martes, 29 de abril de 2008

New Chabon


Quizá la dislexia funcional del rock argentino de los 90’, que llevó luego a su posterior estancamiento, se debió a la falta de encuentro de los dos polos estéticos-artísticos en pugna. Por un lado, la camada alternativa-sónica, ofrecía un lenguaje musical innovador, pese a lo intangible de su prosa para el imaginario local.
Por el otro, el rock-barrial, brindaba una visión más terrenal, pero su música caía en el exceso de las formas arcaicas.
El hedonismo sónico, con su grotesco y versatilidad estética, no podía lograr que sus impresiones se inscriban con naturalidad en la crudeza de la “vereda argentina”, a la vez, que el clasicismo del “rock” del barrio, generaba sujetos pudorosos, de mostrar algún tipo de ironía renovadora, cayendo estos, en una demagogia populista que descartaba todo lo que sea diferente. Así, entre el “ghettismo” forzado de unos, y el “patoterismo vecinal” de otros, el punto de encuentro, que dispare un nuevo rock argentino quedo vacío.
Mármol, es a priori, un lado “B” de Adrogué. Sus casas denotan menor fastuosidad, hay un menor narcisismo en sus habitantes, sin por eso escatimar al arte como posibilidad de contarle historias al mundo. Todo ese aire de “amiguismo” vecinal, que recuerda añejas épocas, sumada a la particular gesta de música que se respira por esos lados, predispone a Mármol R, a inscribirse en el rock de una manera peculiar.
Rozados por el “Adrogué Sound”, pero sin abrazo posible, debido a su delimitación “psico-dinámica” fuera de toda oniria existencial. Abortan también, caer en la “petulencia callejera”, para que las historias contadas no tengan temor a la exposición carnal y desnuda, sin por eso escatimar sensibilidad y creatividad.
La música de Mármol R entonces puede verse de como una extensión de su denominación, apuntando sus sonidos, ha algo simple y que sirve como barómetro mudo de la cotidianeidad, pero que en la confusión el rock barrial no tomo en cuenta.
La referencia es para el aire que se respira en las calles, que narran amores escondidos, caminatas dónde se purga el dolo afectivo, a la líbido que de las mismas surgen, y de la cuál solo el asfalto es fiel testigo.
En el caso de los “marmoleros”, al ser una localidad pictórica, suburbana y fuera del frenesí cosmopolita, el pavimento no lo simboliza tanto, sino que aún queda lugar para el romanticismo del empedrado.
En suma, estaríamos hablando de “Empedrado Sound”, determinado por el aire suburbano, la dinámica conversacional y el mismo conventillo que esto genera, fuera de todo desenfreno compulsivo, egoísmo o mutismo generalizado de sus habitantes.
Su música bípeda, le permite un grato andar. Así a cada paso de bajo y batería acelerada y rimbombante, le sigue otro, de arreglos juguetones de guitarras.
Así en el patear, se descubren “relojes biológicos” fuera de tiempo, efímeras alegrías corrompidas por extensos quejidos sentimentales. La poesía musicalizada parece una catarsis de batallas afectivas en dónde el “ying”, le ganó al “yang”, en el destino circular de la vida misma.
Intentando retrotraer esos dolos fisiológicos que pierden la batalla frente al tiempo y que durante los 80’, tan bien supieron retratar Federico Moura o Miguel Abuelo, entre otros, destacan en su primer Ep Homónimo, “Qué otra función del tiempo”, “Extraña, inquieta”, y “Yo me volví”. Esta última de notable in-crescendo emocional en la intro, actualizando en plano criollo y en su “climax” musical, aquellos parajes impetuosos que el “Madchester”, de la mano de Ian Brown y Shaun Ryder, construyó hacia fines de los 80’.
Así como Roberto Arlt, a través del grupo Boedo, supo llevar a niveles más laxos, la poesía elegante pero equidistante de la realidad contextual del Grupo Florida, de Borges y Cía, Mármol R, en su despliegue musical, parece cambiar la brújula del estereotipo del “pibe de la esquina”. Los “birrines” y la “fantochada”, son dejados a un lado, por poesía doméstica y rupestre, de temores y eternas dudas, acercando un punto de encuentro más real, entre el exceso futurista y el tradicionalismo clasicista, a través música que podría ser considerada como el primer diagnóstico de un “New Chabón”.

Bernardo Damián Dimanmenendez

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Interesante blog, fabulosa escritura.
Un espacio para el verdadero rock.
yo rock barrial.
//RoCkErO//

Cece dijo...

Tus lectores esperamos nuevo post!!!

Saludos,