Los reyes del falsete presentaron el pasado martes, aprovechando el feriado del miércoles. En casi 30 minutos, brindaron un show, contundente, aplicando en su repertorio esa dosis de happening, que tan bien le queda a su hilarante musicalidad.
El tío Bizarro, estaba caluroso y la concurrencia del público era numerosa aprovechando el feriado.
El recital de los reyes fue directo, parejo y pleno de algarabía juvenil, de esa necesaria para que el exceso de credulidad de una banda de rock, no termine pecando de egoísta en su compromiso con el público y especialmente consigo misma.
Así pasadas la una, abren con “La Fiesta de la Forma”, (una vez más en formato eléctrico clásico, es decir guitarras y batería).
A continuación viene uno de los mejores temas de la noche, tanto por el mundo que la letra despliega como por el armado de acordes, que destina ese sonido sixtie-beat con su personal dosis de lectura de la alternatividad denotada en guitarras: “Las cosas como son”.
Luego, con invitados amigos, que colaboraron en voces (masculinos y femeninos), paso lo mejor de la noche en el sentido de realizar los temas, con la idea de lograr que el público se preste al juego juvenil de sentirse plenamente partícipe, y logrando un recorrido artístico directo y pleno, sin ninguna demora o pausa, que disipe la atención.
Así prosiguen, “Tifi-Rex”, “El telefonista Loco” y otro tema dónde falsete, y lo personal de las guitarras, se unen para darle forma al festivo, “El Gran Cohete”.
Así, siguiendo la fiesta de “su forma”, tanto musical, etaria y de sonidos, los reyes del falsete, consiguen cuando cierran con el último tema, “Nectae”, una “happening”, minimalista en producción pero bastante lleno en contenido, logrando que la jovialidad, tome primacía, sobre formas más elaboradas, que quitan frescura y comodidad a la proyección de su música.
Así pasaron una vez, más los reyes en la noche de Burzaco. La primera crónica hace casi 8 meses que realice sobre ellos, (luego de 6 meses de seguirlos anteriormente), hablaba sobre un mundo particular, en dónde el exceso juvenil, calaba perfectamente con sus formas prácticas, utilizando dosis de ironía, grotesco y un sutil hedonismo, recuperando cierta lectura “kitsch” que parecía olvidada en el recuerdo de bandas vernáculas de rock.
La evolución, de septiembre del año pasado al abril del presente año, pareció siempre respetar una línea bien acabada, siempre y cuando momentos los momentos de pretencionismo, en realidad sean una vuelta de rosca, que lleve a un progreso en sus formas musicales, para evitar que la frescura siempre los mantenga a salvo de cualquier pecado de juventud.
Ese personalmente, será el final con bandera feliz, que los reyes deben tener siempre como meta.
Bernardo Damián Dimanmenendez
El tío Bizarro, estaba caluroso y la concurrencia del público era numerosa aprovechando el feriado.
El recital de los reyes fue directo, parejo y pleno de algarabía juvenil, de esa necesaria para que el exceso de credulidad de una banda de rock, no termine pecando de egoísta en su compromiso con el público y especialmente consigo misma.
Así pasadas la una, abren con “La Fiesta de la Forma”, (una vez más en formato eléctrico clásico, es decir guitarras y batería).
A continuación viene uno de los mejores temas de la noche, tanto por el mundo que la letra despliega como por el armado de acordes, que destina ese sonido sixtie-beat con su personal dosis de lectura de la alternatividad denotada en guitarras: “Las cosas como son”.
Luego, con invitados amigos, que colaboraron en voces (masculinos y femeninos), paso lo mejor de la noche en el sentido de realizar los temas, con la idea de lograr que el público se preste al juego juvenil de sentirse plenamente partícipe, y logrando un recorrido artístico directo y pleno, sin ninguna demora o pausa, que disipe la atención.
Así prosiguen, “Tifi-Rex”, “El telefonista Loco” y otro tema dónde falsete, y lo personal de las guitarras, se unen para darle forma al festivo, “El Gran Cohete”.
Así, siguiendo la fiesta de “su forma”, tanto musical, etaria y de sonidos, los reyes del falsete, consiguen cuando cierran con el último tema, “Nectae”, una “happening”, minimalista en producción pero bastante lleno en contenido, logrando que la jovialidad, tome primacía, sobre formas más elaboradas, que quitan frescura y comodidad a la proyección de su música.
Así pasaron una vez, más los reyes en la noche de Burzaco. La primera crónica hace casi 8 meses que realice sobre ellos, (luego de 6 meses de seguirlos anteriormente), hablaba sobre un mundo particular, en dónde el exceso juvenil, calaba perfectamente con sus formas prácticas, utilizando dosis de ironía, grotesco y un sutil hedonismo, recuperando cierta lectura “kitsch” que parecía olvidada en el recuerdo de bandas vernáculas de rock.
La evolución, de septiembre del año pasado al abril del presente año, pareció siempre respetar una línea bien acabada, siempre y cuando momentos los momentos de pretencionismo, en realidad sean una vuelta de rosca, que lleve a un progreso en sus formas musicales, para evitar que la frescura siempre los mantenga a salvo de cualquier pecado de juventud.
Ese personalmente, será el final con bandera feliz, que los reyes deben tener siempre como meta.
Bernardo Damián Dimanmenendez
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