Si Miami (el último gran disco de los Babasónicos), allá por el año 99’, era una guía más que fidedigna, de cómo luego de 10 años de explotar como nunca el lado más chauvinista de los argentinos, la fiesta dejaba en el camino, más sandías rojas, caladas y podridas, que agraciadas rosas.
Hoy luego de un lustro de “Kirchnerismo”, las promesas de mejora social siguen siendo solo eso, promesas. Sumado a la cepa de decadencia menemista, las cosas se han tornado aún más crudas, frente a la ficticia tendencia oficial de progresismo social, que no puede escapar a las huestes de una decadencia socio-cultural, invisible pero fulminante, en dónde, ni siquiera el almohadón ficticio del uno a uno de los 90’, le permite escapar a los argentinos, hacia un lugar de confort consumista.
“El Plan Alborada”, (denominación empleada para un proyecto de viviendas prefabricadas de la Plata), es quizá el primer mapa serio de la década acerca de los estereotipos que Kirchner y los suyos, van fumigando sobre territorio nacional.
Ubicados en una musicalidad, que marco esos mundos grotescos y bizarros, que menguaban entre la utopía futurista y la añoranza anterior, (como lo pueden ser el mismo “Miami” o “Babásonica” de los Babasónicos), sumado a un estrobóscopico y ácido tecno, (dónde scratching, electrónica, guitarras e instrumentos no tan convencionales para el rock (como el “Llamador de Ängeles), conviven armónica y acertadamente, febrilidad de guitarras mediante, (tan aceleradas como en las mejores épocas del rock sónico de los 90’).
El paralelo con Miami, se establece por la visión panorámica y justeza lírica, pero en “El Plan Alborada”, la descripción va a apuntar hacia una mirada forastera plena sobre la argentinidad, pues a diferencia de Miami, no hay fin de fiesta, sino que simplemente esta jamás se llego a efectuar durante dicho lustro (2003-2008).
Entonces el voluptuoso reviente de los 90’, que los Babasónicos bien narraron en Miami, encontraba una lamentación por el tiempo en vano y no productivo, (escuchar “El shopping”). Pese a esto, los babas’, tuvieron su contexto para jugar con un cierto panorama de desarrollo contextual, emocional y sexual.
De hecho la quintaesencia del disco, se construye con el hit, “Desfachatados”, en dónde pese a la decadencia narrada, todavía existe la chance del reviente sexual y estilizado, en arquetípicos clásicos argentinos, (“El playboy”), y pareciera ser más que claro, que pese al grotesco de valores imperante, se aspiraba a ideales de reconocimiento simbólicos, algo que se desprende de la letra de “Sumún”. Tanto el “groncho”, como el “argento” prototípico, querían ser resueltos galanes en el “teleatro” de la vida misma.
Su nivel de juego paródico, podía ubicar a Miami, como estandarte del sueño vacacional de la clase media argentina durante los 90’ y a la vez, panteón de consagración de los “New Rich”, de la pizza y el champagne, (aunque en el fondo su despliegue filosófico, no pueda atravesar la General Paz).
De ahí que la aparente Miami, que se ubica en la portada, en realidad es Misiones, ( la provincia mesopotámica argentina), apostando a un acertada ironía, con respecto a la necesidad presuntuosa, con la cuál se construyeron los frívolos estereotipos del menemismo.
Ubicados hoy en el año 2008, y devaluación mediante, el sueño de reviente hedonista, aparece plenamente roto, porque tanto “gronchos” como argentos, se encuentran en un lugar en el cuál el acceso a un confort febril, aparece negado plenamente.
Así ferias de canje mediante, viviendas prefabricadas, psicotrópicos “lumpen” (paco), o globalizados (éxtasis) y fallidos intentos de volver a darle a los trenes, la antigua importancia que tenía en años pasados, sumando la negativa virtualización de los afectos y sentimientos, no urge una necesidad de pertenencia alegórica, (solo se convive en multiculturalistas ghettos, como hoja que arrastra el viento), pues la fiesta jamás se recompuso del todo, y todos los ebrios de la parranda, quedaron finalmente al margen de todo amparo, y con la llama de “egonomanía” bien apagada.
En una portada de colores futurista, se esfuman la figura de dos madres que portan sobre sus cabezas los clásicos pañuelos de la clase obrera argentina.
