El pasado Jueves en el Ateneo, Rosario Bléfari, se presento en el Ateneo, en el ciclo denominado “Mes de la Mujer”. Gratificada por un público que va desde el adolescente ilusionista hasta el cuarentón perdido, demostró una vez más, a través de su seductora explosividad de performance, como la energía puede ir tranquilamente de la mano de música dulce, melancólica, chispeante y sumamente personal.
Luego de las presentaciones de Flopa y Hana. Esta ultima comandada por Florencia Ciliberti, (aquella del conocido “hit”, que narraba “tengo un parque de diversiones en mi casa”). Prototípica “girlfront” “posmo”, Hana, dispara canciones pegadizas en un marco de electro pop standar, teñido de programaciones de sintetizadores, que se adaptan al molde de su dulce de su voz.
Más tarde, Rosario Bléfari subió al escenario del Ateneo, para brindar un show enérgico de esos que acuña su “power femenino” interior.
Así, estrenando coqueto platinado, abre con “Privilegio”, seguida de “Mejillas” para entre otros, cerrar esta primera parte del show con “Esclavos”.
A continuación y dentro de su estirpe “garagera” que tiñe sus performances en vivo, dió paso a dos de sus temas más logrados como solista, “Vidrieras” y “Lobo”.
El escenario se despeja y solo queda su guitarrista Javier Marta, y ella. Para a través de un dueto de guitarra distorsionada, acompañada de la inefable voz de la ahora blonda ex Suarez, brindan en dicha parte del show, un acto minimalista en recursos pero gratificante en contenido.
Luego, la nave musical de Bléfari, retoma aprovechando la veta más rockera a la que parece inclinarse, luego de editar “Misterio Relámpago” y “Versiones Relámpagos”, temas de la hondanada musical que navegó con Suarez, como “Ánguila” y “Los veo aparecer”.
Así, con la participación de Suarez, (al igual que en los 90’, un “zoombie” por el escenario, pero con la justeza y precisión instrumental que siempre destilo durante aquella década), Bléfari termina su actuación a 1000 km por hora, como nos tiene acostumbrado, y dando cuenta que más allá de la edad, la esencia no se pierde, siendo quizá esa sea su mayor virtud y por ende su compromiso, mientras la sangre caliente sus venas.
El kilometraje final del show, dispara “Campanario”, “Ahora entendí”, y finalmente cierra con “Navidad”.
Rosario Blefari es un claro ejemplo de un artista que conlleva un legado personal y auténtico. Ya sea como revolucionaria en el concepto del papel que la mujer argentina jugo históricamente en el rock, sin ningún tipo de padrinazgo musical, y sin levantar bandera de ningún tipo. Contándole al mundo su verdad, experiencias y sensaciones, a través de canciones, de esas que nutren las tardes de melancolía y porque no también de algarabía. Salud por Rosario, y sus espumantes canciones que nos suavizan los oídos dentro de la barbarie cotidiana y el mutismo comunicacional, que cada vez con mayor fuerza, nos cerca nuestro “rancho” sentimental, al cuál desde pequeño creímos ingenuamente intocable.
Bernardo Damián Dimanmenendez
Luego de las presentaciones de Flopa y Hana. Esta ultima comandada por Florencia Ciliberti, (aquella del conocido “hit”, que narraba “tengo un parque de diversiones en mi casa”). Prototípica “girlfront” “posmo”, Hana, dispara canciones pegadizas en un marco de electro pop standar, teñido de programaciones de sintetizadores, que se adaptan al molde de su dulce de su voz.
Más tarde, Rosario Bléfari subió al escenario del Ateneo, para brindar un show enérgico de esos que acuña su “power femenino” interior.
Así, estrenando coqueto platinado, abre con “Privilegio”, seguida de “Mejillas” para entre otros, cerrar esta primera parte del show con “Esclavos”.
A continuación y dentro de su estirpe “garagera” que tiñe sus performances en vivo, dió paso a dos de sus temas más logrados como solista, “Vidrieras” y “Lobo”.
El escenario se despeja y solo queda su guitarrista Javier Marta, y ella. Para a través de un dueto de guitarra distorsionada, acompañada de la inefable voz de la ahora blonda ex Suarez, brindan en dicha parte del show, un acto minimalista en recursos pero gratificante en contenido.
Luego, la nave musical de Bléfari, retoma aprovechando la veta más rockera a la que parece inclinarse, luego de editar “Misterio Relámpago” y “Versiones Relámpagos”, temas de la hondanada musical que navegó con Suarez, como “Ánguila” y “Los veo aparecer”.
Así, con la participación de Suarez, (al igual que en los 90’, un “zoombie” por el escenario, pero con la justeza y precisión instrumental que siempre destilo durante aquella década), Bléfari termina su actuación a 1000 km por hora, como nos tiene acostumbrado, y dando cuenta que más allá de la edad, la esencia no se pierde, siendo quizá esa sea su mayor virtud y por ende su compromiso, mientras la sangre caliente sus venas.
El kilometraje final del show, dispara “Campanario”, “Ahora entendí”, y finalmente cierra con “Navidad”.
Rosario Blefari es un claro ejemplo de un artista que conlleva un legado personal y auténtico. Ya sea como revolucionaria en el concepto del papel que la mujer argentina jugo históricamente en el rock, sin ningún tipo de padrinazgo musical, y sin levantar bandera de ningún tipo. Contándole al mundo su verdad, experiencias y sensaciones, a través de canciones, de esas que nutren las tardes de melancolía y porque no también de algarabía. Salud por Rosario, y sus espumantes canciones que nos suavizan los oídos dentro de la barbarie cotidiana y el mutismo comunicacional, que cada vez con mayor fuerza, nos cerca nuestro “rancho” sentimental, al cuál desde pequeño creímos ingenuamente intocable.
Bernardo Damián Dimanmenendez
1 comentario:
Hubiera querido estar allí. Gracias por la crónica Bernard.
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