A punto de cumplir 10 años, los Dchampions terminaron de grabar su próximo albúm titulado “La Fe”.
El amor es una especie de religión posmoderna individualizada que nos convierte en protagonistas de nuestra propia novela, y que logra transportarnos a una dimensión sagrada, alejada de la gris cotidianidad de nuestra vida. Nos sirve, de algún modo, como un dispositivo para escapar de la realidad, análoga a los deportes de riesgo, las drogas y la fiesta.
A punto de cumplir 10 años como banda, y superando todo tipo de avatares, los Dchampions, de la mano de Santiago Rial, han sabido captar la esencia del barrio, la urbanidad y el “soul” trágico y alegre, que enmarca al mismo, de manera fina y personal.
Demasiados urbanos para la camada alternativa de los 90’ y demasiados blandos para la camada de rock barrial de dichos tiempos, los Dchampions navegaron a lo largo de su historia, condenados a una injusta oscuridad de parte de sus pares musicales y escuchas del under.
Santiago Rial habla de sus inicios y dice: “Luego de desarmar Perdedores Pop, decidí armar los Dchampions. El origen del nombre no tiene nada que ver con que fui un campeón de la vida o algo parecido, sino que a lo largo, de toda mi existencia pelee por mantenerme en forma, ya sea desde mi proyecto musical, hasta en mi modo de relacionarme con las personas”.
Con solo un disco editado, “Para las Chicas” (2006), y numerosas gemas guardadas sin editar como, “Radio Champion”, “La Estética del matrimonio”, o “Free Pop” (editado solo virtualmente por Mandarina Records), las canciones elaboradas, se enmarcan en la musicalidad “slowcore” de bandas como Galaxie 500 o American Music Club, pero desarrolladas y trabajadas al ritmo del pulso trágico y caliente latinoamericano.
Canciones como “Alta Onda”, “Virgen de Monserrat”, “La Chica más linda de Adrogué” o “Invasión Divina”, lo delatan como un perfecto “voyeaur” de los comportamientos histéricos femeninos, a los cuáles retrata mediante visiones anárquicas y personales.
El mismo alega: “Uno escribe canciones de todo tipo, pero quieras o no, la mujer es lo más lindo que se inventó. Entonces es una obviedad que se me generen imágenes en mi cabeza sobre las experiencias que tuve con el sexo opuesto, y que como resultado de todo eso salgan canciones, que hablan de la mujer, pero no de manera sexista, sino como un elemento revolucionario, que rompe con la continuidad de la rutina, ya sea para bien o para mal”.
Utilizando al amor, desde un sentido fugaz y heroico, los Dchampions de la mano de Santiago Rial, construyen su dispositivo artístico para paliar la monotonía diaria, (recordar frases de sus canciones como “La calle esta dura, hasta que te para Paula y te saluda”. Así se convierten en narradores anónimos de voces, personajes, fetiches y tertulias del barrio, que pese a los excesos y el velocímetro posmoderno, aún siguen pasando delante de nuestras miradas.
La espiritualidad de su música pone nuevamente en comunión la relación banda de rock- vecindad, (como sucedía en los 70’, con Almendra o Manal), a partir de mitificar todos los elementos y personas que forman parte del mismo, sin necesidad de caer en los excesos de la cultura barrial que acuño el rock chabón con su slogan impune “Vamos los pibes”,
Así, en el “neo-romanticismo” de su mirada sobre las cosas, acabaron de grabar su último disco, titulado la “Fe”, del cuál comentan que “La Fe, resulta un disco más misterioso, y menos expuesto que “Para las Chicas”. Hay cuestiones que se superponen como lo religioso en el tema “San Cayetano” o lo celebratorio de la fiesta como “Rarísimo”. No es que sea menos “up”, sino que intensifica esa atmósfera de sugestión apasionada con las cuáles retratamos muchas de las cosas con las cuáles convivimos e inconscientemente nos marcan, sean mujeres, vecinos, amigos o desconocidos”.
Con la sobredosis actual de fórmulas tendientes a repetir el valioso legado de Andrés Calamaro sobre mujeres, excesos y tics criollos, los Dchampions partiendo de visiones ensoñadoras que nutren el empedrado y la vereda de cada barrio, representan todo un ejemplo de cómo la “jaqueca” e impotencia diaria que atraviesan nuestros corazones, puede ser narrada con autenticidad y elegancia, fuera de toda bandera o filosofía musical, que dicta el “mainstream” actual.
