Travesti realizó su primera presentación del año en el teatro El Nacional. Así, entre los sonidos de su laboratorio musical alucinógeno y su capacidad de performers “deformes”, la satisfacción de volver a verlos pasa, por ver como los travas conjugan pócimas musicales novedosas y redituables para los oídos.
El viernes en el Nacional, la puerta se rodeaba de apenas unas 50 personas, las cuáles esperaban ansiosos el primer recital de Travesti del año.
Si la pócima es el conocimiento medicinal de materiales vegetales, la pócima de los travas, pareciera ser la capacidad de hilar en sus fórmulas musicales, una resolución vital y eficaz, para que el espectador no termine desvirtuando su atención o aburriéndose.
Abren, con ese extracto de music hall de desidida urbana, que resulta ser “Juventud Residual”, para luego pasar al nuevo “Rumbo al Brujo”, tema dónde el comienzo de Floxon susurrando palabras va creciendo hasta lograr un acertado tono de
“Rock episcopal”, haciendo que esa especie de liturgia que parecen recortar los recitales de Travesti, siga por la buena senda.
Más tarde, repasan temas como “Bloody Marie”, intercalando ese efectivo uso del “noise”, al que Floxon nos tiene acostumbrado, y bien apoyados por los sonidos pesados y tenebrosos de los sintetizadores de “Gauchito sónico”.
Luego, pasa la versión punk industrial del tema de los ácidos camboyanos, que readaptan dentro de su filosofía musical que es “No estudies”.
La energía de Travesti, resulta oscura, pero no por lo maligna, sino por la manera en que encara la vibra de su música, hacia lados de extrema densidad para el oyente, como si se tratará no de un recital, sino de una suerte de “Protesta Humana” musicalizada.
Así, en esta especie de ritual musical, “caversónico”, luctuoso y misterioso a la vez, da luz a una especie de “Happening maquiavélico”, en dónde lo espontáneo lleva al oyente a una ruta sin retorno, de esas que con km metro recorrido, lo depositan en una densidad de sensaciones poliformes, que lo dejan dudando, si esta siendo sometido a un ridículo escabroso, o una obra de arte genial y futurista.
En esa especie de trance al que lentamente es sometido el oyente, los travas, despachan un añejo tema y que en un sentido es una fidedigna muestra de cómo pueden unir, “shoegaze” con bases de tecno industrial o gótico.
El resultado de todo esto, es “En/trans”, un tema que entre el homenaje a los personajes pictóricos de la Factory Warholiana de los 60’, muestra una fuerza contundente, que termina despabilando a puro bofetazo a los espectadores.
Así, cierran los Travas, su primer show del año, dejando en claro que su compromiso con la vanguardia honorable y ridícula, tan valorada en otros tiempos, sigue firme e intacta y con la enjundia de que el mayor desafío que les espera pasa por la capacidad del público de saber interpretarlos.
En esa disputa, emisor-receptor, entra en juego la genial obra de Travesti, y en el mismo juego, no hay vencedores ni vencidos, sino un rol o papel que lucha por romper con toda estructura o molde constipante y regresivo.
Bernardo Damián Dimanmenendez
El viernes en el Nacional, la puerta se rodeaba de apenas unas 50 personas, las cuáles esperaban ansiosos el primer recital de Travesti del año.
Si la pócima es el conocimiento medicinal de materiales vegetales, la pócima de los travas, pareciera ser la capacidad de hilar en sus fórmulas musicales, una resolución vital y eficaz, para que el espectador no termine desvirtuando su atención o aburriéndose.
Abren, con ese extracto de music hall de desidida urbana, que resulta ser “Juventud Residual”, para luego pasar al nuevo “Rumbo al Brujo”, tema dónde el comienzo de Floxon susurrando palabras va creciendo hasta lograr un acertado tono de
“Rock episcopal”, haciendo que esa especie de liturgia que parecen recortar los recitales de Travesti, siga por la buena senda.
Más tarde, repasan temas como “Bloody Marie”, intercalando ese efectivo uso del “noise”, al que Floxon nos tiene acostumbrado, y bien apoyados por los sonidos pesados y tenebrosos de los sintetizadores de “Gauchito sónico”.
Luego, pasa la versión punk industrial del tema de los ácidos camboyanos, que readaptan dentro de su filosofía musical que es “No estudies”.
La energía de Travesti, resulta oscura, pero no por lo maligna, sino por la manera en que encara la vibra de su música, hacia lados de extrema densidad para el oyente, como si se tratará no de un recital, sino de una suerte de “Protesta Humana” musicalizada.
Así, en esta especie de ritual musical, “caversónico”, luctuoso y misterioso a la vez, da luz a una especie de “Happening maquiavélico”, en dónde lo espontáneo lleva al oyente a una ruta sin retorno, de esas que con km metro recorrido, lo depositan en una densidad de sensaciones poliformes, que lo dejan dudando, si esta siendo sometido a un ridículo escabroso, o una obra de arte genial y futurista.
En esa especie de trance al que lentamente es sometido el oyente, los travas, despachan un añejo tema y que en un sentido es una fidedigna muestra de cómo pueden unir, “shoegaze” con bases de tecno industrial o gótico.
El resultado de todo esto, es “En/trans”, un tema que entre el homenaje a los personajes pictóricos de la Factory Warholiana de los 60’, muestra una fuerza contundente, que termina despabilando a puro bofetazo a los espectadores.
Así, cierran los Travas, su primer show del año, dejando en claro que su compromiso con la vanguardia honorable y ridícula, tan valorada en otros tiempos, sigue firme e intacta y con la enjundia de que el mayor desafío que les espera pasa por la capacidad del público de saber interpretarlos.
En esa disputa, emisor-receptor, entra en juego la genial obra de Travesti, y en el mismo juego, no hay vencedores ni vencidos, sino un rol o papel que lucha por romper con toda estructura o molde constipante y regresivo.
Bernardo Damián Dimanmenendez
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