domingo, 31 de agosto de 2008

"Obrero psicodélico del amor S.A."


El pasado martes los Dchampions, brindaron su segundo show del año, luego de su vuelta a los escenarios en el Turdera Fest III. A punto de cumplir una década de vida, la agrupación de Santi Rial, luego de algunos cambios en su formación, se muestra potente y en un senda sonora de gratificante energía. Así, son los Dchampions, campeones morales eternos a la hora del reconocimiento, pero vencedores lapidarios en contarle al mundo historias teñidas de arrabal posmoderno y suburbano dónde arrebatos de misoginia y arrepentimiento romántico.


Cuando corrían los últimos tiempos de bienestar para la clase media argentina (mediados de los 80’), cualquier integrante prototipo de dicha clase, te apretujaba y te decía: ¡Vamos pibe que vas a ser un campeón!.
Con el correr del tiempo, la vara de valores que el mismo modifica, produjo que la manera de sensibilizar a los hijos de la histórica clase social argentina, fueran en su mayoría lapidados por la falta de inserción social, el estancamiento en lo que respecta a su movilidad social, y recortados hacia un autismo sentimental, convirtiendo el augurio de ese abrazo que nos daban de chicos, en eterna promesa.
¿En que lugar de todo esto entran a jugar la filosofía y praxis musical de los Dchampions?.
Sintéticamente Santiago Rial, construye micro-mundos domésticos, posmodernos, utilizando mitos clásicos argentinos, ya sea para definir estirpes sociales, sexuales e ideológicas.
Así, en la catarsis musical, la furia sentimental es descripta con milimétricas dosis de romanticismo esperanzador o alaridos de misoginia resentida, según lo sugiera la ocasión.
Entendiendo que lo “Heavy del Amor”, es en realidad, creer una y vez, en este, más allá de lo ridículo, frágil y afligidamente adictivo que dicha sensación implica.
Su romanticismo, aparece como identidad y forma de emergencia para narrar la desesperación y ansiedad por devorar pedazos de imágenes fotográficas que lo curtieron como hombre
Ni tan ganador, ni tan perdedor, o en todo caso, que la derrota sentimental sea colorida y casi mitológica, (tal vez, con esta descripción encuentre un sentido más certero el nombre de su anterior banda, “Perdedores Pop”).
Así, embaucado de lleno en la cultura rock, y con un concepto claro de “background” social y latiguillos verbales extraídos de la universidad de la calle, abraza una postura de “voyeaur” psicodélico de las imágenes del mundo que lo rodea, a las cuáles constantemente recurre en sus canciones.
Así, repasan entre otras canciones, “Alta onda”, “Heavy del Amor” y “Para leo”
Comunista de su propia religión, narcisista por decepción y guerrillero léxico, conceptualiza, que en el cambalache de la vida misma y el rock, “del dicho al hecho hay un trecho”, y que el poder de la palabra, siempre marca la diferencia, ya sea para aportar, como también decepcionar.
Ideológicamente toxicológico y kamikaze, parecieran ser la mayoría de las frases de sus canciones “free pop” (música para que vuelen a las masas, y no para las mismas). En síntesis queda claro que para Santi Rial, la estela de la caída debe ser gloriosa, o en todo caso, estar anestesiada por alguna que otra sustancia “non sancta”.
Uno de los temas ejecutados durante el show en Circa “Invasión Divina”, da cuenta de un “neo romantic”, (entre la promesa del amor eterno y la escatología del peor sexo casual), de alguien que entrado por la ventana, le otorgamos seducidos el trofeo de nuestro corazón, para luego darnos cuenta que una vez más, le entregamos la preciada medalla a la persona equivocada.
El “free pop”, sugestivo y gustoso al oído en temas como “Alta Onda”, denso y bailable como en “Virgen de Monserrat”, y también más directo y visceral, como en la canción “Iluminación de Emergencia”, es en realidad una interpretación, personal, actual y de vernáculo contexto, de cómo jugar a ser romántico, puede ser mostrado ofreciendo gusto por la canción pegadiza.
Su praxis musical utiliza de manera ácida la parodia, para desplegar metáforas del corazón como bandera para describir historias, que rozan la pasión, la adicción y obviamente su “yang”, la desesperanza.
En síntesis, en un formato, más plano y directo, (la formación cuenta con solo dos guitarras, bajo y batería) los Dchampions, nos siguen contando historias desde una visión dónde lo común y rupestre, aparece descrito desde una vara lisérgica y anarquista a la vez, (recordar la frase de la canción “Amamé”: “El fascismo en las pistas, en Al-Qaeda hay artistas”) logrando que el arrabal intrincado, dulce y violento, que implica hablar de amor y las consecuencias que este conlleva, navegue por aguas cristalinas y creíbles, y no derrape en el fango de egoísmo y pose “yoísta”, al que la cultura cosmopolita, nos ha acostumbrado en el presente.
Así, lo entendieron los concurrentes de Circa, que vieron como la baja temperatura, fue elevada con la ventilada eléctrica de “neo-romantic” de los Dchampions, que con canciones que recorren la temática que envolvió a los artistas, desde tiempos milenarios, y alguien alguna vez simplemente lo denomino amor, aún sirve como escudo para los que no cayeron en la trampa totalitarista de la “cultura shopping” y el “Polstergeist de la silicona”.
Bernardo Damián Dimanmenendez

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