Michael Mike, cerró el año en el local de Castorera. Ofreciendo un repertorio dónde la juerga y el desborde “posmo”, son ejecutados con pulcra sobriedad, partiendo de una destacable dosis de versatilidad de sus integrantes, y construyendo todo un universo personal, de festividad y hedonismo.
Diciembre cierra cosas y abre otras, pero quizá lo que es ineludible para todo ser vivo, es que el almanaque con sueños rotos y promesas cumplidas, corta sus últimas hojas para siempre, y ya es tarde para poder volver las cosas hacia atrás.
Michael Mike, quizá la agrupación capitalina, que con mayor fuerza potenció, ( en base a la creatividad de sus canciones), una relectura de lo mejor de la lejana “alternatividad”, que deslumbró por mediados de la década pasada.
Así, buscando que el modernismo coloquial de sus canciones no quede descontextualizado, inician su show con “Trampa de Amor”, para explotar, una vez abierto el cortinado, con una versión al palo de “El Amante Latino”.
El “swing” históricamente caracterizó a las personas por la capacidad de hacer de su propio cuerpo un elemento elegante, único y original, en la ejecución de su respectiva práctica, (ya sea golf, música o ballet).
A partir de esto, resulta entendible que temas como “Gente Preciosa”, ( reviente hedonista al servicio de una matemática y risueña ejecución), porque los Michael, logran poner la diversión en un lugar de representación personal creativa y no en, el botiquín de recursos “naif” o comodities culturales al que estamos acostumbrados.
Le sigue a esta “Rojo + Que negro”, y luego un tema nuevo que pareciera ostear un horizonte más electro dónde las guitarras quedan recortadas (no mutiladas), por los disparos de sintetizadores y teclados, denominado “Ir al Baile”, ( en la misma línea sonaron las nuevas, “Edding” o “Mi Cd”.
Si en los últimos diez años, las novedades de la capital se limitaron a tomar al rock, como un obispo presbiteriano nazi, el cual más allá de los pecados que haya cometido este hay que respetarlo como si fuera el “matrix de una invisible dictadura castrense”, en lugar de someterlo a lascivo y sodomita castigo, y dando como resultado final, que el arte sea una producción en línea de ideas, que acaban por auto-incinerarse, y logrando que sus habitantes terminen siendo construidos por burdos ejercicios de mercadotecnia, el pedido de novedad, que asoma, frente a la “agarofobia existencial”, parece germinar en la notable, (por hipnosis y seducción rítmica) “Novedades de la Capital”, consiguiendo que el reclamo, asuma la dosis justa de práctica creativa, para constituir a la agrupación como partícipe pleno de algo nuevo, o al menos intentarlo.
Así entre otros, pasan “Charlie Border”, “Introversión” y cierran con la nueva (antes mencionada), “Mi Cd”, dónde el cierre de instrumental de casi 5 minutos, da la bienvenida directa a las personas concurrentes a comenzar el baile, sin necesidad de ningún obligado parate.
Quizá la mayor virtud de Michael Mike, pase por su fuerte dosis de personalidad desvergonzada y voluptuosamente parrandera, que acompañada por la sensibilidad y habilidad natural instrumental de sus integrantes, los posiciona como una fuerte promesa dentro de una escena plena de “fetiches sifilíticos”, en lo que respecta a lo imaginario en la música.
La cintura de sus integrantes dirá con el paso del tiempo, cuál será su legado artístico a desarrollar, siempre teniendo en cuenta, que la dosis de “acéfalo fashionismo”, los acechará por un buen tiempo, y progresivamente su exploración musical terminará por definirse, ya sea para bien o para mal.
Bernardo Damián DimanMenendez
Diciembre cierra cosas y abre otras, pero quizá lo que es ineludible para todo ser vivo, es que el almanaque con sueños rotos y promesas cumplidas, corta sus últimas hojas para siempre, y ya es tarde para poder volver las cosas hacia atrás.
Michael Mike, quizá la agrupación capitalina, que con mayor fuerza potenció, ( en base a la creatividad de sus canciones), una relectura de lo mejor de la lejana “alternatividad”, que deslumbró por mediados de la década pasada.
Así, buscando que el modernismo coloquial de sus canciones no quede descontextualizado, inician su show con “Trampa de Amor”, para explotar, una vez abierto el cortinado, con una versión al palo de “El Amante Latino”.
El “swing” históricamente caracterizó a las personas por la capacidad de hacer de su propio cuerpo un elemento elegante, único y original, en la ejecución de su respectiva práctica, (ya sea golf, música o ballet).
A partir de esto, resulta entendible que temas como “Gente Preciosa”, ( reviente hedonista al servicio de una matemática y risueña ejecución), porque los Michael, logran poner la diversión en un lugar de representación personal creativa y no en, el botiquín de recursos “naif” o comodities culturales al que estamos acostumbrados.
Le sigue a esta “Rojo + Que negro”, y luego un tema nuevo que pareciera ostear un horizonte más electro dónde las guitarras quedan recortadas (no mutiladas), por los disparos de sintetizadores y teclados, denominado “Ir al Baile”, ( en la misma línea sonaron las nuevas, “Edding” o “Mi Cd”.
Si en los últimos diez años, las novedades de la capital se limitaron a tomar al rock, como un obispo presbiteriano nazi, el cual más allá de los pecados que haya cometido este hay que respetarlo como si fuera el “matrix de una invisible dictadura castrense”, en lugar de someterlo a lascivo y sodomita castigo, y dando como resultado final, que el arte sea una producción en línea de ideas, que acaban por auto-incinerarse, y logrando que sus habitantes terminen siendo construidos por burdos ejercicios de mercadotecnia, el pedido de novedad, que asoma, frente a la “agarofobia existencial”, parece germinar en la notable, (por hipnosis y seducción rítmica) “Novedades de la Capital”, consiguiendo que el reclamo, asuma la dosis justa de práctica creativa, para constituir a la agrupación como partícipe pleno de algo nuevo, o al menos intentarlo.
Así entre otros, pasan “Charlie Border”, “Introversión” y cierran con la nueva (antes mencionada), “Mi Cd”, dónde el cierre de instrumental de casi 5 minutos, da la bienvenida directa a las personas concurrentes a comenzar el baile, sin necesidad de ningún obligado parate.
Quizá la mayor virtud de Michael Mike, pase por su fuerte dosis de personalidad desvergonzada y voluptuosamente parrandera, que acompañada por la sensibilidad y habilidad natural instrumental de sus integrantes, los posiciona como una fuerte promesa dentro de una escena plena de “fetiches sifilíticos”, en lo que respecta a lo imaginario en la música.
La cintura de sus integrantes dirá con el paso del tiempo, cuál será su legado artístico a desarrollar, siempre teniendo en cuenta, que la dosis de “acéfalo fashionismo”, los acechará por un buen tiempo, y progresivamente su exploración musical terminará por definirse, ya sea para bien o para mal.
Bernardo Damián DimanMenendez
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