Uno levanta la cabeza y ve una cúpula celeste, que recubre nuestra cabeza durante el día y se torna más oscura al caer la noche.
El sueño de Gary Numan, inconsciente o no, fue idear a través de su space-rock, una forma de musicalizar todo ese espacio sin gravedad que se encuentra más allá de la atmósfera terrestre, donde todo se mueve a paso lento, en un espacio infinito, como si los sonidos de su música gravitaran en las ondas inosféricas terrestres a la misma velocidad del espacio sin ninguna correspondencia con las vertiginosas terrestres.
Así consigue atrapar a oyentes a través de una densidad por momentos milimétrica y seductora, sobre todo a partir de su disco Telekon (1979).
Atmosferia en su tercer ep (Búsqueda), gravita otra dimensión espacial y contextual: La del siglo del arrebato sentimental, en dónde el ayer, pareciera haber sido consumido hace siglos.
Ubicados en guitarras que se disparan vigorosamente, (Tato), seguidas con un sonido gordo y pesado de bajo, (Matías) y una batería (Diego), que ajusta el velocímetro a la diligencia de estos dos, la resolución de su música resulta acertada por impacto emocional y sordidez sentimental, tal es el caso del comienzo arremolinado que se da en “Maravillosa Antena”, dónde el efecto neblinoso del principio (buena lectura del industrial post-punk de los 70 y el dream pop de comienzos de los 80), se despeja hacia parajes agradables a través de los arpegios de guitarra y fraseos de bajo, en dónde la cadencia melódica va rápidamente hacia el lugar anímico que el tema plantea, así y una vez, se repite la fórmula, hasta llegar al final.
En “Delator”, un tema de genealogía más simple y pop, la banda platense reduce las fórmulas de riffs, arpegios o acordes disparados, para dar una bocanada musical que descansa en la canción, fuera de toda climatología apresurada, y con el objetivo de que la tonada destaque por sí misma, fuera de todo artilugio instrumental
Finalmente cierran con “Perfección”, buscando algo de la energía violenta del primer tema antes narrado, y logrando que esos sonidos disparados (desde sintetizadores), caigan perfectamente en la tormenta eléctrica, disponiendo una especie de tobogán donde la bajada es grata por turbación y sin temor a posibles coliciones.
En síntesis, más allá de la raigambre musical, diferente, Atmosferia parecería ser una inversión lábil y acertada, de la propuesta espacial, y pasmosamente atractiva de Gary Neuman, pues el universo que este quería retratar se mueve con secuencias estimulares dirigidas por cuerpos celestes, que parecen flotar eternamente.
Atmosferia, por el contrario, retrata el constante movimiento de cuerpos calientes, en dónde la afección estimular audiovisual, llega a altos niveles de urgencia conductual, lidiando una batalla la biología contra lo espiritual, infinita y eterna, que construye en su misma disputa, el lado heroico de los hombres, que desafiaron al mundo a través del arte, en lugar de exorcizarse a través de la servidumbre de la comodidad ficticia que resulta ser la falta de curiosidad, en este mosaico pestilente e indescifrable que aparentan ser los primeros años del siglo XXI. Como narra Tato en “La Maravillosa Antena”, “No vas a salvarte, si te paras delante, las almas se nutren, convénceme”. .
Bernardo Damián Dimanmenendez.
El sueño de Gary Numan, inconsciente o no, fue idear a través de su space-rock, una forma de musicalizar todo ese espacio sin gravedad que se encuentra más allá de la atmósfera terrestre, donde todo se mueve a paso lento, en un espacio infinito, como si los sonidos de su música gravitaran en las ondas inosféricas terrestres a la misma velocidad del espacio sin ninguna correspondencia con las vertiginosas terrestres.
Así consigue atrapar a oyentes a través de una densidad por momentos milimétrica y seductora, sobre todo a partir de su disco Telekon (1979).
Atmosferia en su tercer ep (Búsqueda), gravita otra dimensión espacial y contextual: La del siglo del arrebato sentimental, en dónde el ayer, pareciera haber sido consumido hace siglos.
Ubicados en guitarras que se disparan vigorosamente, (Tato), seguidas con un sonido gordo y pesado de bajo, (Matías) y una batería (Diego), que ajusta el velocímetro a la diligencia de estos dos, la resolución de su música resulta acertada por impacto emocional y sordidez sentimental, tal es el caso del comienzo arremolinado que se da en “Maravillosa Antena”, dónde el efecto neblinoso del principio (buena lectura del industrial post-punk de los 70 y el dream pop de comienzos de los 80), se despeja hacia parajes agradables a través de los arpegios de guitarra y fraseos de bajo, en dónde la cadencia melódica va rápidamente hacia el lugar anímico que el tema plantea, así y una vez, se repite la fórmula, hasta llegar al final.
En “Delator”, un tema de genealogía más simple y pop, la banda platense reduce las fórmulas de riffs, arpegios o acordes disparados, para dar una bocanada musical que descansa en la canción, fuera de toda climatología apresurada, y con el objetivo de que la tonada destaque por sí misma, fuera de todo artilugio instrumental
Finalmente cierran con “Perfección”, buscando algo de la energía violenta del primer tema antes narrado, y logrando que esos sonidos disparados (desde sintetizadores), caigan perfectamente en la tormenta eléctrica, disponiendo una especie de tobogán donde la bajada es grata por turbación y sin temor a posibles coliciones.
En síntesis, más allá de la raigambre musical, diferente, Atmosferia parecería ser una inversión lábil y acertada, de la propuesta espacial, y pasmosamente atractiva de Gary Neuman, pues el universo que este quería retratar se mueve con secuencias estimulares dirigidas por cuerpos celestes, que parecen flotar eternamente.
Atmosferia, por el contrario, retrata el constante movimiento de cuerpos calientes, en dónde la afección estimular audiovisual, llega a altos niveles de urgencia conductual, lidiando una batalla la biología contra lo espiritual, infinita y eterna, que construye en su misma disputa, el lado heroico de los hombres, que desafiaron al mundo a través del arte, en lugar de exorcizarse a través de la servidumbre de la comodidad ficticia que resulta ser la falta de curiosidad, en este mosaico pestilente e indescifrable que aparentan ser los primeros años del siglo XXI. Como narra Tato en “La Maravillosa Antena”, “No vas a salvarte, si te paras delante, las almas se nutren, convénceme”. .
Bernardo Damián Dimanmenendez.
1 comentario:
Me gusta este blog. La forma en que están escritos los posts y los grupos de los que hablan. Están en mi feevy. Saludos.
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