Aquí, pareciera haber una clara dualidad del torpe maquiavelismo “Kischnerista”, en dónde los derechos humanos son planteados como recuperación para museo (llámese ESMA, denomínese standarización de las “abuelas de la plaza de mayo”), y no como tangible bienestar para los habitantes del presente, que siguen conviviendo con las misma penurias estructurales, (económicas y sociales), que se arrastran desde hace 30 años (el “chabón”, se convirtió en “ciberchabón”, pero su imaginario y expectativa de inserción social solo se da a través del monitor).
El “auto-apartheid”, solo permite universos micros plagados de violencia y escamoteo para sobrevivir al día diario. Los soundblazter los decodifican perfectamente y así surgen temas como “Cuarenta y ocho”, dónde las saturadas guitarras y la acelerada base del tema, dan cuenta del cruel anonimato con el que convive el argentino de hoy, en dónde la motorización de proyectos pierde, frente a la falta de medios.
La letra narra: “Para saber que estoy muerto, pídeme que vaya al centro y voy adónde estoy. En medio del mar abierto, el veneno va subiendo, flotando mi tumba a mi alrededor. Marcho sin regreso, rumbo al cementerio, porque ahí me espero yo”.
No hay retorno, el agua hasta el cuello para todos, respirando sólo hasta que no se pueda hacer pie, y el centro, cónclave de febril nocturnidad, es sólo un cartel, y nada más que eso.
Sin indicio alguna de felicidad momentánea, la ley pierde toda validez, y el “descone”, por cualquier medio, es el voto de castigo autoinfligido. Así la traición, el golpe bajo, la saña por la saña, y el mutismo emocional cobran un valor de correspondencia cultural, que construye fieras anónimas hambrientas de crueldad. Esta mutación para peor de los sujetos ya deformes de los 90’, para hacer pie en “Radio Studio Dance”, a través del intranquilo órgano en su ejecución a contramano de la línea del tema, al cuál vigoriza con un sonido certeramente alarmista. La canción encaja con la idea rencor sentimental antes descripta, y dice: “Como un rayo de luz, cruzando la ciudad, un bólido de potencia. Fuera de la ley federal, alarmante y fatal, pega sin avisar”.
Rotos los sueños, sin haberes morales, y condenados a un “ghettismo cavernícola”, se huele la violencia, y la sangre derramada en vano, tiene el valor de una oferta de “auto-mac”, generando un paisaje de decadencia romana, dónde pastores de abrazos “a lo judas” y los jóvenes, asoman como cobardes chacales, a los cuáles no les importa atacar a cualquier oveja indefensa, según su antojo.
Los soundblazter parecieran hacer de esto, un digno y actual retrato a través de la música presurosa, que dispara el track, “Vía Circuito”, y dónde la letra, habla de los circuitos neuronales rotos del lustro “K”, “Tirado sobre el asfalto hay un vecino degollado. De la guerra de la pandillas a la armada evangelista, que te salva de ser fruto del pecado. Los rateros y punteros, codo a codo con los ciegos..... Y vos, vos sos de otro lado, y yo, yo soy del conurbano. Hoy los chicos de la esquina, compiten con las de Lima, por el puesto “number one”, del más buscado”.
Así cierra un disco que pareciera, narrar una primeriza idea sobre la genealogía moral argentina actual, (dual y contradictoria), tal como ocurrió durante los 10 años de “gorilismo menemista”, dónde el acceso a un confort vacuo, irrisoriamente determino el destino político de un país.
Hoy en día tampoco pareciera avizorarse algún tipo de alborada, ya sea para “gronchos” o “argentos”, cuya heladera o segundo auto en cuotas, finalmente termino siendo vendido de oferta en algún desarmadero del Gran Buenos Aires.
Sin confort, sin fiesta a la vista, y despojados de toda utopía terrenal, solo les queda de consuelo, que el día les haya sido lo más liviano posible, y el sol que los ilumina frente a sus ventanas, dispare sus últimos rayos, antes de decirle a la luna, “Buenos Días hasta mañana”, (como cantan los soundblazter en ese “carnavalito tecno” que resulta ser “Amanecer de los Valles”), más allá de que el miedo, (tanto para lo “ex gronchos” como para los argentos), por figurar en la lista de personas desalojadas y depositadas súbitamente en la lista de personas a la espera de hogares prefabricados por el gobierno nacional, ronde día y noche sus mentes.
