En el marco del Turdera Fest. 3, se demostró que la competitividad, (sana y no tanto), es buena cuando de rock se trata. Así, entre las cinco bandas que se presentaron, la victoria dentro de este mini-torneo musical, fue para el regreso de los D-Champions, que brindaron un show corto y directo, en dónde su “neo-romantic suburbano”, le sacó brillo a cada rincón gastado y oxidado del Club Alumni.
El Turdera Fest. fue originado con la idea de que los festivales de música, vuelvan a respirar ciertos aires ideológicos de contracultura, y romper con toda hibridez o timidez actual, sin pensar en que las heridas emocionales, sean de complicada sutura y curación. En síntesis, el Turdera Fest., propone desde su humilde lugar, una vuelta a que el encuentro entre músicos y oyentes, dispare sensaciones de pertenencia, y que en la socialización de los mismos, el término escena y sueños nuevos, no parezca un cartel de alguna publicidad mercadotécnica para “púberes tvdependientes de Sonny Channel”.
La música y el rock más precisamente, necesitan recuperar ese “halo ideológico”, para separar, (incluso rozando la bravuconada beligerante y purgadora, que siempre marcó a emergentes escenas musicales), para que nuevamente tengamos una visión eficaz y clara, que haga distinguir fácilmente al público de rock, la paja productiva del polvo estéril e infecundo. En síntesis, para delimitar bien, lo que va de lo que no va.
Así, entendiendo desde un concepto contracultural y tomando lo ideológico, desde el concepto clásico que sirve para visualizar un marco de acción, y luego ir armando un plan para cambiar el status quo imperante, (en este caso sería el “mainstream musical”), el Turdera Fest., desde su marginalidad de medios y periferia simbólica, constituye de manera imprevista, un lugar de peregrinaje mágico para bandas que encuentran un lugar para cotejarse con pares en similares condiciones materiales y de medios en pos de que sus voces se escuchen.
Lejos del “ghettismo” filosófico que implica un “autoapartheid” para su arte, y aún más lejos de la “dietética actitudinal y disciplinaria” que implica, “la palermidad”, con Niceto como cónclave de todo, el Turdera Fest., sin querer y casi de manera espontánea, entre lo ridículo de su denominación y el misterio y lejanía que implica la localidad de Turdera (casi una comarca hobbit, en medio de zona sur), hace que el magnetismo y la fascinación (a veces exagerada), igualmente aporte a la leyenda de este Festival de Emergencia Musical (en el sentido de la necesidad expresiva que impera cada vez que toca alguna de las bandas).
Casi después de más de 8 meses, los Dchampions en apenas seis temas, se llevaron todos los aplausos a partir de esa voz de perversión misógina que exhala Santiago Rial, apoyado en el impecable trabajo de su bajista (Mauro) y baterista (Emiliano).
Es imposible que haya soul, en los Dchampions. Hay demasiada ideas permeadas bajo los paisajes neblinosos de la lisergia, y también del pictoricisimo agreste y decadente del conurbano, (no cosmopolita). Así, su música es una visión personal de romanticismo, entre lúdico, sexópata, candoroso y fastidioso, en síntesis, música “neo-romantic”, sin glamour de ropas, pero con la elegancia de lo que el alma y el corazón puede aportar, según la temperatura que dicten las venas.
Así, abren con “Invasión Divina”, haciendo “medley” con “La Chica más linda de Adrogué”. Le siguen “Free Pop”, “El Aguijón del Escorpión” y cierran con “Drogada Legal”.
La Copa de Oro, de este Turdera fue para ellos, a través de la capacidad simple escénica de Santiago Rial, para contar sus secretos galácticos tercermundistas, de una manera que lo emocional se dispara hacia dimensiones de fantasía y emoción, reconocibles para cualquier persona que haya podido superar los “fileteos” del corazón, y seguir pese a todo, creyendo en algún tipo de sentimiento profundo, ya sea el amor, la amistad, el perdón y la reconversión.
