viernes, 30 de mayo de 2008

El Inicio


Hacia el 2003, la escena del rock local, se encontraba frente a interrogantes de acción de todo tipo. Por un lado, la transición de los grupos del nuevo rock sónico había quedado definitivamente truncada. Por otro, la nueva generación musical atosigada por el extremismo filosófico que suele bañar nuestras tierras, se agrupaba lentamente en un cierto existencialismo fatal y naif, que producía que la distancia entre el universo que la música que dichas bandas proponían, se ubique en un lugar abismal, en relación a como los oyentes podrían cotejar sus sonidos con sensaciones terrenales y emocionales personales.
Esa mala lectura del legado innegable que Tom Yorke y los suyos habían dejado para siempre a partir de OK Computer parecía quedarle exigente a los oyentes de un país “tercemundista como escucha”, a nivel masivo.
Así, el indie-rock, veía como su exceso de languidez, era aprovechado por el rock barrial, de manera contundente y diversas bandas se ponían al frente de un exceso sin retorno que llevaría al ya consabido fatal desastre del año 2004.
El mato a un policía motorizado, utiliza un lenguaje indie, pero lo enfoca plenamente hacia lo emocional de las canciones (esas que levantan brazos y almas sin cesar).
Así, con la vigorosidad del punk bien trabajado, sin caer en clichés ya trabajados en décadas anteriores a nivel local, plantea en este primer disco editado allá por el lejano 2004, y reeditado recientemente, que el rock se construye siempre con una mirada en dónde las cosas que brotan más fértilmente, son esas sensaciones que nos marcan diariamente en el corazón
.
Buscando en ese sentimiento de soledad, que aliena diariamente al joven, ya sea desde sábados abatidos en la cama (“Sábado), amores no correspondidos (“Tormenta Roja”), y el auto-incendio personal como forma de reconversión (“Prenderte Fuego”).
Sumado a través de riffs, yeites, y la base pesada de bajo y batería, la banda estructura geométricamente el armado de las canciones. Ya sea desde la capacidad milimétrica para que a través de riffs simples, se disparen las guitarras, y utilizando una lectura sumamente inteligente de lo que fue el legado del grunge, y que acá no se utilizó tanto.
Con esto me refiero a que si uno escucha Nirvana, (la banda que más puntas musicales tira sobre lo que fue la filosofía grunge y también lo que no), se dará cuenta de la astucia de Cobain, para medir las frases, para que en los silencios vocales, la guitarras despilfarren su huracán sonoro.
El mato a un Policía Motorizado, inteligentemente recorre esa praxis, para que la lírica transmite sensaciones paralelas a la contusión de guitarras. Sumado al sonido particular que remite al kraut de los proto-punk alemanes Neu! o Faust!, hace que el mundo propio musical construido, derrumbe legados musicales fetichizados y a la vez, acabe por siempre con todo ese mar de lamentos sin ideas que por esos tiempos inundaba el rock local.
En síntesis, quizá el concepto que abrazo musicalmente el disco, este definido desde la misma tapa, con un cuadro de fotos que muestra la implosión del albergue Warnes. Con la diferencia, que de la implosión del antiguo lugar marginal de la Capital nada nuevo surgió.
Por el contrario con el derrumbe simbólico que se apoya en lo musical y artístico El mato a un policía motorizado comienza a marcar varias pautas de redescubrimiento artístico para el rock argentino (como el Kraut-rock), y arengar a toda una generación joven a construir musicalmente con garra y pasión fuera de todo cliché anglosajón que tiñe al rock local.
Y quizá, lo mas importante: La sensación de que es posible formar una banda con amigos, y hacer de la misma un producto artístico personal y sumamente valioso, que marqué toda una era. Algo que los fanáticos de la música como ellos, anónimos o yo personalmente, siempre anhelamos y soñamos desde chicos.
Bernardo Damián Dimanmenendez

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