miércoles, 18 de junio de 2008

Escena y Sueños Vivos


El pasado sábado en el club Alumni de Turdera se realizó la primera edición del Turdera Fest., conon la participación de Ninjatrón, Atmosferia, Mármol R, Los Reyes del Falsete y Viva Elástico. Dentro de un clima “amiguista”, dado por los mismos habitúes del club y concurrentes, las bandas desperdigaron sus diversos estilos musicales, para que dentro de la sana competencia artística, se avizore ese sentimiento de escena musical, que hoy pareciera tan añejo e improbable.

Escena: Suceso o manifestación de la vida real, que se considera digno de atención.

Cerca de las 12 y media de la noche, abrió la jornada Ninjatrón. Alojados en grietas de la electrónica experimental y bluegrass, sobretodo a partir de la densidad que le otorgan por momentos los fraseos de bajo, y por otros los frenéticos punteos de guitarra, los ninjas, dieron todo un repertorio de dramaturgia aplicada a sonidos tecnocráticos.
Así arrancan, con una intro gótica que se va complementando a través de narraciones de Vincent Price, (esas que aparecen antes del inicio del video Triller de Michael Jackson). Luego siguen con más narraciones sobre pequeñas hortículas de ruidos.
Así, continuan los collages sonoros musicalizados (“Vigilante”, “Luca Brassi”), logrando que por cada bite de sonido, se filtre una espontaneidad, en dónde literatura, música e improvisación en la perfomance, parecieran dar cuenta de un “dance ecléctico”, desarrollado sobre la marcha, y envolvente por misticismo, sonoridad y obvio también dosis de adrede misoginia ridícula.
Más tarde, llegó el turno de los platenses Atmosferia. Acostumbrado el trío de la Plata, a brindar shows, planos, directos y arrolladores, a partir de la ventilada de guitarra de Tato, y lo envolvente del sonido del bajo y la batería.
Los platenses, arrancaron con “Dedo”, siguiéndole a esta ese remolino emocional que es “Delator”, para luego entre otros, cerrar con “La Maravillosa Antena”. El trío platense demuestre algo claro: que más allá de recortarse dentro del circuito under de la Plata, sus letras, musicalidad y performance esta lejos de arroparse en el lenguaje clásico del indie, sino más bien dentro de un post-rock, que invita al shock hormonal de manera simple, pero contundente en la práctica.
Atmosferia, tiene un pie en el post (pero con el otro se apoya en circuitos de rock), que hacen de la misma, una interesante banda, especialmente a la hora de verlos en vivo, agitando sus carnes y huesos.
Cerca de las 2 de la mañana, llegó el turno de los Reyes del Falsete. Adictos al Happening, y con la soltura para poder llevarlo como si se tratará de esos bizcochuelos que se preparan cualquier domingo a la tarde.
Los reyes, rescataron esas gemas estroboscópicas de desenfado teenager y sutilidad musical, y arrancan con “Tiffi Rex”, a la que le sigue, el “Gran Cohete”, y ese hit en potencia que resulta ser “La Fiesta de la Forma”.
Así, entre delirios de “groupies “envueltas en todo tipo de vapores etílicos, cierran su show a puro “guitarrazo” emocional con “Yabrán” y “El Telefonista Loco”
Cerca de las 3 menos cuarto, arranco el show de la anteúltima banda que se presentaba Mármol R. Volviendo lentamente al formato eléctrico, luego de la transición (cajas de ritmo mediante), mientras se buscaba baterista nuevo.
Los “gauchos sónicos” del rock, arrancan con “Que otra Función del tiempo”, para luego pasar a “Me molestan”. Así, entre “boleadora” de guitarras, trigguers, y ese groove “madchesteriano”, los Mármol, generan la sensación de que cualquier intento de “aggiornar de manera personal y autóctona sonidos foráneos, es mucho más valedero que el cliché “cursi esteta” que últimamente parece adornar a nuestras tierras, en lo que respecta a lo musical. Como muestra de esto, vale la furtiva y desenfadada, “Así no se mata a un criollo”, en dónde lo vernáculo se empapela de esos sonidos 80’ que provenían de las tierras del norte inglés. Bien por Mármol, que vacuna mortalmente cualquier cepa de “fashionismo” y acéfala reflexividad, como forma de retratar emociones y sentimientos más reales y cotejables para todos.
Finalmente, el cierre a puro trapo fue de Viva Elástico. Melancólicos pero llevando la sangre bien caliente, y apoyados en la luctuosa y desesperada voz de Alejandro Schuster, bien seguidos por sus laderos de siempre Mateo (en guitarra) y Santiago (en bajo), sumada a la reciente incorporación de su nueva adolescente baterista apodada “Leoncita grunger”.
Así entre manifiestos previos de catarsis virulenta pero justificada y real, los Viva dieron esos shows épicos en emocionalidad y a puro acelerador en lo musical.
Sin ningún tipo de respiro, y luego de ciertas necesarias “bajadas de líneas”, de su cantante arrancan con una intro dub, para pasar a “El Festejo”, y terminar esta primera parte del show con la corajuda “Somos tan felices”.
Más tarde siguen con “Imágenes de Amor”, esa canción que refleja perfectamente todo una manera de retratar imágenes profundas, siguiendo un legado que bien se delineó en los 80’. Luego, el mejor tema de la noche, “Las Motos”, una canción que musicalmente muestra plenamente el espíritu de los elástico y a la vez, plantea una manera novedosa a través de la lírica, de cómo el frenesí alienante puede ser demarcado, sin para eso caer en esas “sopas grumosas” posmodernas e irritantes, que más bien parecen un manifiesto de “yoísmo” que canciones hechas con dignidad y corazón.
Finalmente el show de Viva, y el Turdera Fest., marcan su punto final, con el tema “Vuelven”, dejando como saldo positivo, además de lo mencionado acerca del concepto de escena lo siguiente:
Cada una de las bandas desempeño un papel, como si se tratará de una obra dramática dividida en 5 partes. Siguiendo una línea emocional invisible, y a la vez, buscando en la caracterización de su arte, brindar un universo único e irrepetible.
Las cosas, como antes, las cosas como deberían ser. Todos los integrantes de las 5 bandas intercambiaron opiniones de toda índole, y todas se escucharon a ver que tenía para ofrecer los demás, como manera de cotejo del otro, y a la vez, para desafiarlo implícitamente cuando era la hora de tocar, para cada una de ellas.
Hoy en día, nucleado el centro cultural en el Palermo, con los excesivos precios y el confort como primacía en lugar del contenido, es hora de descentralizar, esta “palermitud”, que en la solemnidad de creerse modernos, confunden progreso con aptitudes de reflexividad creativa y simbólica, llevando el concepto de contracultura a un nivel de ridículo e insensatez como pocas veces se observó en la historia de la música.
En suma, para que los festivales no sean un “ringtone de sueños rotos”, y si un
lugar de plena expresión carnal y sentimental.

Bernardo Damián Dimanmenendez

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