El segundo lugar, fue para los Mármol R. En su mejor actuación, del año, y haciendo que la densidad de ciertos temas, que por momentos se estaba volviendo pasmosa, a partir de un mayor vigor en los mismos recupere una elasticidad mucho más pegadiza para el oído, sobretodo en temas como “Me Molestan” o “Así no se mata a un Criollo”, para en la diversidad de sonidos (pianika, guitarras y teclados), encontrar que su sonidismo logre abrochar conceptos de canción de rock, claros y simples, como ocurrió con la nueva “Así Como Estas”.
Los demás participantes fueron parejos. Viva Elástico, no estuvo en la mejor de sus noches, con excesivas pausas entre tema y tema, y una tendencia a hacer un manifiesto de cada tema, que termina restándole sorpresa musical a la banda.
Los PerroDiablo, empezaron con todo su repertorio de dardos musicales venenosos, como “Todos los No” o “Malas Preguntas”, pero lo excesivamente largo de su repertorio, hizo que por momentos toda su furia, se pierda en pasajes de cierta densitud actitudinal, restándole a la sorpresa a esa ola de furia y toreo, que normalmente resulta la banda.
Los últimos en participar fueron los 107 Faunos. Comandados por Gato, empezaron a destilar sus hits, de euforia y anfetamínica, como son esas visiones oculares estroboscópicas que resultan “Calamar Gigante Nº8”, “Pequeña Honduras”, y también la gragea sonora pequeña pero potente que es “Muchacho Lobo” y el himno, hacia un espíritu más jovial y actual, para todo lo que acuño el “indie” históricamente que narra la canción “Días Dorados”. Finalmente entre el amontonamiento de la gente arriba del escenario, su show dio por concluido, antes de que la nube de excesos toxicológicos, (que recubría a gran parte de la audiencia) termine por abrir la manguera de alguna de las venas de los concurrentes.
Así, paso la tercera edición del Turdera Fest. En dónde Festival de música, significa que este debe ser, (más allá de excesos ideológicos o de praxis), un lugar dónde los sonidos de las bandas y músicos ejerzan su propia dictadura, para que todo lo que regodea para mal los oídos sea desplazado. Sin abrazos de “judas hippies”, sin cadenas constipantes de mercadotecnia, sino solo música. Sólo música, que siempre en realidad fue lo que importó. Lo demás es decorado o narcoticismo de “tosca ilusión”, y eso lo sabemos hace rato todos, con el repertorio de festivales de celulares, con el que han robotizado, nuestra alegría, ira, miedos y virtudes.
Bernardo Damián Dimanmenendez
El Turdera Fest. fue originado con la idea de que los festivales de música, vuelvan a respirar ciertos aires ideológicos de contracultura, y romper con toda hibridez o timidez actual, sin pensar en que las heridas emocionales, sean de complicada sutura y curación. En síntesis, el Turdera Fest., propone desde su humilde lugar, una vuelta a que el encuentro entre músicos y oyentes, dispare sensaciones de pertenencia, y que en la socialización de los mismos, el término escena y sueños nuevos, no parezca un cartel de alguna publicidad mercadotécnica para “púberes tvdependientes de Sonny Channel”.
La música y el rock más precisamente, necesitan recuperar ese “halo ideológico”, para separar, (incluso rozando la bravuconada beligerante y purgadora, que siempre marcó a emergentes escenas musicales), para que nuevamente tengamos una visión eficaz y clara, que haga distinguir fácilmente al público de rock, la paja productiva del polvo estéril e infecundo. En síntesis, para delimitar bien, lo que va de lo que no va.
Así, entendiendo desde un concepto contracultural y tomando lo ideológico, desde el concepto clásico que sirve para visualizar un marco de acción, y luego ir armando un plan para cambiar el status quo imperante, (en este caso sería el “mainstream musical”), el Turdera Fest., desde su marginalidad de medios y periferia simbólica, constituye de manera imprevista, un lugar de peregrinaje mágico para bandas que encuentran un lugar para cotejarse con pares en similares condiciones materiales y de medios en pos de que sus voces se escuchen.
Lejos del “ghettismo” filosófico que implica un “autoapartheid” para su arte, y aún más lejos de la “dietética actitudinal y disciplinaria” que implica, “la palermidad”, con Niceto como cónclave de todo, el Turdera Fest., sin querer y casi de manera espontánea, entre lo ridículo de su denominación y el misterio y lejanía que implica la localidad de Turdera (casi una comarca hobbit, en medio de zona sur), hace que el magnetismo y la fascinación (a veces exagerada), igualmente aporte a la leyenda de este Festival de Emergencia Musical (en el sentido de la necesidad expresiva que impera cada vez que toca alguna de las bandas).