Bernardo Damián Dimanmenendez
Hoy luego de un lustro de “Kirchnerismo”, las promesas de mejora social siguen siendo solo eso, promesas. Sumado a la cepa de decadencia menemista, las cosas se han tornado aún más crudas, frente a la ficticia tendencia oficial de progresismo social, que no puede escapar a las huestes de una decadencia socio-cultural, invisible pero fulminante, en dónde, ni siquiera el almohadón ficticio del uno a uno de los 90’, le permite escapar a los argentinos, hacia un lugar de confort consumista.
“El Plan Alborada”, (denominación empleada para un proyecto de viviendas prefabricadas de la Plata), es quizá el primer mapa serio de la década acerca de los estereotipos que Kirchner y los suyos, van fumigando sobre territorio nacional.
Ubicados en una musicalidad, que marco esos mundos grotescos y bizarros, que menguaban entre la utopía futurista y la añoranza anterior, (como lo pueden ser el mismo “Miami” o “Babásonica” de los Babasónicos), sumado a un estrobóscopico y ácido tecno, (dónde scratching, electrónica, guitarras e instrumentos no tan convencionales para el rock (como el “Llamador de Ängeles), conviven armónica y acertadamente, febrilidad de guitarras mediante, (tan aceleradas como en las mejores épocas del rock sónico de los 90’).
El paralelo con Miami, se establece por la visión panorámica y justeza lírica, pero en “El Plan Alborada”, la descripción va a apuntar hacia una mirada forastera plena sobre la argentinidad, pues a diferencia de Miami, no hay fin de fiesta, sino que simplemente esta jamás se llego a efectuar durante dicho lustro (2003-2008).
Entonces el voluptuoso reviente de los 90’, que los Babasónicos bien narraron en Miami, encontraba una lamentación por el tiempo en vano y no productivo, (escuchar “El shopping”). Pese a esto, los babas’, tuvieron su contexto para jugar con un cierto panorama de desarrollo contextual, emocional y sexual.
De hecho la quintaesencia del disco, se construye con el hit, “Desfachatados”, en dónde pese a la decadencia narrada, todavía existe la chance del reviente sexual y estilizado, en arquetípicos clásicos argentinos, (“El playboy”), y pareciera ser más que claro, que pese al grotesco de valores imperante, se aspiraba a ideales de reconocimiento simbólicos, algo que se desprende de la letra de “Sumún”. Tanto el “groncho”, como el “argento” prototípico, querían ser resueltos galanes en el “teleatro” de la vida misma.
Su nivel de juego paródico, podía ubicar a Miami, como estandarte del sueño vacacional de la clase media argentina durante los 90’ y a la vez, panteón de consagración de los “New Rich”, de la pizza y el champagne, (aunque en el fondo su despliegue filosófico, no pueda atravesar la General Paz).
De ahí que la aparente Miami, que se ubica en la portada, en realidad es Misiones, ( la provincia mesopotámica argentina), apostando a un acertada ironía, con respecto a la necesidad presuntuosa, con la cuál se construyeron los frívolos estereotipos del menemismo.
Ubicados hoy en el año 2008, y devaluación mediante, el sueño de reviente hedonista, aparece plenamente roto, porque tanto “gronchos” como argentos, se encuentran en un lugar en el cuál el acceso a un confort febril, aparece negado plenamente.
Así ferias de canje mediante, viviendas prefabricadas, psicotrópicos “lumpen” (paco), o globalizados (éxtasis) y fallidos intentos de volver a darle a los trenes, la antigua importancia que tenía en años pasados, sumando la negativa virtualización de los afectos y sentimientos, no urge una necesidad de pertenencia alegórica, (solo se convive en multiculturalistas ghettos, como hoja que arrastra el viento), pues la fiesta jamás se recompuso del todo, y todos los ebrios de la parranda, quedaron finalmente al margen de todo amparo, y con la llama de “egonomanía” bien apagada.
En una portada de colores futurista, se esfuman la figura de dos madres que portan sobre sus cabezas los clásicos pañuelos de la clase obrera argentina.
