miércoles, 12 de marzo de 2008

La Niebla


Alplakx, proyecto solista de Mauro Riccieri, realizó una reciente gira por Córdoba. En sus presentaciones en la capital meditárreanea, a través de un minimal electrónico, (gélido y envolvente), pareció teñir las noches de misteriosos sonidos, como aquellas nieblas tenebrosas, que nos recuerdan algún trágico personaje de Edgar Allan Poe.


Los seres humanos, de la actualidad, se encuentran en la diatriba de volverse con la virtualización de la vida cotidiana, cuerpos producidos en serie, que más allá de su biología natural, ejercen una praxis social, envuelta en un automatismo de anarquía sentimental, que por lo general, los deja con una sensación mustia y lúgubre, a la hora de depositar su cabeza contra la almohada.
Esa falta de juego lúdico, pareciera ser explotada por Mauro Riccieri, en sus sets, para hacer de sus canciones un juego ártico y de transición, dónde la música es apropiada, como fuerte remo, para luchar contra la corriente de la vida misma..
Luego de la intro, asoma “Rectar”, de un “ambient” ameno y pausado, para luego pasar a la sórdida galaxia de sonidos, que resulta ser “Exacta”.
Le siguen “Antel”, y el mejor tema de la noche, “Exedra”, dónde la percusión, sumado a los golpes de pads ejecutados, se asemejan a un ritual caníbal y futurista, pleno de inquietud a través de la constancia de los golpes y como interpelando al oyente, por perseverancia musical, fuera de toda propuesta en dónde el eclecticismo, pregone algún tipo de momento previsiblemente festivo.
Comienza luego una especie de retirada, hacia el más allá que se describe también en el nombre de los temas.
Huída de pleno desaliento que comienza con “Adverso”, “Sublingual” y cierra con “Póstuma”, reflejando conceptualmente, como esa falta de juego sin ningún tipo de lucro (simbólico o económico), genera un autismo social, flagelante y sin ningún tipo de retorno.
La niebla, no sólo es un fenómeno atmosférico, sino que filosóficamente es tomada como un lugar de confusión dónde las cosas no pueden verse claras, y pareciera la persona estar a metros del despegue o del derrumbe definitivo, en síntesis, la niebla, como un momento de transición personal, ya sea para bien o para mal.
Traspolado esto al universo musical de Alplakx, parecería ser que con cada rocío de su bruma musical, se desprende una obra marcadamente personal, en dónde las dosis de vacío sentimental o dificultad expresiva, se enmarcan en un universo sórdido, con la meta de llegar un mejor lugar, el cuál, pareciera ganarle a todo “marcatismo” psicotrópico y expropiador de la cabal naturaleza humana.

Bernardo Damián Dimanmenendez

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