Casi después de más de 8 meses, los Dchampions en apenas seis temas, se llevaron todos los aplausos a partir de esa voz de perversión misógina que exhala Santiago Rial, apoyado en el impecable trabajo de su bajista (Mauro) y baterista (Emiliano).
Es imposible que haya soul, en los Dchampions. Hay demasiada ideas permeadas bajo los paisajes neblinosos de la lisergia, y también del pictoricisimo agreste y decadente del conurbano, (no cosmopolita). Así, su música es una visión personal de romanticismo, entre lúdico, sexópata, candoroso y fastidioso, en síntesis, música “neo-romantic”, sin glamour de ropas, pero con la elegancia de lo que el alma y el corazón puede aportar, según la temperatura que dicten las venas.
Así, abren con “Invasión Divina”, haciendo “medley” con “La Chica más linda de Adrogué”. Le siguen “Free Pop”, “El Aguijón del Escorpión” y cierran con “Drogada Legal”.
La Copa de Oro, de este Turdera fue para ellos, a través de la capacidad simple escénica de Santiago Rial, para contar sus secretos galácticos tercermundistas, de una manera que lo emocional se dispara hacia dimensiones de fantasía y emoción, reconocibles para cualquier persona que haya podido superar los “fileteos” del corazón, y seguir pese a todo, creyendo en algún tipo de sentimiento profundo, ya sea el amor, la amistad, el perdón y la reconversión.
El segundo lugar, fue para los Mármol R. En su mejor actuación, del año, y haciendo que la densidad de ciertos temas, que por momentos se estaba volviendo pasmosa, a partir de un mayor vigor en los mismos recupere una elasticidad mucho más pegadiza para el oído, sobretodo en temas como “Me Molestan” o “Así no se mata a un Criollo”, para en la diversidad de sonidos (pianika, guitarras y teclados), encontrar que su sonidismo logre abrochar conceptos de canción de rock, claros y simples, como ocurrió con la nueva “Así Como Estas”.
Los demás participantes fueron parejos. Viva Elástico, no estuvo en la mejor de sus noches, con excesivas pausas entre tema y tema, y una tendencia a hacer un manifiesto de cada tema, que termina restándole sorpresa musical a la banda.
Los PerroDiablo, empezaron con todo su repertorio de dardos musicales venenosos, como “Todos los No” o “Malas Preguntas”, pero lo excesivamente largo de su repertorio, hizo que por momentos toda su furia, se pierda en pasajes de cierta densitud actitudinal, restándole a la sorpresa a esa ola de furia y toreo, que normalmente resulta la banda.
Los últimos en participar fueron los 107 Faunos. Comandados por Gato, empezaron a destilar sus hits, de euforia y anfetamínica, como son esas visiones oculares estroboscópicas que resultan “Calamar Gigante Nº8”, “Pequeña Honduras”, y también la gragea sonora pequeña pero potente que es “Muchacho Lobo” y el himno, hacia un espíritu más jovial y actual, para todo lo que acuño el “indie” históricamente que narra la canción “Días Dorados”. Finalmente entre el amontonamiento de la gente arriba del escenario, su show dio por concluido, antes de que la nube de excesos toxicológicos, (que recubría a gran parte de la audiencia) termine por abrir la manguera de alguna de las venas de los concurrentes.
Así, paso la tercera edición del Turdera Fest. En dónde Festival de música, significa que este debe ser, (más allá de excesos ideológicos o de praxis), un lugar dónde los sonidos de las bandas y músicos ejerzan su propia dictadura, para que todo lo que regodea para mal los oídos sea desplazado. Sin abrazos de “judas hippies”, sin cadenas constipantes de mercadotecnia, sino solo música. Sólo música, que siempre en realidad fue lo que importó. Lo demás es decorado o narcoticismo de “tosca ilusión”, y eso lo sabemos hace rato todos, con el repertorio de festivales de celulares, con el que han robotizado, nuestra alegría, ira, miedos y virtudes.
Bernardo Damián Dimanmenendez