Aquí, pareciera haber una clara dualidad del torpe maquiavelismo “Kischnerista”, en dónde los derechos humanos son planteados como recuperación para museo (llámese ESMA, denomínese standarización de las “abuelas de la plaza de mayo”), y no como tangible bienestar para los habitantes del presente, que siguen conviviendo con las misma penurias estructurales, (económicas y sociales), que se arrastran desde hace 30 años (el “chabón”, se convirtió en “ciberchabón”, pero su imaginario y expectativa de inserción social solo se da a través del monitor).
El “auto-apartheid”, solo permite universos micros plagados de violencia y escamoteo para sobrevivir al día diario. Los soundblazter los decodifican perfectamente y así surgen temas como “Cuarenta y ocho”, dónde las saturadas guitarras y la acelerada base del tema, dan cuenta del cruel anonimato con el que convive el argentino de hoy, en dónde la motorización de proyectos pierde, frente a la falta de medios.
La letra narra: “Para saber que estoy muerto, pídeme que vaya al centro y voy adónde estoy. En medio del mar abierto, el veneno va subiendo, flotando mi tumba a mi alrededor. Marcho sin regreso, rumbo al cementerio, porque ahí me espero yo”.
No hay retorno, el agua hasta el cuello para todos, respirando sólo hasta que no se pueda hacer pie, y el centro, cónclave de febril nocturnidad, es sólo un cartel, y nada más que eso.
Sin indicio alguna de felicidad momentánea, la ley pierde toda validez, y el “descone”, por cualquier medio, es el voto de castigo autoinfligido. Así la traición, el golpe bajo, la saña por la saña, y el mutismo emocional cobran un valor de correspondencia cultural, que construye fieras anónimas hambrientas de crueldad. Esta mutación para peor de los sujetos ya deformes de los 90’, para hacer pie en “Radio Studio Dance”, a través del intranquilo órgano en su ejecución a contramano de la línea del tema, al cuál vigoriza con un sonido certeramente alarmista. La canción encaja con la idea rencor sentimental antes descripta, y dice: “Como un rayo de luz, cruzando la ciudad, un bólido de potencia. Fuera de la ley federal, alarmante y fatal, pega sin avisar”.
Rotos los sueños, sin haberes morales, y condenados a un “ghettismo cavernícola”, se huele la violencia, y la sangre derramada en vano, tiene el valor de una oferta de “auto-mac”, generando un paisaje de decadencia romana, dónde pastores de abrazos “a lo judas” y los jóvenes, asoman como cobardes chacales, a los cuáles no les importa atacar a cualquier oveja indefensa, según su antojo.
Los soundblazter parecieran hacer de esto, un digno y actual retrato a través de la música presurosa, que dispara el track, “Vía Circuito”, y dónde la letra, habla de los circuitos neuronales rotos del lustro “K”, “Tirado sobre el asfalto hay un vecino degollado. De la guerra de la pandillas a la armada evangelista, que te salva de ser fruto del pecado. Los rateros y punteros, codo a codo con los ciegos..... Y vos, vos sos de otro lado, y yo, yo soy del conurbano. Hoy los chicos de la esquina, compiten con las de Lima, por el puesto “number one”, del más buscado”.
Así cierra un disco que pareciera, narrar una primeriza idea sobre la genealogía moral argentina actual, (dual y contradictoria), tal como ocurrió durante los 10 años de “gorilismo menemista”, dónde el acceso a un confort vacuo, irrisoriamente determino el destino político de un país.
Hoy en día tampoco pareciera avizorarse algún tipo de alborada, ya sea para “gronchos” o “argentos”, cuya heladera o segundo auto en cuotas, finalmente termino siendo vendido de oferta en algún desarmadero del Gran Buenos Aires.
Sin confort, sin fiesta a la vista, y despojados de toda utopía terrenal, solo les queda de consuelo, que el día les haya sido lo más liviano posible, y el sol que los ilumina frente a sus ventanas, dispare sus últimos rayos, antes de decirle a la luna, “Buenos Días hasta mañana”, (como cantan los soundblazter en ese “carnavalito tecno” que resulta ser “Amanecer de los Valles”), más allá de que el miedo, (tanto para lo “ex gronchos” como para los argentos), por figurar en la lista de personas desalojadas y depositadas súbitamente en la lista de personas a la espera de hogares prefabricados por el gobierno nacional, ronde día y noche sus mentes.
Bernardo Damián Dimanmenendez