Bernardo Damián Dimanmenendez
El amor es una especie de religión posmoderna individualizada que nos convierte en protagonistas de nuestra propia novela, y que logra transportarnos a una dimensión sagrada, alejada de la gris cotidianidad de nuestra vida. Nos sirve, de algún modo, como un dispositivo para escapar de la realidad, análoga a los deportes de riesgo, las drogas y la fiesta.
A punto de cumplir 10 años como banda, y superando todo tipo de avatares, los Dchampions, de la mano de Santiago Rial, han sabido captar la esencia del barrio, la urbanidad y el “soul” trágico y alegre, que enmarca al mismo, de manera fina y personal.
Demasiados urbanos para la camada alternativa de los 90’ y demasiados blandos para la camada de rock barrial de dichos tiempos, los Dchampions navegaron a lo largo de su historia, condenados a una injusta oscuridad de parte de sus pares musicales y escuchas del under.
Santiago Rial habla de sus inicios y dice: “Luego de desarmar Perdedores Pop, decidí armar los Dchampions. El origen del nombre no tiene nada que ver con que fui un campeón de la vida o algo parecido, sino que a lo largo, de toda mi existencia pelee por mantenerme en forma, ya sea desde mi proyecto musical, hasta en mi modo de relacionarme con las personas”.
Con solo un disco editado, “Para las Chicas” (2006), y numerosas gemas guardadas sin editar como, “Radio Champion”, “La Estética del matrimonio”, o “Free Pop” (editado solo virtualmente por Mandarina Records), las canciones elaboradas, se enmarcan en la musicalidad “slowcore” de bandas como Galaxie 500 o American Music Club, pero desarrolladas y trabajadas al ritmo del pulso trágico y caliente latinoamericano.
Canciones como “Alta Onda”, “Virgen de Monserrat”, “La Chica más linda de Adrogué” o “Invasión Divina”, lo delatan como un perfecto “voyeaur” de los comportamientos histéricos femeninos, a los cuáles retrata mediante visiones anárquicas y personales.
El mismo alega: “Uno escribe canciones de todo tipo, pero quieras o no, la mujer es lo más lindo que se inventó. Entonces es una obviedad que se me generen imágenes en mi cabeza sobre las experiencias que tuve con el sexo opuesto, y que como resultado de todo eso salgan canciones, que hablan de la mujer, pero no de manera sexista, sino como un elemento revolucionario, que rompe con la continuidad de la rutina, ya sea para bien o para mal”.
Utilizando al amor, desde un sentido fugaz y heroico, los Dchampions de la mano de Santiago Rial, construyen su dispositivo artístico para paliar la monotonía diaria, (recordar frases de sus canciones como “La calle esta dura, hasta que te para Paula y te saluda”. Así se convierten en narradores anónimos de voces, personajes, fetiches y tertulias del barrio, que pese a los excesos y el velocímetro posmoderno, aún siguen pasando delante de nuestras miradas.
La espiritualidad de su música pone nuevamente en comunión la relación banda de rock- vecindad, (como sucedía en los 70’, con Almendra o Manal), a partir de mitificar todos los elementos y personas que forman parte del mismo, sin necesidad de caer en los excesos de la cultura barrial que acuño el rock chabón con su slogan impune “Vamos los pibes”,
Así, en el “neo-romanticismo” de su mirada sobre las cosas, acabaron de grabar su último disco, titulado la “Fe”, del cuál comentan que “La Fe, resulta un disco más misterioso, y menos expuesto que “Para las Chicas”. Hay cuestiones que se superponen como lo religioso en el tema “San Cayetano” o lo celebratorio de la fiesta como “Rarísimo”. No es que sea menos “up”, sino que intensifica esa atmósfera de sugestión apasionada con las cuáles retratamos muchas de las cosas con las cuáles convivimos e inconscientemente nos marcan, sean mujeres, vecinos, amigos o desconocidos”.
Con la sobredosis actual de fórmulas tendientes a repetir el valioso legado de Andrés Calamaro sobre mujeres, excesos y tics criollos, los Dchampions partiendo de visiones ensoñadoras que nutren el empedrado y la vereda de cada barrio, representan todo un ejemplo de cómo la “jaqueca” e impotencia diaria que atraviesan nuestros corazones, puede ser narrada con autenticidad y elegancia, fuera de toda bandera o filosofía musical, que dicta el “mainstream” actual.
Bernardo Damián Dimanmenendez
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