sábado, 19 de abril de 2008

Periféricos y Sagaces


El pasado viernes en el Tío Bizarro se presentaron las agrupaciones platenses El Perro Diablo y Soundblazter. Arropados bajo una catarsis plena de energía los perro’ y en un ritual de “tecno-multimedia tercermundista” los blazters’, la noche resulto plena de energía, de esa que hoy en día escasea en el rock.


El Tío Bizarro tuvo la grata idea de desmontar el añejo escenario de madera, y directamente reemplazarlo por cerámicas nuevas. Así se dispone a bandas y público en el mismo nivel postural, para que el contacto entre oyente y espectador sea pleno y directo.
Alrededor de las 2 y media de la mañana, arrancaron los PerroDiablo. Los platenses parecen alojados en una musicalidad que aparenta “aggiornar” el antiguo “white trash”, que Mc5, y Stooges comenzaron a lo lejos allá por los 60’. Su performance es descarnada, virulenta y sin respiro, intentando a través de “bofetadas” sonoras, despabilar al oyente, para que este lleve su atención y cuerpo, a un nivel frondoso de vigor actitudinal.
Así camuflados en una “ira poiética”, su alarido de misoginia musical, evita caer cómodo con los oyentes, a los cuáles parecen salpicar sin temor provocar algún tipo de “naúsea” en su gusto o código social. Si alguna vez, comenté que el Carro de Yagernatt ubica su poesía en el plano del poeta salvaje, que sabe de sus miedos, y expulsa una especie de “semén trágico y divino”, los Perro Diablo, parecieran eyacular un “semén caústico” que derrite todo a su andar, evitando cualquier facilismo satírico.
Así pasan entre otros, “Estrella”, “Club de Solas”, hasta llegar a la frenética “Ella Dijo”.
Parecieran jugar al límite del “guiño irónico”, hacia el espectador, ya sea, desde la filosofía que impregna sus letras, pasando por las punzadas sanguinolentas de guitarras, y la gestualidad de “crooner” desafiante, epiléptico y neurótico que resulta ser, su cantante Doma.
Así entre paseos por el público de Doma, los PerroDiablo, tocan ese especie de “Himno Anti-Lánguido”, “Malas Preguntas”, en dónde lo mordaz de su estribillo, (que repite “esto esta lleno de putos”), en realidad es un llamado de atención entre tanta cofradía banal y acéfala que hoy predomina en el rock.
Finalmente cierran, con “Amiga”, demostrando que si uno quiere embarcarse en algún plano clásico del rock, las chances creativas son claras, siempre y cuando se hable de cosas que “derriten” la paciencia del joven actual, y no de crear un espectro genérico, en dónde más allá de la música, la narrativa que las acompaña pareciera contar imágenes extraídas de algún mal “rockumental de rock”, de esos que hoy tanto rotan por cadenas musicales de tv, contando un mundo más cercano al de Heidi y su abuelito.
Perro Diablo, ubicado en el plano del frenesí del rock “hipra-expresionista” (Stoogies, Mc5, New York Dolls), trata las cosas como son, a su manera, y quizá con excesos, pero que en el fondo, sirven más que cualquier “abrazo de judas”, que solo deja un legado de “halitosis” mental.
Más tarde llegó el turno de Soundblazter. Trovadores de un idioma galáctico, cuyas estrellas y planetas inspiradores, parecieran formar parte de un cielo infinitamente grotesco y tercermundista. Su propuesta “tecno-villa”, se enmarca en un ritual didáctico, en dónde ridículo, talento, desborde y desobediencia conviven perfectamente en la musicalidad sample-collage que enmarca sus temas.
Comandados por Cristián, (camuflado en una gorra que pareciera ganada en un concurso de la FONAVI), y en dónde a través de una locución corporal “dance-extravagante”, sus pasos parecen bajar a tierra ese concepto de parodia “gronchofílica”, que la banda emana. Así, pantalla multimedia mediante, que hace de soporte a la música, Cristián parece acertadamente un pintor, fertilizado por “vino patero”, concursando en algún baile de discoteque de los 70’. La banda abre con “Jauría”, le sigue “Rockero” y cierran la primera parte del show con “Los Olvidados”.
Soundblazter es una banda que invita al descontrol, festejando el puro presente, sin pecar en artilugios demagógicos, y acelerando los ritmos según lo que el contexto amerite. Su jactancia musical, es tan contagiante, que provoca el baile, sin respetar target o perfil socieconómico.
Desde “El Nuevo Amor”, pasando por “Scum”, “Forastero”, hasta llegar a “Radio Studio Dance”, toda verticalidad discursiva artística fue valiosamente corrompida con el público bailando de manera tribal alrededor de la banda.
Así entre “sample va, sample viene”, la banda detiene finalmente su transitar desaforado, con “Vía Circuito”, y habiendo logrado su objetivo de deglutir toda neurona insípida, a través de una dinámica, flexible y vigorosamente hipnótica música.
Así cerró la noche en Burzaco, con dos propuestas diferentes, que hacen de las falencias y dilemas que otorgan la experiencia de vivir en un país periférico como Argentina, un original magma creativo. En el caso de los perro’, virulencia artística al servicio de purgar todo “naif” cultural constipante, y en el de los blazter’, parodia expresiva, para dar cuenta de que el dance, también puede ser escuchado en cualquier monoblock del país.

Bernardo Damián Dimanmenendez

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