la electrónica es un género popular, pero sin hacer de esto un unicato de solemnidad, logran conjugar un mundo propio, que mezcla la emergencia de ser desplazado, con un “Kitsch” escénico visceral, directo, y sin pausas, dónde la puerta a lo festivo o “el agite”, está abierta a cualquiera que pueda entender la música por fuera de líneas puristas y sin necesidad de falsa congratulación hacia el espectador, sino por el contrario, asaltándolo todo el tiempo, sin otorgarle respiro alguno.
Así, entre otros, pasan como dinamitas hormonales “Play”, “Vía Circuito”, “Radio Studio Dance”, hasta llegar al final con “Visiones de Pablo”.
En síntesis, Mármol y los blazter`, son retazos positivos, de una comprensión del rock que ya no busca la jactancia de la novedad por la novedad, sino que desde un concepto “neo”, metamorfosea su identidad, para que el gusto criollo, suburbano, barrial y palpable para cualquier joven o persona que transita la universidad de la vida, no quede huérfano de referentes musicales que viven un presente tan impredecible como ellos mismos.
Para ello, la función de colonizar nuevas maneras de comprender a la música, es la expedición obligada de Mármol R y Soundblazter, para que una nueva “América Musical”, puede ser disfrutada por todos, y a la vez, perderse en un discurso, que no discrimine géneros musicales, ni estéticos.
Bernardo Damián Dimanmenendez

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