domingo, 15 de junio de 2008

Tácticas y Estrategias de Mouse y Monitor


El Slalom es un deporte practicado en silla de ruedas cuyo objetivo es superar un número de obstáculos determinados en el menor tiempo posible. Posee un recorrido obligatorio y otro optativo. A la vez que el mismo se divide según distintas superficies a superar.
¿Qué tiene que ver todo esto más allá de la coincidencia del nombre de la banda adroguénse Slalom, con esta práctica deportiva?.
Mucho, aunque para eso hay que hilar fino, y no tener el ojo sesgado a la cuadratura geométrica que muchas cosas de la vida parecieran a priori ser.
Para empezar, para realizar música electrónica el cuerpo se dispone cómodamente en una silla frente al monitor.
Así, en la capacidad por habilidad e intuición de los practicantes, (en este caso Martín Salas y Marcelo Díaz Mayer, cerebros de Slalom), para que las teclas, el mouse, los teclados y las programaciones, elaboren un disco en dónde la climatología espesa de “ruidismo multimedia”, indica un camino de sonidos poliformes, que por si solo construyen un personal andar musical.
Así, utilizando todo tipo de sonidos y deformándolos hasta el extremo, la táctica de elaboración de este dueto adroguénse electrónico, hace que los obstáculos o dificultades que pueda tener el oyente al escucharlos sean fulminados.
Los ondas sonoras cumplen una especie de función subliminal que en un in-crescendo, irán hipnotizando al oyente.
Por momentos uno siente que los temas reconstruyen sonidos que remiten a primitivas imágenes neardenthales (“Concentración”), por otro se trata de un expresionismo envolvente marcado por la misma sugestión sonora (“Gol de Arquero Vale Doble”), y también hay tiempo para sentirse depositado en el vértigo de practicar algún deporte de alto rendimiento, dónde la capacidad milimétrica de construcción musical, logrará que no se impida el acceso victorioso hacia el objetivo final planteado (“Doble Amarilla”).
Así, entre pasadizos sonoros de vértigo, introspección, aceleración, alineación y relax, se van desarrollando las 15 piezas musicales que componen el disco.
Dejando la sensación final, de que en el juego creativo implícito propuesto, a partir del nombre de las canciones, no se trato de ningún off-side o “cliché” artístico, al que estamos acostumbrados en la actualidad dentro del ámbito de la electrónica.
Más bien el disco, pareciera un acertado antojo de necesidad expresiva, con el objetivo de envolver a la música (genéricamente denominada electrónica) en un ámbito de popularidad, sensibilidad, intuición y creatividad.
Sin discriminar ningún tipo de acceso al escucha, y parodiando al título del “álbum”, sin ningún tipo de necesidad de quedar en algún tipo de “posición adelantada”, con respecto a la idea, de que monitor mediante, los sonidos también pueden excitarnos y a la vez cotejarnos, de una manera inteligente y sana.
Bernardo Damián Dimanmenendez

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